Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.
Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.
La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.
En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.
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Capítulo 15: La Sombra del Nuevo Enemigo
...Desayuno de Estrategas...
La mañana en el suite de Rein era una mezcla de intimidad y ambición corporativa. Eujin y Rein se despertaron abrazados, sus cuerpos adoloridos por la pasión, pero sus mentes ya enfocadas en la tarea que tenían por delante: la fusión de Epsilon y Ji Won Global Security.
Rein, con la energía de quien se siente invencible, ya tenía trazada la agenda del día
—Hoy tengo tres reuniones cruciales —dijo, mientras se vestía con una velocidad pasmosa y elegancia impecable—. Necesito convencer a nuestros contactos en Hong Kong y Londres de que la fusión es una oportunidad para la expansión internacional. Esto nos dará la liquidez que necesito para vender la corporación principal sin levantar sospechas.
Desayunaron en el comedor de la mansión, junto a Chae Ji Won. El ambiente era de familia.
Rein, sin inhibiciones, se inclinó primero y besó a su padre en la frente.
—Buenos días, papá. Te quiero.
Luego, se giró hacia Eujin. El beso que le dio en los labios fue lento, íntimo, completamente descarado.
—Y tú, mi socio, tienes un día importante. Necesito que investigues.
Chae Ji Won observó la escena con una sonrisa satisfecha.
—Me alegra verte tan feliz, hija. Y tú, Eujin, tienes el rostro de un hombre que finalmente ha encontrado su lugar.
Eujin asintió sonriendo, aún perdido en el beso que su novia acaba de darle. Rein se puso de pie, tomando su elegante bolso.
—Bien, el juego ha comenzado. Eujin, encárgate de la información —depositó otro beso al hombre, pero esta vez en su mejilla —Nos vemos en mi oficina más tarde.
...La Sombra de Eun Chaewon...
Eujin aprovechó la mañana para hacer lo que mejor sabía: investigar. Se sentó con Chae Ji Won en la oficina de la mansión.
—Señor Ji Won, necesito que me hable sobre Eun Chaewon. Dae Kim me dio una advertencia.
Chae Ji Won asintió, su rostro se oscureció.
—Es una víbora, Eujin. Un hombre que se ha construido a sí mismo de las cenizas.
Chae le dio a Eujin la historia completa. El padre de Eun Chaewon fue un político prominente, pero fue acusado de lavado de dinero y terminó en desgracia. Eun Chaewon creció en la sombra de ese escándalo.
—Es brillante, se graduó con honores de las mejores universidades. Pero no tiene escrúpulos. Subió rápidamente en el escalafón político, limpiando el apellido de su familia con dinero y poder. Ahora es un hombre importante en el gobierno, con amigos en el nuevo Primer Ministro y, lo que es más peligroso, tiene conexiones políticas importantes en Estados Unidos.
—¿Sabe de su pasado turbio?
—Rumores, Eujin. Solo rumores. Se dice que ha asesinado a gente para llegar a donde está. Que ha borrado evidencia. Pero es solo chismes de la élite. Nunca hay nada confirmado. Su reputación pública es inmaculada: un joven conservador, un patriota. Pero es despiadado. Cuidado con él.
Eujin tenía un nombre, una cara y un motivo: subestimar y poseer a Rein.
...La Inteligencia de Dae Kim...
Eujin decidió que la mejor fuente de inteligencia sobre un político corrupto era otro político corrupto. Llamó a Dae Kim y le propuso una reunión. Dae aceptó de inmediato.
Se encontraron en un café de lujo, un ambiente neutral.
—Así que el guardaespaldas viene a mí por ayuda. Me conmueve tu humildad, Eujin —bromeó Dae Kim, tomando su té verde.
—Eun Chaewon. Dime todo lo que sabes.
Dae Kim se puso serio.
—Chaewon es un contrincante directo en la carrera al cargo de mi padre. Es arrogante y peligroso. Pero tiene una ventaja: nunca hay pruebas. Sin embargo, sé que tiene negocios turbios. Hablamos de redes de contrabando en Europa del Este, particularmente en Ucrania y Serbia. También se rumorea que trafica drogas a través de sus rutas de importación en América Latina.
—¿Y por qué no lo denuncias?
—Porque no hay pruebas, Eujin. Sus sistemas son perfectos. Y todos sus socios han "desaparecido" o se han "suicidado". Es un fantasma. Es por eso que lo que Rein está haciendo con tu empresa es peligroso. Sus sistemas de ciberseguridad podrían revelar sus transacciones ilegales, y no le gustará.
—Así que está intentando desestabilizarla para controlarla.
—Exacto. Quiere que ella venga a él, humillada, para pedir ayuda con el escándalo o el problema que él mismo le creará. No dejes que eso pase, Eujin.
Eujin tenía suficiente. La amenaza era real y la forma de defensa era clara: tenía que proteger los sistemas de Rein de forma física y digital.
...La Confrontación de la Víspera...
Eujin tomó un taxi a la Torre Ji Won Glob al, un edificio inmenso y moderno en el corazón del distrito de negocios de Seúl. Rein lo había invitado a su oficina para una actualización.
Mientras Eujin caminaba por el lobby de mármol, sintiendo el ambiente frío y formal que detestaba, la puerta del ascensor principal se abrió.
Salió Eun Chaewon.
Era un hombre alto, con una presencia arrogante y un traje cortado a medida que gritaba riqueza y poder. Su rostro era atractivo, pero sus ojos tenían una frialdad y una inteligencia manipuladora que Eujin reconoció al instante.
Eun Chaewon se detuvo, su mirada arrogante se fijó en Eujin, evaluándolo.
—Vaya, el chico de los rumores. Eujin Min Song, ¿verdad? —dijo Eun, con un tono condescendiente.
Eujin se detuvo, controlando su temperamento.
—Eun Chaewon. Es un placer.
—No lo creo. Acabo de tener una reunión muy productiva con la Señorita Ji Won. Es una mujer increíblemente inteligente. Es una pena que se distraiga con cosas... mundanas.
Eun Chaewon no se dignó a ocultar sus intenciones. Se acercó a Eujin.
—Sé que te acuestas con ella. No eres estúpido, pero entiende una cosa: Rein necesita poder real, no un juguete exótico del campo. Necesita conexiones políticas, no un granjero fracasado. Si ella llega a suplicar por mi ayuda, te lo garantizo, te sacaré de su vida en menos de veinticuatro horas.
Eun Chaewon sonrió, el gesto era un puñetazo invisible.
—Dile a tu... compañera que piensen bien en sus alianzas. O su pequeño imperio se va a derrumbar.
Eujin sintió la adrenalina. El instinto mercenario le gritaba que moliera a golpes al político, pero la promesa a Rein lo detuvo. Tenía que ser inteligente.
—Gracias por la advertencia, Chaewon. Pero te equivocas en una cosa —Eujin aprovechó para acercarse a él y susurrar a su oído con una sonrisa de medio lado —La señorita Ji Won no suplica, ella exige. Y ella no es mi compañera, es mi mujer. Y créeme, Eun, yo soy capaz de borrar hasta el mínimo rastro de la existencia de cualquiera que se atreva a tocar a mi mujer.
Eun Chaewon se quedó petrificado por un segundo, sintiendo el peligro real y frío en la mirada de Eujin. Luego se rió, una risa forzada y narcisista.
—Ya veremos, granjerito.
Eun se fue, dejando a Eujin con un control precario sobre su furia.
El ex mercenario subió al ascensor. Cuando la puerta de la oficina de Rein se abrió, ella estaba allí, esperándolo con una sonrisa encantadora.
—Llegas a tiempo, Eujin. ¿Viste a Eun Chaewon? Acaba de salir.
—Lo vi. Tuvimos un intercambio de cortesías.
Rein se acercó y tomó su brazo, guiándolo hacia su escritorio con una vista espectacular de la ciudad.
—Chaewon es útil. Es un posible puente al gobierno estadounidense. Necesito su influencia para cerrar un par de acuerdos. Por eso tuve la reunión. Pero no te confundas, Eujin. Es un medio, no un fin.
Eujin la miró a los ojos. Había frialdad y ambición en su expresión, pero también una lealtad inquebrantable hacia él.
—Acaba de amenazar nuestra alianza, Rein.
—Lo imagino, pero me subestima. Y eso es nuestro mejor arma... Ahora, siéntate. Tenemos que hablar sobre cómo vas a hackear sus conexiones en Hong Kong. O lo desmantelamos, o lo usamos. Elige.
Eujin sonrió, su corazón latiendo por la astucia de su mujer.
—Lo desmantelamos, Rein. Pero primero, vamos a blindar nuestros sistemas. No quiero que se acerque a tu territorio.
La guerra había llegado a Seúl. Y Eujin estaba listo para luchar por su Reina y su futuro.