Ana Lucía Arango se casó muy enamorada y soñaba con tener un hogar lleno de amor y mucha pasión, pero después de la boda su pareja cambió al 100% y no entiende por qué.
¿Superarán está crisis o todo se irá al carajo?
¿Su amor por el seguirá intacto, o llegará alguien que le haga sentir cosas nuevas?
Gonzalo Piedrahíta guarda un secreto, el cuál no le deja acercarse a su esposa íntimamente, cometió un grave error días antes a su boda y hoy paga las consecuencias.
¿Logrará Gonzalo salir invicto de ese secreto y recuperar la confianza de su esposa?
¿Logrará recuperar su matrimonio y sobre todo el amor y el cuerpo de Ana Lucía?
Eduardo Salvatierra, un Magnate hotelero, muy apasionado. Conoce a una hermosa pelinegra que lo deja hipnotizado desde el primer instante en que la ve sin saber que es la esposa de un amigo de la preparatoria que hace mucho tiempo no ve.
¡Ven acompáñame a descubrir que sucede en este triángulo amoroso!
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Te deseo. (18+)
• Ana Lucía.
...
Todo le que está pasando me tiene muy confundida, y también con ganas de pedirle el divorcio a Gonzalo pase lo que pase, no quiero vivir envuelta en la mentira y el engaño, definitivamente Eduardo me hace sentir y ver diferente, todo esto ha sido muy pronto, pero me gusta este hombre, me gusta lo que veo en el, lo que me hace sentir con su presencia.
_ Te deseo Ana Lucía. - la confesión y la mirada de Eduardo me ponen a latir el corazón desbocado, una rica sensación electrizante recorre todo mi cuerpo y siento como con tan solo eso estoy empapada entre mis piernas.
_ Yo, yo también te deseo. _ mi confesión hace que de forma arrebatadora él bese mis labios con una sabrosura que me derrite, me alza y yo enredo mis piernas en su estrecha cintura, me lleva hasta la cama y nos dejamos caer en ella en medio de besos y caricias urgidas llenas de deseo.
No pienso, no analizo nada, solo me permito quitar su ropa con urgencia, ahora no quiero pensar en nada más que no sea el y yo, lo deseo, lo anhelo, lo necesito, jamás imaginé sentir una conexión tan grande con una persona que conocí hace poco.
Eduardo refleja una transparencia en sus bellos ojos verdes que me hace sentir segura a su lado, no es solo deseo, no solo es pasión, aquí hay algo más, pero tengo miedo de descubrir qué es, no quiero volver a sufrir, no quiero volver a ser abandonada.
En menos de un minuto estamos totalmente d3snudos sintiendo nuestras pieles rozar una con la otra, me besa como si adorara mi cuerpo, me toca de una forma que me hace sentir única y deseada, siento que nado en el mar de las delicias.
Su boca caliente toca uno de mis p3zones y sus dedos juegan con el otro haciéndome gemir fuerte, siento que ardo, que me quemo y me dejo vencer y le entrego todo.
_ Mírame. - me pide cuando está a punto de entrar a mi. _ Quiero verte a los ojos mientras te hago mía, eres mía Ana Lucía Arango, solo mía y haré hasta lo imposible por no dejarte ir, quiero que te quedes conmigo.
La emb3stida me hacen temblar de placer, me acaricia con devoción, es tan tierno y a la vez tan salvaje, me aprieta y estoy segura que sus dedos están marcados en mi piel.
_ Te quiero. - besa mis labios y baja hasta mi cuello. _ Dime que eres mía, por favor. - casi que súplica. _ Dime qué te quedarás conmigo.
_ ¿No te importa que esté casada con tu amigo? - cuestiono en medio de tanto éxtasis, mi liberación se aproxima y levanto las caderas para sentirlo más profundo, quiero que acaricie mi corazón con ese trozo de carne que me está consumiendo viva.
_ No me importa de quién hayas sido, me importa el ahora, el presente y el futuro, me importas tú, solo tú. - arremete con más fuerza contra mí y cuando pienso que estoy en mi punto más alto sale de mi cambiando de posición negándome liberación que tanto anhelo.
Me arrastra hasta el borde de la cama, el baja y se engancha mis piernas en sus hombros para luego volverse a hundir en mi de una forma tan deliciosa, lo siento y hago muy adentro, sin pena alguna gimo y chillo encantada con todo lo que me está haciendo, hace mucho que no me sentía tan plena, tan deseosa, vuelvo a tocar el borde del abismo, pero él me lo vuelve a negar cambiando de posición nuevamente dejándome de medio lado, con uno de sus brazos medio levanta una de mis piernas volviendo a introducirse en mi interior
Gruñe y gime contra mi cuello, muerde mi hombro y luego lo besa incontables veces, me vuelve a negar la liberación que tanto deseo y está vez soy más ágil que él, lo tumbó contra la cama y me le subo encima, lo monto como toda una amazona y me encanta ver como el verde sus ojos cambia a un tono más profundo, su cara se transforma de puro placer, clavo mis uñas en su pecho y me dejó ir al vacío y, vuelvo y subo en una gran llama de fuego quedando en una nube de pasión desmedida.
_ Esa mañana que desperté oliendo a ti, pero sin ti, me sentí vacío y casi perdido.
Me acerco a sus labios y los devoro con hambre, sigo subiendo y bajando sobre su duro mi3mbro, él se adueña de uno de mis pechos mientras sus dedos se clavan en mis caderas, succiono la piel suave de su cuello dejando algunas marcas que me excitan mucho más.
_ Dilo Beby. _ pide aumentando el ritmo. _ Necesito que lo digas.
_ Quiero ser tuya. - digo consumida por las llamas del placer. _ No importa lo que suceda quiero ser tuya. - le aseguro.
Prendidos de nuestras bocas nos dejamos ir en una rica y deseada liberación que nos deja sudados y con la respiración acelerada.
_ Si quieres voy contigo y lo enfrentamos juntos. _ propone mientras me visto después de una ducha larga y maliciosa junto a él.
_ No quiero una contienda entre ustedes, déjame hablar primero yo con él.
_ ¿Estás segura? - acaricia mi cara . _ No quiero se vuelva histérico y sea capaz de hacerte algo.
_ No, Gonzalo no es así, el no sería capaz de maltratarme, déjame hablar con el y luego te llamo.
_ Ok, pero si sucede algo, Lucía. - centra mis ojos en los suyos. _ Por mínimo que sea no dudes en llamarme.
Me da no sé cuántos besos antes de dejarme ir.
...
Despedirme de Eduardo fue un calvario para mí, pero era necesario necesitaba poner las cosas en orden, ser clara y sincera con Gonzalo, entre los dos ya no había nada que arreglar, todo estaba absolutamente perdido.
Iba de camino a casa sintiendo ese rico dolorcito que te queda después de disfrutar al máximo del placer de la carne , el aroma de Eduardo iba impregnado en mi.