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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 18

Era aproximadamente las cinco de la tarde y la atmósfera en el apartamento comenzaba a transformarse con la llegada del atardecer. La luz dorada y cálida del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando los rincones de la estancia con un suave resplandor. Alana se encontraba en un estado de tensión palpable, anticipando el momento en que él llegaría. Entonces, de repente, escuchó el sonido familiar del motor de la motocicleta de Daniel acercándose. Este sonido, mezcla de rugido y zumbido, era como una señal que la llenaba de una mezcla de ansias y emociones. Poco después, pudo oír el ligero y característico golpe que hacía el casco de Daniel al ser dejado sobre la mesa.

Con el corazón latiendo con más fuerza, Alana se dirigió hacia la puerta y la abrió. Allí estaba él, Daniel, luciendo cansado después de un largo día de trabajo en la obra. A pesar de su agotamiento, su rostro se iluminó con una sonrisa al verla. Sin poder contenerse, Alana se precipitó hacia él y lo abrazó con una urgencia que era imposible de ocultar. Era un abrazo cargado de complicidad y amor, uno que Daniel sintió de inmediato, como si de alguna manera absorbiera toda la tensión acumulada de su jornada.

​"Hola, amor" dijo Daniel, devolviéndole el abrazo con cariño. "¿Qué pasa? Te sientes tensa."

​"Solo tuve un día largo," mintió Alana suavemente, aunque se permitió disfrutar del olor a tierra, sudor y planos de construcción que emanaba de él.

​Una vez dentro, Daniel se dirigió a la cocina a buscar una cerveza. Alana se sentó en el sofá, observándolo, su mente en un torbellino: Daniel era su ancla, y por eso mismo, él merecía la verdad.

​Cuando él se sentó a su lado, Alana tomó su mano, entrelazando sus dedos.

​"Daniel, necesito contarte algo. Algo pasó justo antes de que llegaras," comenzó, su voz más grave de lo habitual.

​Él la miró, su sonrisa desapareció. "Dime."

​"Fernando estuvo aquí. Estaba en la puerta."

​Daniel se quedó inmóvil, la botella de cerveza a medio llevar a sus labios. "Tu... ¿tu exesposo?"

​"Sí. Quería 'hablar'. Me dijo que me 'extrañaba' y que iba a 'volver por mí'," dijo Alana, repitiendo la frase con la misma voz gélida que había usado para rechazarlo. Luego miró a Daniel, asegurándole. "No le permití entrar, ni que me intimidara. Cerré la puerta de seguridad, pero..."

​"¿Cómo te encontró, Alana?" La pregunta de Daniel fue instantánea y su rostro se frunció por la preocupación. Su pregunta no era sobre celos, sino sobre seguridad, y eso hizo que Alana lo amara aún más. "Este edificio es discreto. Solo usamos dinero en efectivo en el barrio. ¿Quién le dijo dónde vives?"

​"Nadie le dijo," explicó Alana, negando con la cabeza. "Fernando no necesita que le digan. Usa dinero de empresa para comprar información, y usa gente para rastrear sin dejar rastro. Es un sistema. Me encontró porque sabe cómo rastrear, y lo hizo sin pedir permiso a la Corporación, lo cual lo hace peligroso, pero también... vulnerable."

​Alana se inclinó hacia él, bajando la voz. "Esta no es la rabia de un exmarido. Esto es obsesión, y es una violación directa de nuestro acuerdo. Y por eso, Daniel, tengo que contarte toda la verdad sobre por qué me casé con él, sobre mi hermana Catalina, sobre los documentos de la Corporación y sobre el riesgo real que enfrentamos."

​Daniel apretó su mano con fuerza. "Te creo. No eres la clase de mujer que se asusta sin razón. Dime la verdad, Alana. Todo. Y luego, dime qué hacemos."

Alana pasó el resto de la tarde contándole a Daniel los intrincados detalles de su matrimonio y divorcio: la conspiración del voto de la junta directiva, la traición de la Tía Helena y el asombroso apoyo de Catalina y Ricardo. Daniel escuchaba, sin interrumpir, su mente de ingeniero analizando las vulnerabilidades del sistema.

​"Así que, si usa los recursos de la Corporación para rastrearte, rompe su acuerdo con su padre y nos da la evidencia para un nuevo ataque legal," resumió Daniel.

​"Exacto. Está tan desesperado por recuperarme que no puede resistirse a usar las herramientas que mejor conoce," confirmó Alana. "Fernando es predeciblemente imprudente."

​Justo entonces, el teléfono de seguridad de Alana sonó, el tono de llamada asignado exclusivamente a Ricardo.

​La Prueba de la Malversación

​Alana atendió de inmediato, poniendo el altavoz para que Daniel también pudiera escuchar.

​"Señora Alana. Tengo algo," dijo Ricardo, su voz baja y tensa. "Anoche, a las 2:00 AM, el Señor Fernando solicitó acceso remoto a la base de datos de 'Seguridad y Logística Externa'. Es una base de datos que solo se usa para rastreo de activos de alto valor, como envíos sensibles o vehículos de la directiva."

​"¿Y qué solicitó específicamente?" preguntó Alana, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con anticipación.

​"Solicitó un 'Informe de Ubicación de Activos No Autorizados'. Pero en lugar de buscar un activo, introdujo el número de teléfono que usted usó cuando se casó. Y luego, el número de teléfono del Señor Daniel."

​Daniel y Alana se miraron, la preocupación de Daniel se transformó en una ira fría. Fernando no solo la estaba buscando a ella; estaba rastreando a su novio.

​"Y aquí viene la parte clave," continuó Ricardo. "Para cubrir el gasto del acceso a esa base de datos, no usó su cuenta personal. Lo cargó a la cuenta de gastos corporativos bajo el código 'Consultoría de Seguridad - Riesgo de Fuga de Capital'. Es la misma táctica de malversación que usó con la floristería."

​Alana apretó la mandíbula con satisfacción. "Lo hizo de nuevo."

​"Señora, acabo de crear un archivo con la solicitud de acceso, la hora exacta, los números de teléfono rastreados y el cargo a la cuenta corporativa. Lo llamé 'Informe de Rastreo de Activos - Cargos a Logística'. Se lo acabo de enviar encriptado al servidor de Zúñiga. Esa es nuestra evidencia, nuestro 'Anexo C'."

​"Ricardo, eres increíble. Gracias," dijo Alana.

​"Es un placer, Señora. Ahora, usted y la Señorita Catalina tienen el poder para desactivarlo permanentemente. Lo único que me queda por hacer es vigilar la puerta principal de la Corporación. Él sabe que la está usando. Estará desesperado."

​Alana colgó, sintiendo el peso de la nueva información. Fernando les había entregado la soga con la que podían atarlo para siempre.

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Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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