Valeria toma la decisión de ser una joven mantenida por un hombre mayor,sin imaginar que esto le costara más de lo que ella se imagina. Luego de conocer a Álvaro Ramirez todos sus sueños se cumplen, pero todo se acaba por una mentira creando en ella una ambición sin fin que la llevará a un destino incierto.
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Rompiendo la rutina.
Dejamos todo en casa y luego de ordenarlo le propongo irnos antes de que Nancy llegue.
- Ahora ya estoy lista.
- ¿Lista para qué?
- Para irnos, viniste porque querías estar conmigo y ya podemos irnos. Disculpa no quiero decirlo de mala forma, pero aquí no podemos hacerlo, ya que no vivo sola.
- Entiendo.. Entonces a donde vamos.
- A tu departamento o prefieres un hotel.
Por alguna razón que diga eso me molesta mucho más de lo planeado. - Si yo fuera un amigo o conocido tuyo que planes harías para un día común.
- Que pregunta extraña, supongo que ir al cine o a pasear por algún lugar.
- Perfecto vamos a una exposición de pinturas que deseaba ver antes de que cierre y se vaya.
- Está bien como quieras. Me buscas un atuendo que te sirva para la ocasión.
Entró en su cuarto y lo primero que noto son las fotografías de ella con su familia. Tiene muchas por todo el lugar.
- ¿Quiénes son estos niños?
- Mis hermanitos menores y ellos son mis papás, viven lejos en un pequeño pueblo.
- Se parecen mucho a ti.
- La niña tiene 10 y el niño tiene 14, son buenos niños y los quiero muchísimo también los extraño demasiado.
- Ponte este atuendo, delante de mí.
No soy bueno para las emociones, ni demostrándolas mucho menos escuchándolas. Odio cuando las personas se ponen sentimentales así que es mejor cortar con tanta miel. Valeria me obedece de inmediato y se quita todo delante de mí.
Cuando me acerco a ella está me sujeta de la mano. - Ya te lo dije aquí no.
- Simplemente, quiero subir la cremallera.
Valeria sabe que me pertenece, que es mía y a pesar de eso ella pone sus límites con firmeza y determinación. Creo que es por eso que me llama la atención, es la primera mujer que se vende a mí y todavía se cree con derecho de decirme que no a algo que yo quiero.
- Vámonos.
- Copiado, presidente.
Para mi sorpresa Valeria lo disfruta mucho, la puedo ver entusiasmada con cada pieza que ve, incluso hace preguntas muy contundentes cuando un cuadro le llama la atención.
- Álvaro me alegra ver que si viniste, ya pensaba que me marcharía sin poder saludarte.
- Bueno hoy tenía tiempo.
- ¿Quién es la bella chica que te acompaña el día de hoy?
- Una conocida.
- Oh ya veo, tú sí que tienes a muchas conocidas y donde está Moors ese chico que es tu sombra.
- Yo estoy conduciendo así que en la oficina.
- ¿Tú estás manejando y has dejado a Moors atrás? Amigo que te está pasando.
- Tampoco es para tanto, no exageres.
- Álvaro desde que te fuiste de casa y conseguiste a Moors él se encarga absolutamente de todo, si lo veo a él sé que te veré a ti y si quiero hablar contigo primero tengo que hablar con Moors. Ya han sido 10 años así y de la nada estás solo con una jovencita que podría ser tú hermana.
- Cállate, no menciones a mis hermanas, que tiene de malo salir de la rutina y hacer algo diferente por una vez, además ya te dije esta mujer es una conocida, nada especial como todas las demás.
- Está bien, tienes razón es bueno romper con la rutina y hacer cosas nuevas.
Me doy la vuelta buscando algo de beber cuando lo vuelvo a escuchar. - Es solo que tú no eres esa clase de persona que rompe su rutina.
- Vete al carajo Cristóbal.
Entro al baño y me observó en el espejo. ¿De verdad estoy actuando extraño? Bueno si es verdad que nunca salgo con las chicas, todo se queda en las 4 paredes de un hotel o apartamento, tampoco puedo negar que nunca dejo atrás a Moors, ya que él es mi escudo por si las cosas se ponen feas y es quien limpia todo el desastre cuando acabo de jugar. Oh carajo Cristóbal tiene razón que estoy haciendo aquí con una mujer casi 20 años menor que yo.
Salgo y tomo a Valeria de la mano para irnos de inmediato. - Que pasa, que ocurre porque nos vamos tan rápido.
- Es hora de que te pongas a trabajar Valeria. Ya jugaste lo suficiente y ahora es mi turno de jugar.
Sus ojos se llenan de lágrimas mientras aparta su mano, si antes me sentía mal ahora me siento peor que una basura.
- Valeria yo..
- No diga nada, ya mismo lo complazco.
Ella se inclina sobre mí mientras desabrocha mi bragueta y comienza a estimularme. - No sé hacer esto, así que por favor enseñarme y ten algo de paciencia.
- Valeria no.
Siento su lengua comenzar lento y de a poco baja haciendo que mi juicio se nuble, es terrible, pero valoró su esfuerzo. Luego de acabar la llevo a mi departamento y no la dejo ir hasta el día siguiente. No hubo más palabras innecesarias, ni reproches, solo sexo como estoy acostumbrado.
Pero cada mañana en que la veo dormir en mi cama se me hace más difícil dejarla sola e irme.
- Moors cuando se despierte llévala a su casa y asegúrate de que desayune antes de irse.
- Entendido jefe, aquí está el ramo que me encargo traer.
- Ponlo junto a la bandeja de desayuno.
- Que tenga un buen día, presidente.
Odio está sensación desagradable en mi pecho, no sé que es, pero se siente como una espina molesta todo el tiempo en el que estoy con ella y es peor cuando estamos alejados.
Horas después Valeria despierta en la cama sola y mientras se da una ducha ve las marcas en su cuerpo.
- Que estoy haciendo... Que estás haciendo Valeria, eres un adorno para él y ese desgraciado de seguro es bipolar o algo así.
Mientras bajo puedo oler el delicioso aroma del desayuno y ahí está él con ese delantal, su espalda ancha y un ramo de rosas sobre la mesa. Esto me hace recordar los aniversarios de mis padres.
- Buenos días, señorita.
- Hola Moors.
- ¿Se encuentra bien?
- Estoy bien, me emociona el rico aroma, eres un buen cocinero.
- Gracias.
- Siéntate conmigo y desayunamos juntos.
- No...
- Por favor, odio comer sola.
Se ve tan triste que no me niego, a esta altura ya se debe de haber dado cuenta que el señor no es una persona amable y considerada. Álvaro Ramírez no es alguien a quien se pueda enamorar de la noche a la mañana, mucho menos se puede llegar a su corazón, esta es la parte que odio de mi trabajo.
Hay mujeres ambiciosas y también las hay como Valeria, pero siempre odio cuando una mujer llora.