Una Noche Entre Tus Brazos

Me levanto, me baño y luego de cambiarme pido desayuno a la habitación, el día de ayer apenas probé bocado.

Pienso aprovechar el día para ultimar los detalles de mi viaje. Nuestra empresa está en proceso de expansión y la intención es empezar a trabajar a nivel internacional, y como ya tenía programado mi viaje de luna miel aprovecharé esos días de receso en la universidad para hacerme cargo personalmente del negocio con los Rusos. Antes me hubiese sido imposible, mis padres no lo permitirían, pero debo tomar las riendas de mi vida.

Llaman a la puerta y rápidamente abro.

— Ah, eres tú.

— Sí, soy yo ¿esperabas a alguien más? — Pregunta Nicolás, en un tono de voz para nada amistoso.

— Sí, espero mi desayuno. — Él asiente ligeramente con la cabeza.

— Mi abogado llegará en poco tiempo, si quieres Desayunamos en el restaurante del hotel mientras lo esperamos.

— Está bien, permíteme cancelar lo que pedí. — Llamo y así lo hago. — Listo. — Tomo mi cartera y salimos de la habitación.

— Que bien que vamos a salir de esto ya — Le digo de manera despreocupada mientras tomamos el ascensor. — El guarda silencio.

Nos encontramos sentados en una mesa en el restaurante, un mesero se acerca y toma nuestros pedidos.

— ¿Tan malo es estar casada conmigo?

— ¿Qué? No te entiendo.

— Eso, estás alegre por poder divorciarte, y no es que me importe, es solo curiosidad.

— Pues, no sé si sea bueno o malo, pero tampoco es algo que quiera averiguar.

Cambiando de tema ¿Necesito un abogado?

— No, ya que no hay división de bienes, además es de mutuo acuerdo. De hecho solicitaremos un divorcio exprés.

— Necesito salir del país.

— ¿Tanto te duele perder a tu noviecito que pretendes huir?

— ¿Siempre eres tan irritante?

— Es extraño, eres la primera que lo dice, todas dicen que soy atractivo, interesante, inalcanzable, ¿pero irritante? Eso es algo nuevo. ¿No será que te gusto y no sabes como expresarlo?

— Jamás me fijaría en alguien como tú.

— Eso no era lo que decías aquella noche. — Expresa con total naturalidad. Esa fue la gota que derramó el vaso.

— ¿Qué acabas de decir? ¿Acaso hablas de la noche en que te aprovechaste de mi estado de ebriedad para abusar de mí? ¿De la noche en la que perdí mi virginidad con un completo desconocido? Eres un Imbécil, estúpido, desgraciado... ¿Sabes qué? Ya perdí el apetito. Con permiso. — Me levanto de la mesa, luego de decir lo que pienso con total serenidad.

— ¿No piensas esperar al abogado?

— No, tengo asuntos más urgentes que atender.

— Eres una muchachita terca, testaruda y caprichosa. Pero conmigo no vas a jugar y mucho menos a hacerte la víctima, — se coloca de pie mientras habla y aún de su lado de la mesa se inclina hacia mí, acercando su rostro al mío. — Yo también podría decir que fuiste tú quien abusó de mí. Pero no, porque se supone que eso hacen los recién casados, y para ese entonces, tú y yo ya estábamos casados. Así que te vas a sentar en esa jodida silla, y vamos a resolver este problema, querida esposa.

— Por primera vez estamos de acuerdo en algo. Cuando me lo propongo soy terca, testaruda y caprichosa. Así que en esa jodida silla, no voy a poner mi hermoso trasero, es más, mira como me voy. — A paso firme salgo del lugar dejándolo con una expresión que no dice absolutamente nada y eso me jode.

Una vez, fuera del hotel me dispongo a tomar un taxi en plena calle, me urge volver a casa de mis padres y saber en qué términos estamos, no es fácil para mí desprenderme de lo que más amo, mi familia.

Llego a casa de mis padres y sorprendentemente, tengo que ser anunciada por el personal de seguridad. Han transcurrido al rededor de diez minutos y por fin me permiten el ingreso. Camino el trayecto del jardín principal hasta la entrada y lo siento más largo que de costumbre; es curioso, apenas ayer salí de aquí y ya me siento ajena a este sitio.

— Adelante, sus padres la esperan. — Una de las tantas empleadas me recibe.

— Gracias

— Me acerco rápidamente al despacho de papá, que es donde habitualmente trata asuntos "delicados" Ya sean familiares o de negocios, al parecer es un espacio que le otorga calma. Para él es importante sentir que tiene el control de todo.

Toco la puerta.

— Adelante. — Es la voz de papá.

— Hola. — Me quedo de pie cerca a la puerta.

— Siéntate. — Responde mamá, que se encuentra de pie junto a mi padre, quien permanece sentado en la gran silla del patriarca. — Sí, es sarcasmo.

Luego de sentarme me decido a hablar.

— Papá, mamá. Lamento lo sucedido, pero si me hubiesen escuchado... Tal vez...

— ¡¿Tal vez que?! ¿No te hubieses comportado como una vulgar mujer de la calle? — Reprocha mamá. Sí, así es la señora Mariela de Brown, sin titubeos a la hora de insultar o herir a alguien, ni siquiera a su hija.

— Mariela, no es hora de insultos. — Miro a papá con una mirada de agradecimiento. — Ella se equivocó y deberá corregirlo.

— No entiendo ¿Cómo lo voy a corregir? Si te refieres a ese hombre Ya...

— Solo escucha, ni siquiera sabe el nombre del sujeto con quien se casó, y aun así consideras que puede corregir algo. — Nuevamente, mamá lanzando el dardo.

— Guarden silencio las dos.

Anna, si bien es una deshonra y una vergüenza la que le has causado a nuestro apellido, también es cierto que he realizado un par de averiguaciones. Nicolás Thompson es un gran prospecto, incluso mejor que Matt, y aunque hubiese preferido que las cosas siguieran su curso, lo hecho, hecho está.

Quiero que lo traigas a casa, necesito hablar con él.

— Él me pidió el divorcio...

— ¡¿Qué hizo qué?! — Mamá está al borde del colapso.

— A eso fue que vino — Afirmo.

— Perfecto ¿Cómo fueron los términos del matrimonio? — Pregunta papá.

— No lo recuerdo bien, estaba ebria. — Bajo la cabeza.

— ¿Él también lo estaba?

— Sí, o eso creo.

— Si ambos estaban ebrios es imposible que hayan firmadas capitulaciones. — Dice papá en un tono muy bajo, más para él que para nosotras. — Por tus palabras en la iglesia, puedo deducir que el matrimonio se consumó, ¿es así?

Solo asentí con la cabeza algo apenada, no es muy agradable hablar con mis padres de este tema, de pronto en otras familias sea algo normal, pero no en la mía, mis padres nunca han sido muy dados a tratar este tipo de temas.

— Dile que venga, discutiremos los términos del divorcio si es lo que quiere, una vez tengas la mitad de su fortuna, no será difícil conseguir un buen marido, incluso Matt, querrá regresar.

— ¡¿Qué dices?! ¡¿Estás escuchando lo que dices?! ¡Si así fuera no me tratarías como una maldita mina de oro a la cual hay que sacarle provecho! ¡Soy tu hija! ¿Es que no tienes ni un poquito de amor para mí? — No contesta y eso es peor.

Miro a mamá quien ha decidido no volver a intervenir y solo observa su manicura, en un gesto de desinterés total.

— YA BASTA, HE TENIDO SUFICIENTE DE TUS TONTAS ACCIONES, CADA UNA PEOR QUE LA ANTERIOR, HE TRATADO DE SER PACIENTE, PERO CONTIGO ES IMPOSIBLE. — Se levanta papá, dando un fuerte golpe a la mesa mientras grita. ES ESO O TE OLVIDAS DE QUE TIENES UNA FAMILIA.

— ¿Y es qué acaso alguna vez la he tenido? — Los miro a ambos, me levanto y salgo a toda prisa de aquel lugar, entro a la que por tantos años fue mi habitación y en la que ahora me siento como una total intrusa, procuro no pensar, tomo un maletín guardo mi portátil, algunas cosas de la universidad, mi celular, documentos y las llaves de mi moto. Necesito llorar, pero no va a ser en esta casa, no frente a ellos. Me dirijo al parqueadero y salgo en mi moto. Acelero lo más que puedo y la brisa se va llevando mis lágrimas, ojalá pudiera llevar consigo también el dolor. No sé por cuanto tiempo he conducido, vuelvo en sí gracias al fuerte sonido de un vehículo que frena abruptamente para no arrollarme, ya que al parecer me pase el semáforo en rojo, aun así no detengo la marcha sino hasta unos metros más adelante, y es cuando me doy cuenta de que no traigo casco, en este punto de la ciudad no hay edificaciones solo se ve pasto y uno que otro árbol, me siento en el borde de la carretera y doy rienda suelta al llanto.