Elein, líder de la Tribu Águila, descubre que el símbolo del fénix en su collar guarda el secreto de un antiguo poder que podría cambiar el destino de las Tribus y del Reino del Norte. Mientras enfrenta conspiraciones, traiciones y una conexión inesperada con la familia real, Elein deberá desentrañar la verdad sobre el sacrificio de sus padres.
Acompañame a descubrir la verdad de un pasado, un legado y un enemigo entre las sombras.
NovelToon tiene autorización de Mahra para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 13: "El despertar de la Forja"
La Garganta de Fuego Eterno se alzaba como un gigante dormido ante el grupo. Desde la distancia, el humo ascendía en espirales, oscureciendo el cielo con su denso aroma sulfuroso. Las Montañas Ardientes eran un terreno hostil, donde cada aliento parecía robado por el calor que emanaba del magma. Sin embargo, el grupo avanzaba, decidido a no ceder ante el temor.
Elein caminaba al frente, pero esta vez no estaba sola en las decisiones. Daniel iba a su lado, su postura calmada y sus observaciones estratégicas proporcionaban una seguridad que resonaba en todos. Ambos habían encontrado un equilibrio entre sus personalidades: mientras Elein inspiraba con su valentía y bondad, Daniel fortalecía el grupo con su enfoque táctico.
— ¿Estás bien? —preguntó Daniel, girando levemente la cabeza hacia Elein. Había notado el peso de la incertidumbre en su mirada mientras sostenía el medallón del Fénix, que brillaba con intensidad.
—Lo estoy. —Elein le suena con amabilidad, apretando el medallón en su mano. — Pero me preocupa lo que encontraremos ahí dentro. No por mí, sino por todos nosotros.
Daniel ascendió, su rostro serio pero no sin un rastro de empatía.
— Eso es lo que te hace un líder. Pero no tienes que cargar esto solo.
Elein se acercó en agradecimiento, y la interacción, aunque breve, reforzó el entendimiento que había surgido entre ambos.
El descenso
El grupo se detuvo en la entrada de un sendero que se internaba profundamente en la garganta. El calor era abrumador, y las rocas, que parecían latir con un pulso propio, estaban tan calientes que apenas podían tocarlas sin sentir que quemaban.
Elias, aunque aún bajo la vigilancia de algunos, guiaba al grupo con seguridad. Había estudiado el terreno durante años, y su conocimiento era invaluable.
— Esto es lo que las leyendas mencionan, —dijo Elías, señalando hacia una caverna al final del sendero. Su entrada estaba decorada con inscripciones antiguas que parecían vibrar con energía. — Aquí es donde comienzan las pruebas.
— ¿Pruebas? —preguntó Luna, cruzándose de brazos mientras miraba las inscripciones con desconfianza. — ¿Qué clase de pruebas?
— Las que evalúan nuestra valía, —intervino Lucas, observando los grabados. — Esto no es solo una forja; es un lugar de juicio. Cada uno de nosotros enfrentará algo, algo que solo podemos superar si estamos listos para aceptar quiénes somos.
El grupo compartía miradas nerviosas. Habían enfrentado desafíos antes, pero esto se sentía diferente, más personal. Elein y Daniel avanzaron primero, guiados por el resplandor del medallón.
— Escuchen, —dijo Elein, volviendo la vista hacia ellos. Su tono era firme, pero también lleno de calidez. — No importa lo que enfrentemos aquí, no estamos solos. Cada uno de nosotros es fuerte, y juntos, podemos superar lo que venga.
Daniel añadió, con su típica calma:
— Elein tiene razón. Pero recordemos que este lugar no es como los demás. Aquí no bastará con la fuerza física. Mantengamos la mente clara y apoyémonos entre nosotros si lo necesitamos.
El hallazgo de los fragmentos
Al entrar más en la caverna, llegaron a una sala circular. Las paredes estaban cubiertas con inscripciones que brillaban tenuemente, y en el centro, un pedestal de obsidiana sostenía varios fragmentos que irradiaban un poder ancestral.
— ¿Son estos los fragmentos? —preguntó Flora, su voz apenas susurro mientras miraba las piedras con fascinación.
— Sí, —confirmó Daniel, su mirada fija en los objetos—. Este es el poder del Fénix. Pero no será tan sencillo como tomarlos.
Antes de que alguien pudiera acercarse, un eco resonó en el aire. Una voz profunda y grave surgió desde las sombras, llenando la sala con una autoridad innegable.
— Para poseer el poder del Fénix, debéis demostrar que sois dignos.
El suelo tembló bajo sus pies, y las paredes cobraron vida con grabados que parecían moverse y arder. Una espiral de fuego envolvió el pedestal, protegiendo los fragmentos.
— Cada uno se enfrentará a su mayor miedo. Solo aquellos que lo superen podrán reclamar el poder.
Las pruebas individuales
De repente, suelo comenzó a temblar, y una luz cegadora llenó la sala. Cuando se desvaneció, se dieron cuenta que estaban separados, cada uno enfrentando un desafío único marcado con un símbolo: una llama, unas alas, un escudo y una balanza.
Elein: El miedo a la soledad
Elein se encontró en un vasto campo vacío, el cielo gris y desolado. Frente a ella, apareció una figura conocida: su madre, Laura. Sin embargo, el rostro de su madre estaba lleno de tristeza.
— Elein, siempre estarás sola. No puedes salvar a todos. La soledad es tu destino.
Elein sintió una punzada en su corazón. Había liderado al grupo con valentía, pero el temor de no ser suficiente, de no poder proteger a quienes amaba, siempre había estado presente.
Sin embargo, recordó algo que Daniel le había dicho durante el viaje: "No tienes que cargar con todo tú sola. Estamos contigo".
— No estoy sola, —respondió Elein, con su voz llena de determinación. —Tengo a mi gente. Juntos, somos más fuertes.
Con esas palabras, la figura desapareció, y una llama cálida iluminó su camino. Elein avanzó, lista para lo que vendría.
Daniel: El juicio del legado
Daniel apareció en una sala oscura, rodeado de figuras sombrías que representaban a sus ancestros. Sus voces resonaban, acusándolo de no estar a la altura del legado de su familia.
—Nunca serás suficiente, Daniel. No eres un líder, solo un fracaso.
El peso de las expectativas siempre lo había perseguido. Pero esta vez, recordó cómo Elein le había confiado decisiones importantes, cómo el grupo lo había aceptado.
—No soy mi familia. Soy yo, y eso es suficiente. —Con esas palabras, las sombras se disiparon, dejando un camino iluminado.
Luna: El miedo a confiar
Luna se encontró rodeada de figuras que representaban a sus antiguos aliados, quienes la miraban con desprecio.
— Siempre estarás sola porque no puedes confiar en nadie. Todos te traicionarán.
Pero recordó cómo el grupo había arriesgado sus vidas por ella, cómo se habían unido para superar cada obstáculo.
— Confío en ellos, y juntos somos más fuertes. —La figura desapareció, y Luna avanzó.
Flora: El miedo a la traición
Flora se encontró cara a cara con su mejor amiga de la tribu, quien la acusaba de haberlos abandonado.
—Nos traicionaste. No mereces el perdón.
Pero Flora recordó por qué había dejado la tribu: para protegerlos. Su sacrificio había sido por amor, no por traición.
—Nunca los abandoné. Todo lo que hice fue por ustedes. —La figura desapareció, dejando un camino despejado.
Lucas: El miedo a la irrelevancia
Lucas se vio frente a una biblioteca en llamas, sus libros y conocimientos reducidos a cenizas.
— Todo lo que sabes no importa. No harás la diferencia.
Sin embargo, recordó cómo sus conocimientos habían ayudado al grupo, cómo su investigación había sido crucial.
— El conocimiento es útil cuando se pone en práctica, y yo lo estoy usando. —El fuego se extinguió, y Lucas continuó.
Eric: El miedo al abandono
Eric vio a su hermano menor, quien lo acusaba de haberlo dejado atrás.
—No estabas ahí para mí. Fallaste como hermano.
Pero Eric recordó cómo había jurado proteger a su grupo, cómo había aprendido a aceptar sus errores y seguir adelante.
— Fallé antes, pero no lo haré ahora. Estoy aquí para protegerlos. —La figura desapareció.
Elias: El miedo al arrepentimiento
Elias enfrentó la figura de su viejo amigo, quien lo miraba con desprecio.
— No puedes cambiar lo que hiciste. Siempre serás un traidor.
Pero Elías recordó que había elegido luchar por lo correcto ahora, por redimirse.
— No puedo cambiar el pasado, pero puedo elegir el presente. —La figura desapareció.
La reunión y la Forja
Cuando el grupo se reunió nuevamente, cada uno llevaba un objeto que había ganado en sus pruebas: una antorcha, una pluma, un escudo y una balanza. Las inscripciones en las paredes comenzaron a brillar intensamente, y una puerta oculta se abrió, revelando la Forja del Fénix.
Elein y Daniel caminaron juntos al frente, cada uno sosteniendo con firmeza los símbolos de sus pruebas. Por primera vez, Elein sintió que no cargaba sola con el peso de las decisiones. Daniel, a su lado, era un igual, y ambos lideraban con el apoyo del grupo detrás de ellos.
— Esto es solo el comienzo, —dijo Elein con suavidad, mirando hacia la Forja.
— Entonces sigamos adelante, juntos, —respondió Daniel.
Y con eso, el grupo avanzó hacia lo desconocido, listos para enfrentar el siguiente desafío.