Luca y Dimitri han estado colaborando durante años, formando un lazo inquebrantable entre las dos mafias. Pero cuando una nueva amenaza surge de una facción rival que podría destruirlos a ambos, se ven obligados a tomar medidas extremas para fortalecer su alianza: un matrimonio entre Luca y Anya. Luca no está interesado en casarse con la "niña malcriada" que siempre le ha causado molestias, pero Dimitri insiste en que es la única manera de unir las familias y evitar el desastre.
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Capítulo 23 : El Filo de la Lealtad
El sonido de los motores resonaba en la fría madrugada mientras el convoy de coches avanzaba rápidamente por las calles vacías de la ciudad. Luca conducía en silencio, su mente centrada en lo que estaba por venir. A su lado, Anya mantenía la mirada fija en el horizonte, aunque por dentro sus pensamientos estaban en constante ebullición. Sabía que este enfrentamiento con los Petrov sería decisivo, tanto para la mafia rusa como para la italiana.
Mientras el convoy se acercaba al almacén donde los Petrov tenían retenido el cargamento, Luca rompió el silencio.
—Cuando lleguemos, quiero que te mantengas detrás. No podemos permitirnos errores, y yo me encargaré de hablar con ellos primero.
Anya lo miró de reojo, sin contestar de inmediato. Sabía que Luca intentaba protegerla, pero también entendía que no podía seguir siendo una espectadora en su propio destino.
—Haré lo que sea necesario para recuperar lo que es nuestro, Luca —respondió ella finalmente, con un tono que no admitía discusión.
Luca apretó las manos en el volante, claramente frustrado por la insistencia de Anya. Sabía que ella no era de las que seguían órdenes sin más, pero esta situación era demasiado peligrosa para que ella tomara el control. A pesar de todo, había algo en la determinación de Anya que lo desconcertaba y, al mismo tiempo, lo atraía.
—Devi ascoltarmi… (Tienes que escucharme) —dijo, en un tono más bajo, casi para sí mismo.
Anya lo escuchó, y aunque entendió sus palabras, decidió no contestar. Sabía que Luca estaba acostumbrado a tener el control, pero este no era solo un asunto de los Rossi. Era también su lucha.
Al llegar al almacén, Luca detuvo el coche y ambos se bajaron. El aire estaba cargado de tensión. Los hombres de ambas familias comenzaron a desplegarse en silencio, listos para cualquier señal de conflicto. El líder de los Petrov, un hombre de aspecto frío y calculador llamado Aleksandr, ya los esperaba frente a la enorme puerta de metal del almacén.
—Rossi, Ivanov —saludó Aleksandr con una sonrisa que no llegó a sus ojos—. Me alegra que hayan venido. Tenemos ciertos asuntos que discutir.
Luca se adelantó, mirando a Aleksandr con frialdad. —No hay nada que discutir, Aleksandr. Tienes algo que nos pertenece, y vamos a recuperarlo. No estás en posición de negociar.
Aleksandr rió suavemente, sacudiendo la cabeza. —Siempre tan directo, Luca. Pero las cosas no son tan simples. Este cargamento es importante para todos, ¿verdad? Tal vez podríamos llegar a un… acuerdo.
Anya, que hasta ese momento había permanecido en silencio, dio un paso adelante.
—No hay acuerdo que valga —dijo, su voz firme—. Los Petrov nos traicionaron al robar el cargamento. Esto no es una negociación, Aleksandr. Es una advertencia.
Luca lanzó una mirada rápida a Anya, sorprendido por su tono amenazante. No podía negar que la frialdad en su voz y la intensidad en sus ojos eran impresionantes. Parecía que Dimitri vivía en ella más de lo que él pensaba.
Aleksandr, sin embargo, no pareció intimidarse. —Ah, la pequeña Ivanov —dijo con una sonrisa maliciosa—. Dimitri estaría orgulloso de ti. Pero debes entender que este no es un juego de niños. La fuerza no siempre es la solución.
Anya entrecerró los ojos. —No soy una niña. Y lo vas a entender pronto.
Luca, notando cómo la situación se intensificaba rápidamente, decidió intervenir.
—Aleksandr, tienes dos opciones. Devolvernos el cargamento y mantener la tregua o enfrentarte a las consecuencias.
El líder de los Petrov se quedó en silencio por un momento, evaluando la situación. Sabía que los Rossi e Ivanov eran una fuerza formidable, y aunque estaba tentado a probar su poder, también entendía que un enfrentamiento directo podría destruir las pocas alianzas que aún mantenía.
—Muy bien, Rossi —dijo finalmente—. El cargamento está dentro. Pero esto no termina aquí. Las guerras nunca se ganan en un solo día.
Luca asintió, dando la señal para que sus hombres comenzaran a moverse hacia el almacén. Pero antes de que Aleksandr pudiera retirarse, Anya dio un paso más hacia él, sus ojos brillando con una intensidad que no había mostrado hasta ahora.
—Si intentas algo contra mi familia otra vez, Aleksandr —dijo, su voz un susurro lleno de veneno—, te arrepentirás. Te lo prometo.
Aleksandr la miró por un momento, sorprendido por la amenaza directa, pero no dijo nada. Simplemente sonrió, inclinó la cabeza en un gesto burlón y se marchó.
Luca observó el intercambio con una mezcla de orgullo y preocupación. Anya había demostrado ser fuerte, pero también estaba entrando en un juego peligroso. Sabía que su relación con los Petrov no se resolvería fácilmente, y la tensión entre las familias solo seguiría aumentando.
Cuando todo estuvo bajo control y el cargamento recuperado, Anya y Luca regresaron al coche. El silencio entre ellos era palpable, lleno de emociones no dichas y pensamientos conflictivos.
Mientras conducían de vuelta a la mansión, Luca no pudo evitar pensar en lo que Anya había dicho. Esa niña molesta que alguna vez había conocido se estaba convirtiendo en una mujer fuerte y peligrosa, alguien a quien no podía ignorar. Y, aunque no quería admitirlo, su atracción hacia ella seguía creciendo.
—Non posso innamorarmi di lei… (No puedo enamorarme de ella) —murmuró para sí mismo en italiano, mientras mantenía los ojos en la carretera.
Anya, sentada a su lado, lo observó de reojo. Aunque no pudo escuchar claramente lo que Luca había dicho, algo en su expresión le indicaba que él también estaba luchando con sus propios sentimientos.
El camino de regreso a la mansión parecía interminable, lleno de silencios incómodos y miradas furtivas. Ambos sabían que la guerra con los Petrov apenas comenzaba. Y también sabían que la batalla más difícil aún estaba por venir: la de sus propios corazones.
Amor de Madre y fiereza de una Reina. Es una barbaridad./Rose//Rose//Rose/
Guauuuu. Palabras llenas de amor y una pasión a punto de estallar.