Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Equipo
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Jaden hizo lo mejor que pudo para evitar que su mirada se desviara hacia la persona que estaba a un par de metros de distancia, así como quienes le rodeaban. Y pronto descubrió que era difícil concentrarse en algo más, pues aquella intensa presencia no se desvanecía como la del resto.
Tanto era así, que bien se podría decir que Astor era igual a un faro en la orilla del mar, atrayendo a todos hacia él. Incluso la atención de los alumnos del 2B —quienes tenían una fuerte enemistad con los del 2A—, se dirigía a este primer príncipe. De hecho, el mismo Dathan miraba de vez en cuando a su hermano mayor.
Sí, había una disputa entre ambos, dado el desastroso trasfondo político entre ellos que los colocaba como enemigos, pero el panorama presente no era tan malo como lo sería en el futuro. Casi se podía decir que durante su tiempo en la Academia, la relación entre estos dos hermanos fue lo más cordial que pudo haber sido por el resto de su vida.
Fue por esto que Jaden no se sorprendió cuando la mirada de Dathan siguió a Astor, pues sabía que en este punto de la historia quien sobresalía sobre el resto era el primer príncipe, incluso deslumbrando al cuarto aún en contra de su voluntad. El protagonista solo tendría su verdadero momento brillante luego de cumplir la mayoría de edad, y declarara un golpe de Estado.
Sin embargo, era temprano para pensar en todo aquello todavía, cuando faltaban mínimo dos años para que el conflicto se volviera una realidad… por ahora, quien llamaba la atención de todos, así como capturaba su admiración —para bien o para mal—, era el primer príncipe, y su grupo de seguidores.
Cuando ellos estaban presentes, ni siquiera el protagonista tenía oportunidad de aparecer en escena.
El omega suspiró.
La presencia de Astor era como un hierro candente, dispuesto tras su espalda. Listo para atizarlo en cualquier momento…
El chico tuvo que resistir la curiosidad, pues una parte oscura de él quería girar el rostro y encarar al villano. Ver su reacción cuando descubriera que estaba a lado de quien consideraba un enemigo. ¿Se molestaría, o arrepentiría de haberlo tratado mal?
Suspiró por segunda vez.
“¿Por qué pienso en eso?”, se preguntó. “Quizás es algún interés insano… como cuando te encuentras con un ex, y quieres saber más sobre él…”
Tembló inconscientemente por sus pensamientos salvajes, y Fegan, quien seguía a su lado, rápido se dio cuenta de su reacción. No obstante, pensó que tenía miedo al frío. Sin dobles intenciones, se acercó más al menor y colocó su chaqueta sobre los pequeños hombros.
—¿Ah? —asombrado y nervioso, Jaden le miró. Parecía preguntar sin palabras por qué estaba haciendo aquello.
—No te preocupes, puedes devolverme la chaqueta luego de que nos asignen habitaciones. —En su tono no había ninguna pretensión o coqueteo. Desde su propia perspectiva, Fegan sabía que Jaden era un chico, igual que un mago oscuro, temido por muchos. Pero también era un omega.
Y de cierta forma, los únicos omega con los que había tratado realmente eran su madre y Bel… La primera siempre tuvo una condición física más débil que el promedio, por lo que un doctor siempre estaba cerca de ella para cuidar su salud. Y en cuanto al segundo… bueno, aquel chico problemático lloraba casi todo el tiempo en cuanto sufría alguna dificultad.
Estos dos hechos provocaron que, inconscientemente, el pelirrojo asociara a los omega con la idea de que debían ser más protegidos que el resto. Por extensión, Jaden también.
Quizás por eso mismo, se empeñó tanto en ayudarlo cuando lo vio en la distancia siendo arrastrado por Rainer en aquel día lluvioso… Pero volviendo al presente, sin dudar, al notar que el chico temblaba, lo cubrió con su chaqueta.
El pelinegro levantó el rostro y se encontró con aquel par de ojos como rubíes. Una parte de él se emocionó en un instante por la amabilidad de su favorito. No obstante, recordó que perderse en la presencia de Fegan ya le había metido en problemas, pues durante tantos días no se dio cuenta del peligro que representaba asistir a la excursión, por lo que fue prudente esta vez.
Antes de que su mente se dirigiera a zonas sin sentido, refrenó sus emociones, y lo consideró desde una perspectiva más lógica. Conocía la personalidad de Fegan, por lo que pudo adivinar una cosa o dos del porqué había hecho aquello.
Y desde luego, no podría adivinar todas las asociaciones que estaba haciendo el otro respecto a él, aunque comprendió que nada tenía que ver el romanticismo con sus acciones.
Pensándolo así, fue un poco decepcionante. Sin embargo, recibir esa amabilidad de su favorito fue suficiente para barrer el sentimiento un segundo después. Así que sonrió y asintió hacia el alfa.
Los otros dos —Dathan y Lance— notaron su interacción. Ambos se percataron de los cambios en Jaden, así como la estabilidad en Fegan. Cruzaron miradas y encontraron que el otro parecía pensar lo mismo.
“Eso no terminará nada bien…”
No obstante, el pelinegro no era capaz de leer mentes y descubrir el trasfondo de aquellos pensamientos, por lo que solo pudo alegrarse de la amabilidad de su favorito.
Y fue justo a tiempo, pues los profesores aparecieron en ese momento. Ajenos a las interacciones de los alumnos, Cyrene, Nasir, Bastian y Ariadne hicieron su entrada. Eran los profesores encargados de ambas clases.
Los dos primeros dirigían a la clase 2B. Y los dos últimos a la clase 2A.
Parecían tener un guión ya planeado con anterioridad, pues dieron instrucciones —que Jaden si escuchó con atención esta vez—. Y en menos de una hora, todos ya tenían habitaciones asignadas para aquella noche, así como actividades para el día siguiente.
Para su mala suerte, no pudo compartir habitación con los chicos, dado que a pesar de los cuatro ser hombres, los demás eran alfa, mientras que él un omega. Así que fue asignado junto a los chicos con quienes había compartido el carruaje, que además pertenecían a su mismo género secundario.
Así, se despidió de los chicos luego de visitar su habitación, y caminó de regreso a la suya.
Para cuando llegó, no fue una sorpresa encontrar las luces apagadas, pues los demás ya se habían acostado. Tal vez intentaban evitarlo de dicha manera, porque de lo contrario, ¿qué adolescente dormiría a las ocho de la noche por voluntad propia?
Claro que no se molestó. Por el contrario, ya estaba preparado para una escena más incómoda, por lo que esto se consideraba un alivio para ambas partes.
Tan solo sacó una muda de ropa de su maleta, y se dispuso a bañarse con rapidez en el baño del fondo. Sus acciones fueron ordenadas y silenciosas, como si estuviera acostumbrado a comportarse así con regularidad.
Luego del baño, cayó rendido sobre la cama individual que quedaba libre. Y durmió profundamente, al menos por esa noche.
.
A la mañana siguiente, lo que despertó a Jaden fue el ruido de los chicos, quienes ya estaban cambiándose de ropa.
Abrió los ojos, embotado aún por el sueño. Y bostezó, haciendo que un par de lágrimas fisiológicas se desbordaran de sus ojos. La imagen era simplemente encantadora y cálida, como cuando un animalito despierta, haciendo que el corazón de su dueño se derrita.
Uno solo no podría soportar el interrumpir dicha imagen, pero se hacía tarde y uno de los omega le miró con vacilación.
—Oye… —dudó antes de hablar. Este chico era pequeño, de piel morena y bonitos ojos azules. Su cabello era una mata desordenada y azul, similar al algodón de azúcar, que a un somnoliento Jaden le provocó un poco de hambre.
Por unos cuantos segundos se imaginó saboreando la dulzura del algodón… y tuvo que recordarse que el otro era una persona, no un dulce.
—¿Sí? —exclamó, al darse cuenta de que se estaba dirigiendo a él.
—Bueno… —Bajo la atenta, y un poco incrédula mirada de los otros dos chicos, algodón de azúcar habló. —Creo que es la primera vez que vienes a una excursión… pero, si no llegas temprano a la hora del desayuno, no podrás comer nada hasta la tarde. Incluso, tendrás que entrenar con el estómago vacío.
—¡Oh!
Comprendiendo el mensaje, Jaden se levantó de la cama, tan rápido como un resorte.
Los dos chicos del fondo retrocedieron un paso al notar su movimiento. Claro que el pelinegro estaba más preocupado por perderse el desayuno, que pasó por alto sus acciones.
En su lugar, corrió al baño desocupado, y lanzó sobre su cara algo de agua para eliminar los últimos resquicios del sueño. Fue su mala suerte que estuviese helada, congelando sus manos y su rostro en menos de un segundo. No se sintió diferente a haberse lanzado de lleno sobre un cubo de hielo.
No pudo contenerse y brincó de un lado a otro buscando una toalla.
—¡Rayos! ¿Por qué es tan fría?
El chico que le había avisado le miró revoloteando con torpeza de aquí para allá, y para su sorpresa, terminó sonriendo al ver cómo actuaba con torpeza.
Dudando un poco al principio, se acercó a él, y le pasó la toalla que estaba a su izquierda.
—Aquí, toma —dijo, extendiéndole el pedazo de tela.
—Gracias… —aceptó Jaden al cabo de unos segundos. No lo pudo evitar, y soltó una sonrisa tímida.
Era la primera vez que alguien le hablaba por iniciativa propia, sin miedo, segundas intenciones o rechazo en la mirada. La primera vez en más de un año… claro, aparte del grupo de su favorito. Por ello, se sintió aturdido unos cuantos segundos.
Ajeno a sus pensamientos, el pequeño algodón de azúcar le regresó la sonrisa, y se giró para seguir cambiándose.
A decir verdad, muchos podrían ignorar este pequeño gesto y catalogarlo como “nada”, pero para Jaden significaba demasiado.
La calidez de la toalla en sus manos contrarrestó un poco el congelamiento, aunque todavía su piel se tiñó de rojo debido al frío. No pudo hacer más que ignorar la incomodidad, y correr a cambiarse. Al menos ahora, ya no tenía sueño.
Dado que todos eran omega, así como hombres, no se preocupó por las miradas ajenas, y se cambió con rapidez. Para cuando dieron las siete cuarenta y cinco, los cuatro ya estaban saliendo de la habitación.
Fue en el área que se dispuso como un comedor para los alumnos, que encontró a los chicos y luego de despedirse del pequeño algodón de azúcar, que si no recordaba mal el pelinegro, se llamaba Malih, se dirigió hacia ellos.
Mientras caminaba, no resistió la curiosidad y giró el rostro de un lado a otro. Por suerte, no encontró a Astor por ninguna parte, ni siquiera a Rainer o los demás.
Dedujo que estaban desayunando en algún otro lugar, lejos de los alumnos normales. Quizás era la ventaja de ser el primer príncipe del imperio.
Pero lo que hiciera o dejara de hacer el villano no tenía nada que ver con él. Ya no.
Sin perder más tiempo pensando en personas sin relevancia, siguió su camino.
Al primero a quien vio fue a Fegan. O siendo más específicos, su cabello pelirrojo.
Estaba por acercarse a él, cuando alguien se interpuso en su camino.
—¡Buenos días! —saludó Lance apenas verle. Y por supuesto, no se olvidó de alborotar su cabello.
Dado que se levantó más tarde de lo usual, Jaden no había recogido su cabello por lo que colgaba suelto tras su espalda. Y con el movimiento del peliazul, ahora tenía una apariencia un tanto salvaje.
La imagen no era mala, pero el pelinegro se apresuró a apartarse de las garras del alfa.
—Buenos días, Lance —respondió de mala gana. Había interrumpido su acercamiento “casual” con Fegan. ¿Cómo podía perdonar esa ofensa? Por supuesto que estaba molesto.
No obstante, por el rabillo del ojo vio al pelirrojo sonriendo debido a su “nuevo” peinado. Y la molestia se esfumó.
“Olvídalo, si a él le gusta, entonces no es tan malo”, concluyó. “Perdonaré a Lance por ahora.”
—¡Buenos días, Fegan! —Por fin pudo decir. Eran prácticamente las mismas palabras que hace medio segundo, aunque la entonación en la voz del pelinegro estaba en un mundo aparte. La preferencia no podía ser más evidente.
—Yo también estoy aquí, ¿sabes? —recordó Dathan, quien había sido ignorado.
—Ah, sí. Buenos días, Alteza —dijo Jaden sin mucha emoción.
—Mocoso altanero… —El cuarto se quejó, pero no se había molestado en realidad. Lance y él ya sabían que la atención del pelinegro solía reservarse para Fegan.
El desayuno prosiguió con esa atmósfera relajada, y al cabo de una hora los dos grupos ya estaban en el patio trasero. En total parecían ser alrededor de treinta alumnos —Jaden no estaba muy seguro—. Y a pesar de que los profesores no habían ordenado nada, había una evidente separación entre ambos.
Eran casi como el agua y el aceite. Por más que se agitaran las cosas, no se mezclaban.
Cualquier otro día, Cyrene, Nasir, Bastian y Ariadne les habrían dejado ser. Pero los chicos habían aceptado asistir, aún sabiendo lo que les esperaba. Y dado que esta era una actividad de cooperación entre ambas clases, era momento de acabar con la división.
Los cuatro suspiraron por lo que vendría a continuación, y se resignaron al posible desastre.
—Chicos —comenzó Cyrene, para llamar la atención de todos. —Ayer les dijimos que el plan para esta mañana sería una pequeña sesión de entrenamiento con sus propios grupos. Luego habría una corta reunión con el grupo vecino. Y por la noche tendrían tiempo libre.
Muchos asintieron en respuesta. Emocionados, porque había un lago cerca, y varios querían nadar ahí. Se decía que el agua siempre era cálida, y el lugar estaba bien iluminado gracias a unas raras plantas acuáticas luminiscentes, por lo que no habría problema en meterse al agua incluso si fuera de noche.
Sin embargo, las próximas palabras de Nasir acabaron con el feliz sueño.
—Bueno, viendo las cosas como están, hemos decidido que los planes para hoy cambiarán.
—¿Qué? —Se quejaron algunos.
—Este día ambos grupos cooperaremos juntos, y haremos una cacería de bestias pequeñas. —Bastian interrumpió sin amabilidad a Nasir, dejando en claro que lo que decía en la boca no lo llevaba en el corazón. —Se dividirán por equipos. Y dichos equipos deberán constar de ocho integrantes.
—La mitad de cada equipo deberá pertenecer a un grupo distinto —concluyó Ariadne.
Y esto último fue como un balde de agua fría para cada uno de los treinta y dos alumnos presentes.
Miraron a su alrededor sin comprender lo que sucedía. El año pasado nunca se había hecho una actividad tan… cercana con el otro grupo. ¿Por qué ahora sí?
Ya que las cosas eran así, ¿no significaba eso que al menos tendrían que convivir con cuatro personas del grupo enemigo?
En especial, Jaden se congeló en su lugar.
“No… No sería tan mala mi suerte, ¿cierto?”, se preguntó. Pero antes de siquiera poder consolarse él mismo, escuchó la pequeña conmoción de todos a su alrededor.
Los alumnos se hicieron a un lado, permitiendo que alguien pasara sin problemas.
Esa reacción… solo podía provocarla una persona…
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¿Apoco no me extrañaron? 🤗
gracias autora
Animo, mi papá falleció apenas, pero si, la vida sigue.