"Sansa" - Sobrevivir Siendo La Villana.

La orden del gran faraón fue dada, y se preparaban para el anuncio. El visir Ei había regresado a su casa, pasando directamente al lugar de residencia de su hija Sansa, quería pasar tiempo con ella, y obviamente aprovechar para comentarle lo que había sucedido en el palacio.

Despues de salir del palacio había pasado por el mercado, para comprar varias cosas muy apetecibles para probar con su hija mientras charlaban.

-entonces, el rey aceptó a Marwa-, comentó Sansa mientras acariciaba a su pequeño Ra y su padre le colocaba en frente un plato lleno de diferentes cosas para probar.

-si, y me preocupa un poco lo que Akmman pueda llegar a hacer tratando de vengarse. Estoy casada con ella legalmente, no puedo romper el matrimonio sin una causa justificable ante el faraón, ya que es su prima.

-podría considerarse como una ofensa grave ante el faraón. Es algo que no se puede tomar a la ligera sin argumentos y pruebas sólidas. Padre, lo más prudente es no hacer nada. Por lo menos por ahora hasta que Marwa se case y entre al harén del faraón-.

-si, así es hija. Lo que me preocupa es que quiera dañarte. Ahora que ya no tiene a tu madre en su poder, buscará la manera de utilizar lo que más me importa y que está a su alcance, o sea a ti-, dijo el visir esto último con mucha preocupación en el rostro y Sansa pudo notarlo.

-no te preocupes padre, no soy tan indefensa como todos creen. Además, tengo a Hassa, Mona y Zorah. Ellos no son tan simples como aparentan y me son leales-. Sansa sonrió después de decir eso para tranquilizar a su padre.

-bien, pero de igual manera dejaré más guardias cuidándote-, replicó.

-si eso te permite estar un poco más tranquilo, está bien. Pero preferiría que sean guardias del príncipe Senebkay. No podemos confiar en su totalidad de los tuyos, no sabemos qué tan confiables son, ya que Akmman es tu esposa, y yo solo una hija no muy querida a la vista de todos-.

-eso es correcto. Lo arreglaré con el príncipe. Tú no te preocupes hija mía. Después de que Marwa se case, iremos al templo del este. Vete preparando para el viaje-, dijo esto último acariciando la cabeza de su hija y una sonrisa cálida.

-está bien padre. Estaré lista.

Padre e hija pasaron tiempo juntos ese día. Mientras que horas después, ya por la tarde, llega un enviado del faraón solicitando la presencia de Akmman, el gran visir Ei y Marwa. Una vez reunidos en el salón de la mansión, el enviado del palacio habló felicitando a la familia por ser elegidos para formar parte de la familia real a través del matrimonio de Marwa.

El rostro de Marwa pasó por todos los estados y colores, mientras que Akmman sr las arregló como pudo para hablar.

-¿está usted seguro de que es mi hija Marwa?-, preguntó con un rostro de incredulidad, como si lo que había escuchado hubiera sido más bien una mala broma.

- la boda se llevará a cabo dentro de 3 días. Mi señor se encuentra ansioso y feliz por su futura esposa razón por la cual mandó algunos regalos para la señora y su hija-, terminó de decir el ayudante más cercano de su majestad quién fue el encargado de llevar la noticia como enviado del palacio.

No pasó mucho tiempo para que madre e hija estuvieran en la habitación de Marwa revisando los regalos. Pero ninguna de las dos parecía estar feliz con todo eso.

-¡se supone que la bastarda debía entrar al harén y no yo, Madre! ¿Por qué madre? ¿Por qué no hiciste nada al respecto?-, se quejó Marwa muy molesta, y tirando las cosas al suelo, ya llorando amargamente por la situación que tenía encima ahora.

-no sé qué habrá pasado. Estoy segura de haber convencido al rey. Quizás fue algo que le dijo el visir. Temo que ahora ya no se pueda hacer nada-, razonó ahora Akmman.

- yo no quiero casarme con ese rey sádico y loco-, volvió a quejarse Marwa, y agregó; -yo no quiero morir aún-

Marwa estaba llorando, mientras que Akmman estaba quieta y pensativa. Después se levantó y abrazó a su hija para susurrarle al oído;

- hija, ya no se puede hacer nada sobre esta situación, pero incluso si es así, puedes revertirlo convirtiéndote en la única favorita del rey. Si ganas su favor, tendrás el imperio a tus pies. Solo tienes que servir bien al rey y yo te enseñaré. No te preocupes. Y sobre esa bastarda, esta misma noche me ocuparé de ella. Límpiate los ojos que se te corrió el maquillaje, ya no llores. No arruines tu buena apariencia-, dicho aquello le dio un beso en la frente a su hija y la instó a levantarse.

Una vez que su hija estuvo más tranquila, la dejó acostada y fue a sus aposentos porque necesitaba mandar una solicitud a sus hombres.

Escribió unas líneas y llamó a su más leal sirviente para llevar la nota con el pedido. En ella se especificaba que la hija mayor del visir debía morir esa noche. Sabía que no podía sobornar a los sirvientes leales de Sansa, así que optó directamente por un ataque nocturno.

La noche llegó, todos estaban bajo el hechizo de los sueños. Sansa al igual que los demás estaba dormida, hasta que sintió un ruido y varias pisadas.

-Senebkay-, pensó... Pero inmediatamente descartó ese pensamiento al escuchar que eran varias pisadas, o sea varios hombres que habían entrado a su habitación y definitivamente no sería su príncipe, ya que él siempre va solo y jamás llevaría hombres a su habitación. Ella lo conocía muy bien.

-esto solo puede ser obra de esa bruja, pero ya verás-, pensó mientras se alistaba para defenderse.