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La Luz Rojo Carmesí Del Final

La Luz Rojo Carmesí Del Final

Status: En proceso
Genre:Acción / Chico Malo / Escena del crimen / Policial
Popularitas:4.1k
Nilai: 5
nombre de autor: XintaRo

Pesadillas terribles torturan la conciencia y cordura de un Detective. Su deseó de proteger a los suyos y recuperar a la mujer que ama, se ven destruidos por una gran telaraña de corrupción, traición, homicidios y lo perturbador de lo desconocido y lo que no es humano. La oscuridad consumirá su cordura o soportará la locura enfermiza que proyecta la luz rojo carmesí que late al fondo del corredor como un corazón enfermo.

NovelToon tiene autorización de XintaRo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Hombre Sin Ojos. Pt12.

Mientras el teniente mastica su rabia, yo lo observo desde mi silla. Estoy aquí, frente a él, mirándole esa jodida cara de malhumor, y no tengo la culpa de nada. Giro un poco el cuello y clavo la vista en Héctor. Sigue bebiendo su café con esa cara de idiota despreocupado. Bueno, no vio nada de lo que pasó anoche, así que no tiene una maldita opinión que valga.

Respiro hondo. Miro de nuevo al jefe.

—Jefe, mejor tome algo de café para que se calme. Así podremos pensar mejor en cómo actuar.

Me fulmina con la mirada.

—¿Crees que un estúpido café me va a calmar? ¿Estás idiota o te dio una bala en la cabeza, imbécil?

Héctor se adelanta un poco, levanta su taza con una sonrisa apenas perceptible.

—Tiene canela, como a usted le gusta.

Ah. Con que pensó en eso desde antes. Mi hermano... no se le escapa una. Siempre va dos pasos por delante, incluso cuando parece que solo coquetea con alguna chica nueva o se rasca el culo mientras todo se quema.

El teniente levanta una ceja. Huele el café. Lo conoce. Da un sorbo largo como si la maldita cosa no estuviera ardiendo. Claro. Este viejo ya debe tener la lengua curtida como cuero.

Yo tomo mi taza, siento ese amargor con dulzura al fondo, casi medicinal.

—Jefe —digo mientras lo miro a los ojos—. Haré los informes después. Ahora tengo que hablar con Demian Cooling antes de que estalle una guerra que alguien más está orquestando desde las sombras.

El teniente cierra los ojos. Exhala. Siente el café. Le baja la furia de a poco. Cuando los vuelve a abrir, nos observa como un perro cansado de ladrar.

—Escuchen, par de estúpidos. Les voy a dejar llevar esto, pero tendrán que dejar el caso de Mat Slim a los federales.

Antes de que Héctor suelte el sí automático, me adelanto.

—No, jefe. Siento que estos dos casos están conectados. No sé cómo, pero lo están. Déjeme seguir ambos por ahora. Si el de Slim no da más, se lo entrego a los federales sin rechistar.

El teniente me mide. Me conoce. Sabe que cuando algo me jala las tripas, termino sacando verdad de entre el lodo. Asiente. Da otro trago brutal a su café.

—Bien, detective. Les dejaré llevar los dos casos. Asegúrate de no iniciar una balacera antes del mediodía. Intenta calmar al demonio de Demian. Ya debe saber que fueron los 20 Killer quienes trajeron esta mierda a su territorio. Todos saben que nadie mete sus asuntos en el territorio de los Cooling. Y hay algo que me preocupa aún más, par de idiotas, y creo que no se han percatado.

Ambos lo miramos y subimos los hombros en señal de no entender a qué se refiere. Nos mira y suspira:

—Piensen, par de pistoleros con placa —gruñe el teniente—. ¿Cuándo fue la última vez que un pandillero actuó así tan cerca de tu casa? A una cuadra, imbécil. Todos esos bastardos saben quién eres. Nadie te mata mientras duermes porque le temen al hijo de puta Maik en la puerta de tu edificio.

Silencio.

Mierda. Tiene razón.

Me quedo quieto. Congelado. Empiezo a unirlo todo. Esto no fue solo una golpiza. Fue un puto montaje. Me estaban esperando. Aguardaban que saliera o regresara. Tenían al chico amordazado o inconsciente. Esperaron el momento justo para soltarlo frente a mí. Testigos. Ojos falsos que puedan decir: “sí, lo vimos allí a esa hora”. Todo diseñado para meterme hasta el cuello.

Levanto la vista, apretando los dientes.

—Esos malditos me estaban esperando —suelto—. Planeado. El chico ya debía estar allí, esperando que yo apareciera. Todo esto fue para dejarme en medio de la escena.

El teniente asiente.

—Así es, idiota. Saca la cabeza de tu amada que no va a volver, y concéntrate en las cientos de pistolas que podrían apuntarte en cualquier momento. A ti y a tu compañero.

Su mención a Melisa me corta el aire.

Hijo de puta.

Sabe que aún me duele. Que la imagen de ella agarrando la mano de ese burócrata blandengue y corrupto es una herida que no cierra. Pero más que eso… peor es la imagen mental de ver a mi hermano en un charco de sangre, con la mirada perdida y sin saber quién lo hizo.

Si eso pasara, arrasaría con todo. No dejaría familia o pandilla criminal en pie. O me matan, o los mato a todos, sin duda alguna.

No lo permitiré.

Si alguien pone a mi hermano en la mira, borraría a todos. No quedará ni el eco de sus nombres. Pandillas, familias, federales. Me importa una mierda.

Héctor me saca de mis pensamientos. Choca su taza con la mía.

—No se preocupe, jefe. Yo me aseguro de que no la cague más. Lo mantendremos al tanto.

No digo nada. Solo me levanto. Héctor me empuja por la espalda como diciendo "anda, sal de aquí antes de que sigas cavando tu tumba con la lengua".

Lo miro y le digo:

—Encontremos a los hijos de puta que planearon todo esto y hagámoslos sangrar hasta que hablen.

Héctor solo me mira y asiente mientras da un sorbo a su café.

Camino a mi escritorio, tomo mi tarjeta de armas y me voy al arsenal mientras Héctor teclea cosas en su laptop sobre mi escritorio.

Camino a las escaleras del costado izquierdo de mi pequeño escritorio, dejando a Héctor teclear en paz. Abajo, en la armería, me recibe Walli. Es un tipo tranquilo, pero honesto. Controla la entrada y salida de las armas y, además, la bóveda de evidencias. Desde que este tipo está en este puesto, durante estos dos años, no se ha perdido nada. Ni una cucaracha sale de aquí sin que este tipo tome nota y haga un informe.

Lo miro y le digo:

—Buenos días, Walli. ¿Cómo has estado?

Él me mira a los ojos. Es de los pocos que no me teme. ¿Por qué lo haría? Él es honesto, así que sabe que su cabeza jamás estará bajo mi bota. Me responde con una sonrisa mientras come una dona glaseada:

—Buenos días, detective. ¿Qué juguetes llevará hoy?

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favita
me encanta la historia muy genial el detective
melani99
🥰
sofialopez2010
favuloso
jomijomi2012
Muy buena, que siga
jomijomi2012
Que increíble el relato, hasta me dio penita la polilla de papel😔
manueles
Me encanta, que siga contando la historia 😻😻😻
manueles
Que hermoso, parese un poema😻
jotape
Donde habrán quedado mis alas de papel 😔
entomomoyan
Yo nací sin mis alas de papel, al igual que el detective 😔
latifa
yo igual ya no tengo mis alas de papel 😭
XintaRo
👍
latifa
ingreible quiero leer mas
jotape
😻
Anon
Esta muy buena la historia
Anon
Nadie pisa el sur sin consecuencias 😎
Anon
El héroe oscuro del distrito sur 😻😼
Anon
/Casual//Determined/
Anon
😻😎😼
Anon
👏/Good/
Anon
Esto esta muy bueno 🙀 esta muy buena la historia
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