Un mundo de magia donde cinco alumnas tendrán el honor de aprender del brujo más poder de todos los tiempos.
Pero no todo será dulce... el destino del mundo dependerá de ellas.
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La ceremonia temazcal
El día comenzaba y las discípulas tenían una clase más. Esta vez también era algo diferente a lo que estaban acostumbradas. La reunión fue en lo alto de un cerro, en un terreno muy grande. Al llegar ya las estaban esperando pues Ajaw hizo la reservación. Las guiaron por el sendero hasta un lugar donde podían guardar sus cosas. Después les dieron de beber una infusión especial para establecer su conexión. Al finalizar las llevaron hacía una construcción pequeña. Era en forma de círculo, similar a un iglú. En el centro había un agujero para poder entrar, dicho agujero era tapado por unas cortinas que bloqueaban completamente la luz y algo más…
Una vez dentro vieron unos tapetes. Les pidieron que se sentaran ahí formando un círculo entre ellas. En el centro había una acumulada de piedras, estás estaban muy calientes y ya tenían una preparación previa para esta ceremonia.
—Estarán dentro alrededor de una hora.—Dijo el guía muy alegre.—En ese lapso irá aumentando el calor, resistirlo es parte de su trabajo.
Las chicas habían escuchado sobre el temazcal pero nunca habían estado en uno. Sabían que era un lugar donde se encerraban juego a unas piedras preparadas especialmente. Durante la ceremonia de iba vertiendo agua sobre estás piedras calientes y eso provocaba un vapor intenso según la cantidad de agua. El vapor no tenía que escapar, todo se mezclaba con las personas ahí reunidas.
Conforme pasaba el tiempo, el calor aumentaba hasta llegar a algo insoportable. La tarea esa sacar todo lo negativo, calmar la mente, conectar con todos sus cuerpos y subir la energía conforme el calor aumentaba. Al finalizar, serían unas personas muy distintas a las que entraron, mucho mejores y energéticamente más estables.
Las chicas aceptaron el reto. Generalmente alguien debía guiarlas durante su estancia en el ritual pero su guía les dijo que su instrucción era llevarlas, explicarles, asignar a alguien para rociar el agua en las piedras e irse de ahí. Ajaw no tardaría en llegar para continuar la ceremonia.
No era la primera vez que su maestro llegaba tarde o las dejaba en incertidumbre durante una práctica, ellas estaban acostumbradas así que aceptaron y se relajaron.
Rachel fue la encargada de rociar el agua sobre las piedras. Tomó la jícara y la derramó sobre ellas. El vapor se hizo presente y comenzó a hacer su trabajo penetrando en los cuerpos de las brujas.
Después de unos minutos se miraron unas a otras y comenzaron una conversación para pasar el tiempo.
—¿Cómo les va?—Preguntó Mona para hacer plática.—¿Todo bien en casa?
—Si, muy bien.—Respondieron simultáneamente Rachel y Edith, preferían evitar ese tema.
—Yo les quiero contar algo.—Dijo Luz con un tono ilusionado.—Mi madre está mucho mejor. Ayer hice un ritual de sanación, logré hacerlo.
—¿En serio?—Preguntó Angy.—¿Fue ese difícil que el maestro te contó hace unas semanas?
—Si, llevaba días consiguiendo las cosas y memorizándolo. Fue una gran experiencia.
—Nos alegra mucho.—Dijo Mona emocionada.—Serás una gran hechicera sanadora.
—Ya lo es.—Interrumpió Edith.—Debemos dejar de vernos como grandes hechiceras a futuro, ya lo somos.
—Realmente lo intenté mucho.—Respondió Luz—Pero también estoy de acuerdo en que ya tenemos un nivel muy bueno, se que nos falta mucho, pero haberlo logrado me hizo sentir genial.
—Si, en verdad hemos logrado avanzar mucho.—Continuó Rachel mientras derramaba más líquido en las piedras.—El maestro nos ha ayudado mucho, es un gran regalo haber sido seleccionada para este curso.