En un mundo lleno de magia, Aarón es un joven que vive en un pequeño pueblo con su familia, el solo desea tener una vida como la de sus padres, encontrar a una mujer a la cual amar y que lo ame y tener una hermosa familia, ya que si bien ellos no son ricos, ni viven en grandes mansiones, tienen lo suficiente para vivir una buena vida y ser felices, pero todos sus planes cambian cuando descubre que él es el portador de un poder antiguo y que sus destino esta entrelazado al de otras tres personas, quienes juntos deberán salvar su mundo del dios Daotan, un dios maligno que solo busca el dolor y la muerte de todos los seres vivos.
En el camino por dominar sus nuevos poderes y comprender su nuevo papel, Aarón descubrirá que el amor no está descartado de su vida y talvez sea ella a quien necesité para poder lograr su destino.
Esta es la primera historia de la tetralogía Los 4 Guerreros de los Elementos
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Capítulo 16
NARRADOR
El tan esperado día llego, solo Aaron y sus padres irían a la audiencia, por lo que la señora Ersa se quedaría junto con Afra, algo que no le hizo mucha gracia a la mujer, ya que aún no quería que su yerno tuviera que explicar algo que aún le afectaba de manera negativa.
- Estaré bien ma, si bien no me hace mucha gracia tener que hablar sobre eso, lo haré y en memoria de mi madre no dejaré que me afecte – le dice el señor Arlo, a quien considera a su madre mientras la abraza.
Los 6, la familia ducal y la del gran Carnero, partieron rumbo al palacio, donde arribaron temprano por la mañana, para evitar levantar sospechas, tanto Aaron como su padre usaron capuchas para ocultarse, debido a que su apariencia física era demasiado llamativa, por lo que por precaución, era mejor cubrirlos.
Al entrar al palacio, la familia de Aaron quedo más que impresionada, si pensaban que la casa de Jorge era lujosa y hermosa, el palacio lo era aún más. Los 6 fueron guiados por el secretario de rey, quien fue el que salió a recibirlos, y los llevo hasta la sala del trono, en donde se llevaría a cabo la audiencia.
Al ingresar, en la sala del trono ya se encontraba el rey Peter, la reina Jade y por supuesto la princesa heredera Ila, quienes miraban con curiosidad a las personas que acompañaban a la familia ducal, sobre todo porque dos de ellos cubrían su rostro, y la única que no lo cubría, era una mujer plebeya, quien, aunque usaba un hermoso vestido digno de cualquier noble, su piel bronceada por largas jornadas bajo el sol delataban su origen humilde, lo que solo hacía crecer la curiosidad de Ila y su familia sobre la razón de esta audiencia.
- Gracias por recibirnos su majestad – comienza a hablar el duque Vicente
- Vicente, amigo, no tienes que agradecer, tú nunca convocarías una audiencia, sino fuera por algo importante, así que habla, dime ¿qué es lo que está pasando? – le pregunta el rey.
- Pues verá su majestad hace ya varios días a mi ducado llego una carta de un pueblo algo apartado de la capital, este pertenece a las tierras administradas por el ducado Kasar, y nos pedían ayuda debido a un grupo de bandidos que merodeaban la zona, puesto que el duque Knox no atendió su pedido, ellos acudieron a mí, ya que partes de mis tierras colindan con aquel poblado – comienza a explicar el duque
- Tal y como explica mi padre, ante ese pedido de auxilio, decidí ir a ayudar a aquel poblado, pero lo que descubrí al llegar fue algo inesperado – continúa explicando Jorge – allí encontré algo increíble su majestad, algo que lo cambia todo.
Jorge le hizo una seña a Aaron y a su padre, para que se quitaran las capuchas, dejando a la familia real muda ante lo que estaban viendo, ya que uno de los encapuchados tenía un gran parecido con la familia Kasar, y el otro ocultaba bajo la capucha una hermosa cornamenta de carnero, lo que lo distinguía como el gran Carnero
- ¿Qué significa esto? – grita el rey, quien se había levantado de su trono y se acercaba rápidamente tanto a Aaron como al señor Arlo, ya que lo que sus ojos veían era imposible.
- Ellos son el señor Arlo, su esposa y su primogénito – explica el duque Vicente y le hace una seña al señor Arlo para que comience a hablar.
Este está un tanto nervioso, sobre todo porque el rey ahora se encuentra muy cerca de él y no luce muy contento, por lo que su esposa lo toma de la mano para darle confianza.
- Su majestad, como ya dijo el duque Vicente, mi nombre es Arlo, y hasta hace poco vivía en la aldea que pidió la ayuda del duque Vicente y es debido a este incidente mi hijo despertó como el gran Carnero y así fue como descubrí mis orígenes, yo soy el primogénito del anterior duque de Kasar, siendo mayor que el duque Knox, por casi un año – comienza con su explicación el señor Arlo
- ¿Cómo pudo pasar algo así? – pregunta la reina Jade, quien también se levanta de su trono y va a lado de su esposo en busca de tranquilizarlo, ya que se ve algo inquieto.
- Verán sus majestades… - comienza a hablar el señor Arlo, contándoles la historia de su madre, historia que hasta hace poco no sabía – la madre de mi esposa, la mujer que me crio, junto con su esposo, prometieron a mi madre biológica nunca decirme nada, e incluso a ellos nunca les dijo el nombre de la familia para la que trabajaba, por lo que no fue hasta que Aaron despertó su magia, que averiguamos toda la verdad – les termina de contar el señor Arlo
- Pero ¿Por qué no podemos sentir su magia? – pregunta Ila, ya que, es su opinión, la magia del gran Carnero debe de tener un gran rastro mágico.
- Porque el joven Jorge me enseñó a ocultar mi rastro mágico, para así pasar desapercibido – contesta Aaron, quien libera un poco de su magia, para luego volver a ocultarla.
- Impresionante – dice el rey, quien intenta asimilar lo que acaba de pasar, literalmente la respuesta a uno de los más grandes problemas de su reino estaba frente a él.
- Esto es, simplemente un milagro – dice la reina
- Tienes razón cariño, ahora debemos de planear que hacer a continuación, en estos momentos usted y su familia son vulnerables, por lo que antes de decirle al reino lo que está sucediendo, debemos de prepararlos, entrenarlos, para que puedan tomar su lugar en el reino, pero no debemos llamar demasiado la atención – dice el rey.
- Lo entiendo su majestad, verá, mi familia y yo hemos comenzado con la preparación de la familia del gran Carnero, ya que tenemos la esperanza de que puedan tomar el puesto que les pertenece – dice el duque Vicente.
Y es que al día siguiente de su llegada, el duque le contó a la familia sus intenciones de hacerlos a ellos la nueva familia ducal.
- Le soy sincero, este no es mi mundo, y a pesar de las dificultades, yo era feliz con mi vida, pero, esas personas deben pagar por todo lo que han hecho, y si está en mis manos hacerlo, lo haré, así que acepto, no solo para vengarme, sino porque yo más que nadie sé lo que el pueblo sufre por su arrogancia y crueldad, y si puedo hacer algo para cambiar eso, lo haré – le dijo el señor Aaron al duque Vicente en aquella ocasión, dicha decisión fue apoyada por toda su familia, por lo que todos darían lo mejor de sí para lograrlo.
- Ya veo, en ese caso necesito que me dé un informe de lo que han aprendido, para así poder continuar correctamente su preparación, toda la familia del gran Carnero se mudara a uno de los palacios para invitados, ya que ahora seré yo y mi familia quienes se encargaran de prepararlos, para eso necesitaré no solo su ayuda duque Vicente, sino la de todos los demás, puesto que le pasaré parte de mis obligaciones a los tres duques, para así concentrar mis esfuerzos en preparar al señor Arlo, por su parte la reina se encargará de la educación señora Chantal, y mi hija del joven Aaron, por lo que Ila dejaras de hacer los deberes que yo mismo te había asignado para que puedas preparar al gran Carnero, tenemos que hacerlo rápido, ya que algo así no puede ocultarse mucho tiempo, por lo que dentro de una semana se anunciara la fiesta de compromiso entre mi hija y el gran Carnero que se llevara a cabo dentro de 6 meses a partir de hoy, donde daremos a conocer toda la verdad, y de allí partiremos para hacer caer a la actual familia Kasar y que los verdaderos herederos tomen su lugar – dice el rey a lo que todos los presentes asienten, dispuestos a lograrlo en el tiempo que el rey les ha dado.
