PRISIONERA DEL DOLOR.

Los invitados seguían felicitando a Luisa en eso aparece Lorena que con su actitud soberbia le dio una mirada llena de desprecio que solo Luisa pudo notarla.

- Felicidades, querida sobrina.-. Dijo entre dientes desde kilómetros se podría ver que la habían obligado a decir esas palabras.

- Gracias.-. Sonrió Luisa fingiendo amabilidad, ella también sabia actuar con hipocresía.

Lorena la fulmino con la mirada pero no podía decirle nada esa chica era la protegida de su hermano y sobrino, se despidió de ellos y se fue a sentar junto a su hijo Héctor.

- No sé por qué mi hermano protege tanto a esa.-. Le susurro a su hijo.

- La verdad madre no me interesa.-. Dejo la copa que tenía en sus manos para dejarla en la mesa y voltio a verla.-. Estuve pensando madre y me preguntaba por qué odias tanto el apellido Brown si el que debería estarlo odiando mira donde está.-. Señalo a Thomas que bailaba con Luisa sonriéndole.

Ante esa pregunta Lorena se puso tensa no le gustaba hablar de eso y peor con su hijo era un recuerdo el cual quería borrarlo de su mente para siempre.

RECUERDO.

Pasaban las diez de la noche en la bella ciudad de New York que se alistaba para recibir el nuevo año, en algunos suburbios sus calles estaban algo desoladas únicamente se paseaban borrachos y drogadictos que querían seguir la fiesta en otra parte de la ciudad para unas personas andar a esas horas por esos lugares era un suicidio seguro.

Una hermosa mujer de unos veinte años caminaba con cierto temor por esas calles estaba de vacaciones junto a su hermano mayor Raúl, se le había pasado la hora en un bar donde festejaba mientras llegaba el nuevo año pese a que ella era muy importante en Italia reconocía que en tierras ajenas solo era una presa fácil de cualquier enemigo que no dudaría en tomarla como rehén o vengarse de cualquier atrocidad que la mafia italiana les haya ocasionado.

Con temor llego a la parada de taxi pero no había ninguno así que se quedó a esperar uno que de seguro no demoraría en llegar, no habían pasado ni dos minutos cuando un auto lujoso se paró en frente de ella de este bajo un hombre muy atractivo no mucho mayor que ella de seguro tendría unos 22 o 23 años no más.

- Hola hermosa dama.-. Le sonrió dulcemente.-. Veo que se ha quedado sin taxi.-. Señalo la parada vacía.

- Hola buenas noches.-. Le respondió.-. La verdad es que si pero de seguro no demorará en llegar uno.

- Me temo desilusionarla pero aquí los taxis demoran en llegar como sabrá es fin de año y puede que solamente hayan trabajado un rato y después decidieran ir a sus hogares para recibir el nuevo año.-. Le explico el hombre atractivo.

- Ud cree?.-. El hombre asintió.

- A donde se dirige bella dama.

- Al centro de la ciudad allí mi hermano me espera.

- Hoy es su día de suerte justo me dirigía al centro si gusta y desea le puedo acerca a su destino estos lugares son peligrosos a estas horas.

La muchacha sonrió amablemente el hombre le pareció agradable así que gustosa acepto ir con él, era eso o quedarse allí varada y que cualquier pervertido le hiciera algo.

- Si no es mucha molestia, señor.-.

- Santiago, llámame Santiago Brown.-. Le abrió la puerta de copiloto.

- Un gusto Santiago mi nombre es Lorena Moretti.-. Le dijo mientras subía al auto.

El hombre arrancó y un minuto después un taxi llego a la parada pero demasiado tarde para la muchacha que había caído en las garras de aquel lobo.

FIN DEL RECUERDO.

- Mamá, .-. La voz de su hijo la trajo a la realidad.-. Que te pasa te estoy hablando desde hace un buen rato y andas en las nubes.

- Lo siento no me siento bien la presencia de esa mucha me causa jaqueca.-. Dijo sobándose la cien.

- Eres muy dramática madre esa mujer no te ha hecho nada.-. Hablo Héctor molesto.

- Ella no pero....-. Se calló de inmediato.

- Pero que.-. Indagó Héctor en el tema.

- No me hagas caso hijo ya estoy diciendo tonterías.-. Se levantó.-. Voy al baño a retocar el maquillaje.-. Héctor rodó los ojos el preocupado por ella y ella preocupada por su maquillaje bufo ante eso, tomó una copa y empezó a beberla observado a la parejita que se daban cariño disimuladamente esto le causó gracia.

Thomas agarraba la mano de Luisa con fervor después de bailar con ella se sentaron a disfrutar del festejo no había tenido ningún contratiempo y la celebración era todo un éxito.

- Te gusta tu fiesta de cumpleaños.-. Le susurro en el odio la cual erizo la piel de Luisa.

- Si todo es muy hermoso.-. Le sonrió y voltio a verlo.-. Gracias por esto.-. Le dio un beso en la mejilla.

- De nada.-. Le acaricio el cachete y sonrió.-. Recuerda que eres mi esposa y haría lo que fuera por ti.-. Le dio un beso corto en los labios.

Luisa se sonrojó ante las palabras que él le dijo pero dejo de respirar cuando Thomas le dio un pequeño beso, no era novedad para ella que él siempre la besara pero jamás lo había hecho en público ni siquiera cuando se casaron por lo civil.

- Adoro cuando te sonrojas.-. Le dijo una vez se apartó de ella.

Luisa volvió a parecer un tomate y esto provocó una carcajada a Thomas.-. Eres única Luisa.

- Sabes me he portado muy bien no crees que merezco un premio.

- Quizás.-. Dijo Luisa pensado.-. Te voy a dar a elegir tu premio pide lo que quieras que yo te complazco.-. Luisa no se percató del peso de sus palabras.

- Lo que quiera?.-. Luisa asintió sin mirarlo porque si lo hubiese hecho se daría cuenta de la sonrisa picara que puso Thomas al escucharla decirle esas palabras.

- Seguro?.-. Volvió a preguntar para confirmar si había escuchado bien.

- Completamente segura.-. Le dijo Luisa sonriendo no se imaginaba lo que su esposo le pederia.

- Quiero que esta noche duermas conmigo..