En Amor en la Sombra de la Mafia, Dante Lucchesi, un despiadado jefe de la mafia, ha aprendido a mantener su corazón frío y sus emociones bajo llave. Nada en su mundo es más importante que el poder y el control... hasta que conoce a Isabella, una mujer que, por accidente, se cruza en su peligroso camino. Atrapada entre deudas y enemigos, Isabella no tiene otra opción más que aceptar la protección de Dante, aunque pronto descubre que bajo su fachada de acero se oculta un hombre atormentado por su pasado. A medida que sus vidas se entrelazan, la pasión y el peligro crecen a la par, llevándolos a enfrentar enemigos implacables y sentimientos que ninguno de los dos esperaba. Pero, ¿podrá Dante realmente proteger a Isabella sin perderse a sí mismo en el proceso? El amor verdadero no será fácil de conquistar en este oscuro mundo de traiciones y sombras.
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Capítulo 15: Nuevas Alianzas
La madrugada era fría y silenciosa. Isabella no había podido dormir después de la intensa batalla de la noche anterior. Aún sentía la adrenalina recorriendo su cuerpo, pero también la preocupación. Aunque habían logrado detener la ofensiva de Moretti, estaba claro que ese solo era el principio. Sabía que necesitarían algo más que estrategia y fuerza para superar lo que estaba por venir.
Sentada en su oficina, revisaba los informes del equipo cuando Dante entró sin previo aviso, con una expresión seria.
—Isabella, tenemos que hablar, —dijo, cruzando la habitación con pasos decididos.
Isabella alzó la vista, notando que Dante parecía más preocupado de lo habitual.
—¿Qué sucede ahora? —preguntó ella, dejando los papeles a un lado.
—Recibimos un mensaje esta mañana. Uno de los antiguos aliados de Moretti quiere negociar. Dice que está dispuesto a brindarnos información clave sobre sus próximos movimientos, pero hay una condición...
Isabella frunció el ceño, intrigada pero cautelosa.
—¿Qué condición?
Dante respiró hondo.
—Quiere protección. Moretti ya sospecha de él, y si lo descubre traicionándonos, lo matará. Quiere que lo saquemos del país a cambio de todo lo que sabe.
Isabella se levantó de su silla, cruzando los brazos mientras procesaba la información. Esto podía ser lo que necesitaban para inclinar la balanza a su favor, pero las traiciones eran comunes en el mundo de la mafia, y confiar en alguien cercano a Moretti era un riesgo.
—¿Quién es este supuesto aliado? —preguntó Isabella, mirando a Dante directamente a los ojos.
—Se llama Alessandro Ricci. Solía ser la mano derecha de Moretti, pero parece que las tensiones entre ellos han crecido en los últimos meses. Quiere salir antes de que Moretti lo elimine.
El nombre resonó en la mente de Isabella. Había oído hablar de Ricci antes, conocido por ser calculador y despiadado. No era alguien que se doblegara fácilmente, lo que hacía que esta oferta fuera aún más intrigante. Si Ricci estaba dispuesto a traicionar a Moretti, las cosas debían de estar mucho más tensas en su organización de lo que pensaban.
—¿Crees que podemos confiar en él? —preguntó Isabella, observando la reacción de Dante.
—No lo sé, —admitió Dante—. Pero si lo que dice es cierto, podría darnos una ventaja considerable. Está dispuesto a reunirse esta noche en un lugar neutral. Quiere asegurarse de que su identidad no sea revelada antes de que lo saquemos del país.
Isabella caminó hacia la ventana, mirando la ciudad aún envuelta en sombras. Si aceptaban esta oferta, tendrían acceso a información vital, pero también se exponían a una posible trampa.
—Hagámoslo, —dijo finalmente Isabella—. Pero necesitamos tomar todas las precauciones. No podemos permitirnos un error ahora.
Dante asintió, aliviado de que Isabella estuviera dispuesta a considerar la oferta.
—Me encargaré de organizar todo. Lo encontraremos esta noche y, si todo va bien, podríamos tener la ventaja que necesitamos.
Horas después, la noche cayó sobre la ciudad, envolviendo todo en una oscuridad inquietante. Isabella y Dante llegaron al lugar acordado, una vieja fábrica abandonada a las afueras de la ciudad. Era el tipo de lugar donde se llevaban a cabo tratos oscuros, con el eco de pasos resonando en la distancia y las sombras danzando entre los muros desgastados.
Isabella estaba tensa, esperando lo peor. Mientras caminaban hacia el interior del edificio, Dante permanecía en silencio a su lado, atento a cualquier movimiento.
Finalmente, lo vieron. Alessandro Ricci estaba de pie cerca de una de las columnas, fumando un cigarrillo. Su rostro era inescrutable, pero sus ojos revelaban una mezcla de ansiedad y determinación.
—Ricci, —saludó Dante en tono serio.
Ricci tiró el cigarrillo al suelo y lo aplastó con el pie.
—Dante, Isabella, —dijo, asintiendo con la cabeza—. Gracias por venir.
—Esperamos que esta oferta sea legítima, —dijo Isabella con frialdad—. No tenemos tiempo para juegos.
Ricci sonrió levemente.
—Créeme, no estoy aquí para jugar. Quiero salir de este maldito país antes de que Moretti descubra lo que estoy haciendo. A cambio, les daré toda la información que necesitan para acabar con él.
Isabella lo miró fijamente, tratando de leer más allá de sus palabras.
—¿Qué tan cerca está Moretti de hacer su próximo movimiento?
Ricci miró a su alrededor, asegurándose de que no había nadie más escuchando antes de hablar.
—Está a días de consolidar su control sobre las rutas de distribución de armas. Si no lo detienen ahora, tendrán que enfrentarse a una organización más fuerte y mejor armada.
Dante intervino.
—¿Y cómo podemos detenerlo?
Ricci sacó un pequeño dispositivo USB de su bolsillo.
—Aquí dentro tienen todo lo que necesitan: los contactos, las rutas, los sobornos. Pero necesito que me saquen del país primero. Una vez que esté a salvo, tendrán el control completo.
Isabella tomó el USB, observando a Ricci con cautela. Sabía que este trato era peligroso, pero la información que él prometía podía cambiar el curso de la guerra contra Moretti.
—Te sacaremos del país, Ricci, —dijo Isabella finalmente—. Pero si nos traicionas, serás el siguiente en la lista de Moretti.
Ricci asintió, consciente del riesgo que corría.
—No me interesa traicionarlos. Solo quiero salir vivo de esto.
La tensión entre ellos se mantuvo durante unos segundos más antes de que Isabella y Dante dieran media vuelta y salieran del lugar, dejando a Ricci con la promesa de un nuevo comienzo. Mientras caminaban hacia el coche, Isabella apretaba el USB en su mano, sabiendo que ahora tenían una herramienta poderosa en sus manos.
Pero también sabían que cualquier error los podría llevar a la ruina.
—Espero que hayamos hecho lo correcto, —murmuró Dante.
—Lo descubriremos pronto, —respondió Isabella con firmeza.
y el fin no puede quedar así
escritora si es la primera vez va enrutada pero falta ese algo que inquieta