La historia sigue a Patrick, un aventurero serio y amable que trabaja para la iglesia en un mundo de fantasía medieval. Patrick recibe la misión de recolectar poderosos artefactos mágicos, incluyendo la espada Dama, que puede invocar a una entidad llamada Dama Blanca. Durante su viaje, Patrick rescata a Samantha, una chica mitad demonio con un carácter fuerte pero frágil, que es perseguida por la iglesia debido a su linaje. Juntos, enfrentan peligros y desafíos mientras Samantha comienza a enamorarse de Patrick, y él descubre secretos oscuros sobre los artefactos y las verdaderas intenciones de la iglesia. La historia se desarrolla en un vasto mundo lleno de reinos, criaturas míticas, y seres divinos, donde la discriminación entre razas y la lucha por el poder son constantes.
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Capitulo 16: El Regalo del pueblo
**Capítulo 16: El Regalo del Pueblo**
Después de una larga noche de celebración, Patrick y Samantha sabían que era hora de marcharse. La misión de entregar la máscara en Manor aún pesaba sobre ellos, y ya habían perdido bastante tiempo en el pueblo maldito. Con el amanecer iluminando el cielo despejado, ambos comenzaron a prepararse para partir.
—Parece que la lluvia finalmente ha cesado por completo —comentó Patrick, estirándose mientras revisaba sus pertenencias.
—Sí, pero el aire aún se siente húmedo —respondió Samantha, ajustándose la capucha sobre su cabeza. Su naturaleza semidemoníaca siempre la hacía consciente de cualquier cambio en su entorno, especialmente cuando la gente a su alrededor aún la miraba con recelo.
Justo cuando estaban a punto de emprender el camino, un grupo de aldeanos apareció frente a ellos. Entre ellos estaba el jefe del pueblo, y detrás, una carreta jalada por un robusto caballo marrón. Los aldeanos llevaban expresiones agradecidas, pero también algo de nerviosismo.
—¿Qué está pasando? —preguntó Samantha, levantando una ceja al ver la carreta. Aunque había sido útil al pueblo, no esperaba ninguna recompensa.
El jefe de la aldea se adelantó con una sonrisa humilde.
—Queremos agradecerles por salvar nuestro pueblo —dijo con una reverencia ligera—. No solo nos liberaron de la maldición, sino que también nos devolvieron la esperanza. Sabemos que se dirigen a Manor, y el viaje es largo. Queremos que se lleven esta carreta como símbolo de nuestro agradecimiento.
Patrick miró la carreta y luego al jefe de la aldea. Al principio, estaba un poco confundido, pero al escuchar la oferta, su expresión se suavizó.
—No es necesario —dijo con modestia—. Ayudamos porque era lo correcto, no por una recompensa.
—Lo sabemos —dijo el jefe, inclinando la cabeza—, pero acepten esto como una ayuda para su viaje. Hemos escuchado que Manor está bastante lejos y, con la carreta, el trayecto será más cómodo.
Patrick intercambió una mirada con Samantha, quien parecía estar pensando lo mismo. Aunque ambos eran capaces de manejar largos viajes a pie, tener una carreta sería una ventaja considerable.
—Está bien —dijo finalmente Patrick, acariciando al caballo, que parecía contento con su toque—. Aceptaremos su generoso regalo. Yo me encargaré de manejar la carreta.
Samantha, viendo cómo Patrick acariciaba al caballo, decidió intentarlo también. Sin embargo, cuando extendió su mano hacia el animal, el caballo bufó y sacudió la cabeza, mostrando señales de incomodidad. Samantha retrocedió ligeramente, sorprendida por la reacción del animal.
—Parece que no le agrado mucho —dijo Samantha, cruzando los brazos mientras se subía a la carreta.
—Quizá siente algo diferente en ti —respondió Patrick, con una ligera sonrisa—. Los animales son sensibles, pero no te preocupes, se acostumbrará.
Samantha frunció el ceño, pero no dijo nada más. Se acomodó en el asiento de la carreta mientras Patrick se encargaba de guiar al caballo. Los aldeanos se despidieron de ellos con entusiasmo, agradecidos por la liberación del pueblo. Patrick agitó la mano en señal de despedida mientras la carreta comenzaba a avanzar lentamente por el camino de salida.
El viaje hacia Manor había comenzado, y aunque aún quedaba un largo trayecto por delante, ambos sabían que este regalo haría la travesía un poco más fácil.
—Bueno, ahora que tenemos esta carreta —dijo Samantha, mirando a Patrick—, tal vez podamos llegar más rápido de lo que esperábamos.
Patrick asintió, pero mantenía los ojos en el camino, consciente de que el viaje aún podría traer sorpresas inesperadas.
—Sí, pero no debemos bajar la guardia —respondió Patrick, con la mirada firme en el horizonte—. Manor no está tan lejos, pero sabemos que en este mundo nada es tan simple como parece.
Y así, con el sonido de las ruedas de la carreta sobre la tierra húmeda, Patrick y Samantha continuaron su viaje hacia su próximo destino, con la vista puesta en Manor y la promesa de nuevas pruebas y desafíos por delante.