Linda es una mujer que a lo largo de su vida ha sufrido por su sobrepeso, aun así no se deja intimidar y trata de llevar una vida tranquila. Ella sufre porque su periodo es inestable, así que debe ir a una revisión.
Ethan es un CEO muy importante, su sueño es casarse y tener hijos, pero su novia se niega a ello porque no desea perder su figura, así que decide alquilar un vientre.
Pero no todo sale como se planea, Linda está embarazada, ¿pero cómo, si ella es virgen? En la clínica se han equivocado y ahora es Linda quien lleva al hijo de Ethan, ¿Cómo solucionaran esta confusión? ¿Linda estará dispuesta a entregar a su hijo cuando nazca?
NovelToon tiene autorización de Lala Alve para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Linda Rose
:
Capítulo 1 – Linda Rose
Me llamo Linda Rose, una chica normal. No soy un genio ni nada por el estilo. En mis estudios soy muy regular.
Si me preguntan qué me encantaría estudiar, diría: actuación, teatro, canto, biología, francés, administración, etc.
¡Sí, soy muy inestable con mi proyecto de vida! Me encantan las novelas y los dibujos animados.
Siempre he sido muy enamoradiza, pero nunca correspondida. Me fascinan los hombres altos, delgados y con ojos azules.
¡Sí, soy soñadora! Pero díganme, ¿cuántas no hemos soñado con un príncipe azul? Culpa de los dibujos animados…
A pesar de ser una soñadora, mis padres siempre han tratado de encaminarme.
Cuando me tocó entrar a la universidad, me pusieron entre la espada y la pared: tenía que decidir qué carrera estudiar.
¿Adivinen cuál elegí? 😂😂😂 ¡Educación primaria! Era la menos difícil. ¿Saben por qué no estudié actuación?
No soy 90-60-90.
No soy buena memorizando.
Soy tan simple que, si estudiara, el trabajo se lo darían a cualquiera menos a mí.
Así que preferí estudiar algo en lo que, con suerte, el gobierno me pague por hacerlo… y así poder mantenerme.
No soy hija única. Tengo un hermano mayor que yo, dos años mayor. Él sí es muy guapo, inteligente y un gran chico.
También tengo una hermanita de 12 años. Como dice mamá, es su pequeña bendición.
Como les contaba, soy sencilla. Solo me he besado dos veces en mi vida… ¡y sin lengua!
Bueno, en realidad, yo les robé los besos, y ellos se espantaron. Aunque me puse triste,
lo positivo es que por lo menos he besado, aunque fueran robados. Ja, ja, ja.
Me pregunto: dicen que cada persona tiene su destinado. Creo que al mío se le olvidó… al destino, ja, ja, ja.
Pero eso no me angustia. Muchas de mis amigas han sufrido por amor. A mí tampoco me interesa perder la virginidad.
Sé bien de las apuestas que hacen en la universidad. Como dice mi tía Mary:
“Lo que no has probado, no te hace falta.”
Y si se pusieran en mis zapatos… si empezara mi vida sexual, tendría que pagar para apaciguar el deseo.
¡Eso sí que no! Prefiero ser virgen toda la vida.
Mi mejor amiga Eva es un poco más delgada que yo. Ella ha sufrido mucho.
El chico con el que tuvo su primera vez la lastimó, incluso le provocó un desgarre.
Ella es gordita, pero tiene una cara hermosa y unas curvas preciosas.
Si a ella le fue así, ¡conmigo no quiero ni imaginarlo!
¿Se preguntan por qué no bajo de peso? Como si no lo hubiera intentado…
Pero toda mi familia es así. Las mujeres, excepto mi hermanita, tenemos el metabolismo lento.
¡Ah, y los hombres de la casa son perfectos! Hasta mi papá es alto y delgado, igual que mi hermano.
Bueno, les voy a contar cómo soy para dejar de tanta cháchara:
Mis medidas son 110-95-120.
Mido 1.57 m, tengo el pelo castaño claro y lacio, ojos café claros tirando a miel.
Mi nariz y mi boca son pequeñas. ¡Ja, ja, ja! Por lo menos algo en mí es pequeño...
Mi familia es estable. Mi papá, aunque ha tenido sus errores, ha sido un gran padre. No es perfecto, pero sí es bueno.
Mi mamá, igual que yo, es gordita, muy comprensiva y cariñosa. Mi hermano es súper sobreprotector.
Jode bastante, pero así me ama. Es el que más vive diciéndome cosas de los hombres:
—Linda, los hombres hacen cualquier cosa con tal de conseguir lo que quieren. No te confíes.
—¡Ya sé! ¡No soy tan inocente como parezco! —le respondo siempre, aunque a veces sí lo soy un poco.
Mi hermanita es muy inteligente y bellísima. Conmigo se lleva muy bien, aunque a veces actúa como si fuera mayor que yo.
Y aquí es donde empieza mi historia…
Todo comenzó por mi sobrepeso. Mi menstruación se volvió muy irregular.
Los sangrados eran abundantes, los dolores insoportables.
Fui al médico general y la doctora me recomendó empezar a tomar pastillas anticonceptivas para regularme.
Lo hice… pero no sirvió de nada. El periodo seguía igual.
Bueno, sí hizo algo… ¡aumenté cinco kilos más! Así que decidí buscar ayuda en una clínica privada. Me atendió la doctora María.
—Necesitamos hacerle una citología, señorita. Pero será en otra cita. Hoy solo revisaremos su historia clínica —me explicó.
Un mes después…
—Señorita Linda Rose, pase por favor. Tome esta bata y póngasela —dijo la enfermera con voz amable.
Yo estaba muy nerviosa. La otra doctora me había explicado que el procedimiento sería sencillo,
que mi virginidad no se vería afectada, que solo necesitaban una muestra. Aun así, algo me inquietaba.
Entró la doctora Gina. Se veía apurada, con el celular en la mano.
—Señorita, súbase a la camilla.
Y antes de que pudiera decir nada, comenzó con el procedimiento.
No se percató de que yo era virgen.
(No tengo claro qué pasó exactamente, solo sé que no fue como lo habían explicado…)
Cuatro meses después…
No sé qué hizo aquella doctora, pero desde entonces los sangrados cesaron. Los dolores desaparecieron.
Lo único malo es que mi apetito aumentó… y también subí otro kilo.
Mi ánimo está por las nubes. Me siento alegre, con energía.
Mamá dice que hasta tengo un brillo hermoso en los ojos.
—Me preocupas, Linda. Vamos a ir al médico otra vez —me dijo una mañana, con su voz firme pero dulce.
Regresamos a la clínica. La doctora María me recibió con una sonrisa.
—Todo se ve bien, señorita —me dijo mientras revisaba los exámenes anteriores—. Pero voy a mandarle a hacer unos nuevos.
En una hora tendremos los resultados.
Una hora después…
Entré al consultorio. La doctora tenía una cara seria, pero también algo sorprendida.
—Señorita Linda Rose…
—¿Sí, doctora?
—Usted… está embarazada.