James siempre ha sido un joven privilegiado que disfrutaba de una vida lujosa y sin límites para la diversión. Sin embargo, un simple descuido lo cambia todo. Un devastador incendio consume su casa, dejándolo con cicatrices permanentes en su rostro y en su corazón. Un hombre marcado por la tragedia, James se aísla del mundo, cargando con la culpa y el dolor de sus pérdidas.
Amélia, hija de un hombre cruel que la culpa por la muerte de su madre, conoce el sufrimiento desde temprana edad. Encerrada en casa, más a menudo en su habitación, Amélia es víctima de las crueldades de un padre que la castiga con golpes y humillaciones constantes. Su vida es una pesadilla, y ella conoce el verdadero significado del abandono paternal.
Cuando sus caminos se cruzan, ambos encuentran una oportunidad de redención. Amélia ve en James la oportunidad de escapar de su tormento, mientras que él se enfrenta al desafío que representa la pureza y fortaleza de una mujer que también conoce el dolor.
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Capítulo 15
- No sé, tengo que hablar primero con James. - Suena el timbre, indicando el final del recreo, y me levanto para ir al aula con el chico a mi lado.
(…)
En fin, el primer día de clases termina, y me siento tan bien estudiando en una escuela de verdad que todo mi cuerpo entra en euforia. Pero todo lo que quiero ahora es ir a casa para estar con James, para nuestro baño del que él habló.
En cuanto salgo del colegio, diviso a lo lejos el coche de Edson, pero antes de que pueda llegar a él, el chico me agarra del brazo.
- Dame tu número de teléfono para que podamos hablar fuera de la escuela.
- No tengo teléfono. ¿Cómo te llamas, en realidad?
- Luke Fuentes. - Él me extiende la mano, y yo lo saludo. - ¿Hasta mañana entonces? - Asiento con la cabeza y me dirijo al coche de Edson, y en cuanto entro, él me mira.
- ¿Qué fue eso?
- Es de mi clase, me invitó a salir con él. ¿Qué hace un novio? - Empieza a reír, dejándome confusa. - Explícame, Edson, por favor.
- Creo que es mejor que James lo explique. Cuéntale todo lo que pasó y veamos qué dice. - Asiento con la cabeza, y él enciende el coche y nos lleva a casa.
En cuanto llegamos, James ya nos espera en la puerta. Edson refuerza en mi oído que le hable a James sobre el novio.
- ¿Cómo fue tu primer día de clases?
- Estuvo bien. Aprendí muchas cosas con la profesora. - Entramos a la casa y vamos directamente al cuarto.
- James, ¿qué es un novio? - Él me mira, frunciendo el ceño. - Luke dijo que si quería, saldría conmigo. Dije que nos casaríamos, pero él dijo que primero hay que salir, luego comprometerse y después casarse. ¿Es verdad eso?
Él me mira de una manera extraña, como si se hubiera paralizado en el tiempo. Su semblante cambia y parece irritarse. Cierra los ojos y comienza a respirar agitado, y se da la vuelta.
- Ambos ya estamos comprometidos, Amélia. Nos casamos el próximo mes, ¿lo olvidaste?
- ¿Pero qué significa eso? - Él vuelve a mirarme y toma mi mano.
- Cuando dos personas se quieren mucho, comienzan a salir, luego se comprometen y se casan. Pero saltamos la parte de salir, así que estamos en la fase del compromiso. Si él vuelve a mencionar eso, dile que no puedes salir con él porque ya estás comprometida conmigo. ¿Entendiste?
Asiento con la cabeza y él suelta un suspiro de alivio. Toma su celular y llama a Edson.
- ¿Cómo se llama ese chico atrevido? - Le digo el nombre de Luke. - Descubre quién es y de dónde viene, y deja claro que no puede acercarse a Amélia… haz lo que te digo y no me molestas… no, no es celos… ¡buenas noches, Edson!
Corta la llamada, luciendo irritado, y se pasa la mano por el pelo. Me doy cuenta de que tiene esa manía cuando está nervioso. Toma mi mano y me jala para sentarme en su regazo.
- Amélia, no puedes prestarle atención a esos hombres. Nosotros dos somos una pareja. Si les prestas atención, significa que me estás traicionando, y no podremos casarnos. ¿Entendiste?
- Estoy entendiendo. No te preocupes que le diré que no quiero nada, que ya te tengo a ti. Ahora, ¿podemos tomar el baño que me prometiste?
Él sonríe y asiente con la cabeza. Me levanta y se pone de pie, comenzando a quitarme la ropa. Luego hace lo mismo con la suya y nos dirigimos al baño. James me toma en brazos y me coloca sobre el lavabo, y me dice que abra las piernas.
- Voy a depilarte, dejarte suave para que nuestras caricias sean mejores. No sé si podrías aguantarme dentro de ti, pero solo nuestras caricias ya me satisfacen. - Él toma un vasito y echa agua sobre mi intimidad.
Luego, toma una crema y la aplica en todo. Su mano, al pasar con tanta delicadeza, me brinda una sensación tan agradable. Después de esparcir la crema, toma algo que dice que es una cuchilla de afeitar, que por ahora usará eso, pero después me pedirá que haga otro tipo de depilación.
Me pone la mano en la rodilla, me dice que mantenga las piernas abiertas y empieza a pasarme la cuchilla por la flor. Se siente bien, pero accidentalmente cierro las piernas. Sonríe y vuelve a abrirlas.
- Sé que es bueno tener ese contacto, pero hay que dejarlos abiertos o no podré afeitarme. ¿Puedo contar con tu ayuda?
- Con mi respuesta, empieza a afeitarse de nuevo y yo hago todo lo posible por no cerrar las piernas, pero sólo verlo hacerlo me recuerda a ayer, cuando me la estaba chupando.
Sólo duró unos minutos, pero fue uno de los mejores momentos de mi vida. James me produjo una sensación tan deliciosa que quiero repetirla todos los días. En cuanto terminó, me cogió y me levantó del lavabo.
- Ahora vamos a ducharnos, yo te lavo y tú me lavas, ¿vale? - Asiento y nos dirigimos a la ducha. Abre el grifo a una temperatura agradable, ni demasiado caliente ni demasiado fría.
Sus manos empiezan a lavarme los hombros y luego el cuerpo, bajando hasta mi florecilla. Me pasa la mano por encima y me dice que abra las piernas. Luego me da la vuelta y me lava la espalda.
- Ahora no te muevas, o saldrá mal. - Me dice, abrazándome por detrás, y siento su polla entre mis piernas. - No voy a penetrarte, no tienes que tener miedo, ¿vale?
- No tengo miedo, James, confío en ti.
- Maldita sea, ¿por qué tienes que ser así?
- ¿Cómo qué? - No contesta, pero siento su polla moviéndose de un lado a otro entre mis muslos, justo al lado de mi florecilla. Me besa el cuello mientras la mete y la saca; me siento tan bien que acabo inclinando el culo hacia atrás y noto una ligera presión en mi zona íntima, así que echo el cuerpo hacia delante.
- No lo hagas, Amelia, no puedo penetrarte así o acabaré haciéndote daño. Quédate así, déjame controlarlo, no quiero penetrarte. - Asiento con la cabeza y él vuelve a lo que estaba haciendo, el delicioso vaivén. - Después de correrme, voy a chupártela hasta que pierdas las fuerzas, para que entiendas que eres mía y de nadie más...