En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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Conflictos en el grupo
El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, su luz dorada pintando las paredes desgastadas de la base con una calidez que solo hacía más evidente la desolación del entorno. El calor era abrumador incluso a primeras horas de la mañana, una constante que nunca se desvanecía, como una amenaza que nunca dejaba de acechar. El agua era un bien preciado, y los restos de su existencia eran usados con sumo cuidado.
Nora se despertó sintiendo el calor pegajoso sobre su piel. Se apartó la manta ligera que apenas servía para protegerse de la noche y se incorporó lentamente, estirando los músculos doloridos. Se levantó con pesadez y se dirigió al rincón de la habitación donde habían dejado un pequeño recipiente con agua, apenas lo suficiente para lavarse la cara y refrescarse.
Con manos cuidadosas, vertió unas pocas gotas en su palma y las llevó a su rostro, sintiendo el alivio efímero del líquido. Las gotas resbalaban por su piel, evaporándose casi de inmediato. Mientras se limpiaba, notó a Lian, de pie al otro lado del cuarto, observándola con esa mirada despectiva que le era tan propia.
—No gastes demasiada agua, Nora —dijo Lian de la cuidad de windridge con una sonrisa cargada de sarcasmo—. Sabes que no podemos darnos el lujo de desperdiciar nada, ¿no?
Nora lo miró, secándose la cara con la manga de su camisa.
—Lo sé, Lian —respondió con un tono que intentaba ser neutral. No tenía ganas de discutir, no a esa hora del día—. Pero necesito despejarme. Hoy será otro día largo.
Lian cruzó los brazos y se acercó un poco más, mirándola de arriba abajo.
—Eso no cambia lo que pienso de ti. Esa actitud de chica valiente que tienes... Me resulta insoportable —dijo, bajando la voz—. Aquí no hay amigos, Nora. Y tú no eres la excepción si sigues queriendo que todos avancen tu seras la próxima en morir
—¿Crees que no lo sé? —respondió ella, girándose para enfrentarlo. Su voz era calmada, pero sus ojos reflejaban el fuego de la frustración—. Estoy aquí para sobrevivir, igual que tú. Pero sé que si no trabajamos juntos, estamos condenados. No estoy aquí para hacer amigos, Lian, sino para sobrevivir aunque mi mente me recuerde que todos somos humanos y no merecemos esto
Lian soltó una carcajada seca.
—Haz lo que quieras, Nora. Pero recuerda mis palabras cuando todo esto se derrumbe —dijo antes de darse la vuelta y salir del lugar.
Nora suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Lian. Sabía que la tensión dentro del grupo era un problema creciente, pero no podía hacer mucho más que lo que ya hacía. La supervivencia en ese mundo agotado no era una cuestión de habilidades solamente; era también una prueba de voluntad, de soportar el peso de la desconfianza y el miedo sin quebrarse.
Después de recomponerse, se dirigió al área común, donde encontró a Marcus sentado contra una de las paredes. Tenía una expresión perdida, sus ojos fijos en el suelo, y las bolsas bajo sus ojos reflejaban noches sin descanso. A su lado había una pequeña botella de agua, medio vacía. Marcus la había estado guardando, usando solo lo mínimo necesario, casi como si sintiera que no merecía beberla.
Nora se sentó junto a él sin decir nada al principio. Luego, abrió la ración de comida que les habían dado—una porción pequeña de alimento seco, apenas suficiente para saciar el hambre por un rato. Partió un pedazo y se lo ofreció.
—Marcus, tienes que comer —dijo con suavidad, tratando de no presionarlo—. No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí. Necesitas recuperar fuerzas.
Marcus la miró con una expresión apagada. Agarró la ración sin energía y la sostuvo entre sus manos, como si fuera un peso demasiado grande.
—Después de lo que pasó con Lila... simplemente no puedo seguir como si nada —murmuró—. Ella... ella no merecía eso. Nadie lo merece.
Nora apoyó una mano sobre el hombro de Marcus, intentando transmitirle algo de consuelo.
—Tienes razón, Marcus. Nada de esto es justo. Pero si dejamos que la culpa y el miedo nos paralicen, entonces Lila habrá muerto en vano. Tenemos que mantenernos fuertes, por nosotros y por ella.
Marcus asintió ligeramente, aunque su mirada seguía vacía. Había algo roto en él desde la ejecución de Lila, y Nora no estaba segura de que pudiera recuperarse. Pero al menos seguía allí, aún luchando por mantenerse en pie, y eso era lo único que ella podía pedirle.
En el otro extremo de la base, Jared estaba sentado, observando los restos del equipo. Parecía distante, casi ausente, su mirada fija en el horizonte mientras Argus supervisaba a otros sobrevivientes. Jared no había dicho mucho desde que Lila murió, pero Nora podía ver que aquello también le había afectado.
Cuando el sol se alzaba más en el cielo, Argus se acercó a ellos, llevando algunas raciones de agua. Cada botella contenía apenas unos sorbos, y Argus los entregó como si repartiera algo mucho más valioso.
—Esto es lo que tenemos para hoy. Racionen bien —dijo con tono serio, sus ojos recorriendo a cada uno de los integrantes del grupo—. Mañana nos enfrentaremos al siguiente desafío, y será más exigente que el anterior. Necesitan estar preparados.
Nora tomó la botella y la sostuvo con cuidado, apreciando cada gota que contenía. A su lado, Lian tomó la suya con una sonrisa irónica.
—Increíble lo que uno recibe por sobrevivir, ¿eh? —comentó, sacudiendo la botella—. Un par de sorbos de agua y comida que apenas sabe a nada. Qué recompensa tan gloriosa.
Marcus lo miró con desdén.
—Podrías dejar de quejarte, Lian. Estamos haciendo lo que podemos.
Lian lo observó por un momento, como si considerara responder, pero en lugar de ello, simplemente se encogió de hombros y se alejó, murmurando algo entre dientes. Nora sabía que Lian estaba al borde de un colapso. La presión, el calor, la falta de recursos, todo estaba haciendo mella en él, igual que en todos.
La tarde se deslizó lentamente en un pesado letargo. La atmósfera de la base estaba cargada de tensión y agotamiento, el calor aumentando hasta el punto de volver el aire casi irrespirable. Afuera, el paisaje era un terreno árido, sin una sola señal de vegetación, las ruinas de un mundo que ya no podía sostener la vida como antes.
Cuando el sol finalmente empezó a ponerse, Argus los reunió de nuevo para darles instrucciones.
—Mañana, nos adentraremos en la segunda tierra. Será más difícil de lo que han enfrentado hasta ahora. Necesitan descansar, necesitan fuerza —dijo, su voz áspera resonando en la sala—. Recuerden, aquí no es cuestión de suerte. Solo quienes estén dispuestos a sacrificar todo podrán sobrevivir.
Nora asintió. Sabía que el descanso sería clave, pero dormir bajo esas circunstancias no era fácil. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Lila volvía a su mente: el grito de la multitud, el eco de su nombre manchado con el peso del fracaso. No iba a permitir que eso se repitiera. No si podía evitarlo.
Se tumbó sobre su manta, tratando de encontrar una postura cómoda. Miró alrededor una última vez, viendo a Jared y Marcus haciendo lo mismo. Sabía que no estaba sola, pero en aquel lugar, la sensación de aislamiento era inquebrantable. Con un último suspiro, cerró los ojos y se obligó a descansar, preparándose mentalmente para lo que vendría. Porque, en este mundo, solo los fuertes sobreviven, y ella estaba determinada a ser una de ellos.
Pero antes que pudiese cerrar los ojos Jared se acerco a ella y el pregunto, que porque quería que todos vivirán si sabia que en este torneo ocho debían morir quisiera o no
--No, lo se, es por mi hermana hermano Eli yo sufrí cuando el murió mi madre también mi padre intentó ser fuerte -- dijo nora mientras seguía pensado --En este momento me siento mal porque se que la familia de Lila deben de estar sufriendo --