Queda huérfana y tiene que cuidar de sus hermanos, así que con sólo 15 años se casa con un hombre ciego y malhumorado.
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Capitulo 13
Los trillizos se quedan en la mesa cenando. Camila y Bruce suben a su habitación. Cuándo entran Bruce abraza a Camila. Ella no se pone nerviosa, ya está acostumbrada a esos brazos. A escuchar ese corazón latir.
— No te prometo que seré el mejor marido. Pero si te prometo que ya no seré tan hostil. — Dice Bruce con sinceridad.
— Eso es todo lo que necesito. — Camila lo abraza más fuerte. — Yo te quiero, y estoy segura de que puedo hacerte feliz.
— Eres una niña muy linda. Pero no te ilusiones conmigo. Yo nunca podré hacerte feliz.
— ¿Por qué no? — Pregunta ella. Bruce por un momento quiere contarle de su enfermedad. Pero no puede. Siente que ella no lo verá igual. El ya lastimó a seis mujeres. Y no cree que Camila sera la excepción.
— Por qué no. Mejor cámbiate y ven a dormir. — Camila va al clóset y se cambia a una pijama. Bruce espera a que ella salga y luego va el. Se pone sólo un pans y entra a la cama.
— ¿Bruce?
— Dime.
— ¿Me abrazas? — Pide ella tiernamente. El no se resiste a esa voz y a esos ojitos. Abre los brazos y ella se mete entré ellos. Le da un pequeño beso en la mejilla y sonríe.
— ¿Qué te gusta de mi? — Pregunta el muy curioso.
— Me gusta todo de ti. — Responde ella.
— ¿Estás segura?
— Sólo hay algo que no me gusta.
— ¿Qué?
— Tú carácter cuándo te enojas.
— Trataré de ya no enojarme tanto.
— Gracias. — Camila besa sus labios. — Sueña conmigo. — Le dice con una sonrisa que hace reír a Bruce también.
— No quiero tener pesadillas. — Bromea el. Ella frunce el ceño con disgustó.
— Yo soñé contigo cuándo no estabas.
— Mentirosa.
— No lo soy. En verdad soñé contigo.
— ¿Y que soñaste?
— Soñé que hacíamos el amor. — Bruce abre los ojos impresionado. Ella se ríe de su cara. — Ja ja ja ja. — El al verla burlarse quiere jugarle una broma.
— Podemos hacer que ese sueño se haga realidad. — El intenta besarla pero ella lo evade.
— Ahora sí mentí. No soñé eso. — Aclara Camila.
— ¿Qué pasa? ¿No quieres hacer el amor con tu esposo? — Bruce sigue jugando con ella, Camila se pone algo nerviosa.
— ¿Tú quieres?
— Si.
— ¿Y por qué no lo has hecho? — Regaña ella. — Te he dicho que podemos hacerlo cuándo quieras. — Bruce decide parar.
— Eres una niña. No me atrevo a tocarte. — Camila toma la iniciativa de besar sus labios. — Yo quiero que lo hagas. — Le dice ella muy segura. Bruce se siente tentado con la propuesta, pero también siente que es pronto.
— Vamos a esperar.
— ¿Qué quieres esperar? Soy tu esposa.
— Quiero esperar a que crezcas.
— No sabía que eras tan lindo. — Camila lo ve sonriente.
— No lo soy. — Dice el y la pega más a su pecho. — Intentó cumplir mi promesa. — O al menos eso quiere pensar. No quiere aceptar que su corazón encontró dueña.
— Está bien. Voy a crecer para que me hagas mujer.
.....
Al día siguiente Luis ve bajar a Camila y la saluda.
— Hola cuñada.
— Hola. ¿Dormiste aquí?
— Si. De vez en cuando me gusta dormir aquí.
— Supongo que también se sientes sólo de vez en cuando.
— ¿Te sientes sola en esta casa? — Tal vez pueda aprovecharme de eso, piensa Luis.
— A veces. — Responde Camila. — Pero es sólo cuándo mis hermanos no están.
— ¿Los quieres mucho?
— Si. Ellos son mi prioridad.
— Ojalá Bruce me quisiera así. — Dice el fingiendo tristeza.
— Estoy segura de que el te quiere.
— No lo estés. Bruce no es un buen tipo. Deberías pedirle el divorcio.
— No hables así de el. Bruce ha sido muy respetuoso conmigo.
— Eso hace siempre. Respeta a sus esposas, las enamora y después las bota de está casa como si fueran basura. ¿Por qué piensas que se ha divorciado tantas veces?
— Prefiero no opinar sobre eso. No quiero decir algo incorrecto.
— Camila no te enamores de mi hermano. El no te conviene. Es una mala persona.
— Por favor no hables mal de Bruce. Es mi esposo y lo quiero. — Camila defiende a su marido y se marcha.
— No me gusta que hables mal de tu hermano con tu cuñada. — Comenta Cecilia al bajar las escaleras. — Eso que acabas de hacer está mal.
— Sólo le dije la verdad. ¿O es que acaso le mentí en algo?
— Tu hermano nunca ha sido malo con sus esposas.
— Claro que lo ha sido.
— Su enfermedad es la que le provoca esos cambios de humor.
— No lo justifiques.
— Es mi hijo. Haga lo que haga siempre lo apoyaré.
— No concuerdo contigo. Yo no lo apoyaré si le hace daño a Camila.
— ¿Por qué te importa tanto ella?
— Por qué no es cómo las demás.
— En eso tienes razón. De todas mis nueras ella es la que más me gusta. Y quiero que se enamore de Bruce. Así que mejor no intervengas.
— Ella sólo está con el por tus amenazas. No lo quiere.
— Claro que lo quiere. Tú mismo la escuchaste hace unos minutos.
— Seguro está sufriendo el síndrome de Estocolmo.
— Tu hermano no la tiene secuestrada.
— El no pero tú si.
— Estás muy equivocado. Ella va a la escuela, va a trabajar, tiene una vida fuera de está casa. Nadie la tiene secuestrada.
— A mi no me convences. Lo mejor que le puede pasar es que el se divorcié de ella. — Así yo tendré el camino libre. Piensa Luis.
— Te equivocas, lo mejor que le puedes pasar a ambos es enamorarse. Así puede que alguien empiece a controlar los arranques de tu hermano.
— O los empeore.
— Ya basta de tu pesimismo. Mejor ve a trabajar.
— No he desayunado.
— Desayuna y ve, por cierto, ¿qué pasó con la cita que te conseguí?
— Era una chica muy superficial.
— Pensé que era el tipo que te gusta.
— Pensaste mal madre. Ella no me gustó.
— Bien. Ya pensaré en una buena candidata para ti. Ya es hora de que te cases.
— No me hables cómo si fuera un anciano.
— No lo eres. Pero si sigues con ese estilo de vida podrías terminar casado a los cincuenta.
— ¿Qué tiene de malo mi estilo de vida?
— Me niego a responder.