Desde que la ví me obsesioné con ella. Era mía aunque no lo sabía y todo lo que quiero lo consigo.
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Capítulo 23
Secuestrador
Si verla tener su primer clímax, besarme con desesperación y morderme fue erótico, el siguiente día que destrocé su ropa de dormir fue lo mejor del mundo.
Descubrir todo su cuerpo y tocar cada parte de su piel fue sublime aunque haya tenido que atarla porque se asusta con facilidad y para completar es demasiado tímida para su propio bien.
Sus palabras pidiendo que me detenga no me afectan porque mientras ella suplica que pare su cuerpo necesita lo contrario y es que llegue hasta el final.
Ir tan despacio con ella es frustrante pero también me encanta ver el momento en el que pierde el control de su cuerpo.
Sentir en mis propios dedos como llega a su clímax podría convertirse en mí pasatiempo favorito. Ver lo cansada y relajada que queda luego de ese momento alimenta mí ego y más la deseo.
Ella es mí deseo, mí obsesión, la causa de mí locura y tenerla aquí me invita a cometer mil locuras dónde su cuerpo desnudo es mí principal víctima.
Se que al ser tan tímida y haber sido criada bajo la sumisión de la iglesia y de unos padres ridículos no hizo más que reprima su modo de ser y se esconda de los demás.
Entregarse a alguien solo para no poder casarse habría resultado peligroso porque no hubiese podido ni dejarse quitar la ropa. Algunos hombres son pacientes pero la mayoría no lo hubiera podido manejar lo que la pondría en peligro y acabaría por traumatizarla aún más.
Descubrí que ella responde mejor estando sometida porque así se suelta más y deja salir la mujer apasionada que en algún lugar muy profundo de su ser está encerrada queriendo emerger a la superficie.
Le parece más excitante y para que negarlo si siento lo mismo.
No sé por qué la atraje a mí cuerpo cuando ella terminó, quizás por verla tan dulce y relajada. Quise quedarme hasta que se durmiera pero finalmente cuando lo hizo no pude apartarme hasta que finalmente me quedé dormido.
La sentí moverse pero estaba tan cómodo que deseaba seguir durmiendo hasta que quiso quitarme la máscara, eso no podía suceder aún estando seguro de que no me reconocería.
Todo el día transcurrió tranquilamente hasta que llegó la noche y ella debía tomar una decisión. Cenamos juntos y aceptó entregarse a mí.
Fui a buscar el antifaz, el inmobilizador de piernas y las esposas de cuero porque estaba seguro de que me harían falta.
Al entrar a la habitación la besé y ella correspondió sin que se lo pida. Nos acostamos y le pedí que me quitara mí camiseta mientras yo desprendía su pijama para ir revelando su delicada y suave piel.
La espose cuando quiso cubrirse y poco a poco fui haciendo desaparecer cada pieza que cubría su desnudez. Me quité mí pantalón mostrándole no solo mí boxer sino lo duro que estaba por tenerla así.
Cuando jugué con sus pechos su respiración era errática pero cuando baje aún más por su cuerpo fue aún peor. Quería probar su intimidad y deleitarme con su sabor, beber toda su esencia hasta ya saciar estas ganas locas que me consumen desde hace tanto tiempo.
Jugué con su cuerpo hasta que ella no aguantaba más y estaba completamente entregada al placer de todo lo que hacía. Solté sus piernas y también sus manos. Me introduje poco a poco en su interior, le dolía y era tan estrecha que no quería lastimarla. Cuando finalmente entré por completo y sentí esa barrera desgarrarse ella me suplicó que saliera de su cuerpo pero no lo hice; sino que fui retirándome y volviendo a introducirme hasta que el placer se hizo presente.
Cuando obtuvo su liberación lo disfruté tanto como ella y grabé en mí mente cada detalle de ese momento que dudaba se volviera a repetir alguna vez. Yo no quería terminar y solo me concentraba en prolongar nuestra primera y única vez juntos pero luego de unos pocos minutos me deje ir.
Me quité de encima suyo, nos tapé y me quedé a su lado abrazándola. No sabía si quería hablar, o si quería que la abrace o la deje sola. Yo no acostumbré jamás a dormir con ninguna de mis aventuras, cada quien a su casa al terminar el acto pero con ella es muy diferente. A ella deseo darle cariño, protegerla y no creo que al salir de aquí y volver a nuestras vidas pueda olvidarla.
Seguiré al pendiente de ella y cuidando que su pasado no la alcance.
Pasé la noche con ella y esperé a que despertara para saber si estaba bien o no. Cuando salí de ella ambos teníamos un poco de sangre y al no ser pequeño debía asegurarme de que todo estuviera en orden.