La italiana y el CEO americano. Una Navidad muy diferente. Monalisa, una italiana fuerte, cariñosa, trabajadora, supertorpe o desastrosa, divertida y muy dispuesta, está pasando por un momento muy difícil. Se siente traicionada por las personas que más apoyó y amó, su familia y la de su exmarido. Cuando su matrimonio terminó, fue juzgada y culpada por todo, incluso por la infidelidad de su ex. Cansada de todo y de todos, incluidos sus parientes, y con la Navidad acercándose, decide visitar a su hija y ayudar a una antigua amiga que vive en Nueva York, para despejar su mente.
Abraham es un importante estadounidense, polémico en su vida personal, guapo y muy poderoso. Suele aparecer en público con mujeres bellísimas. Estuvo casado con una famosa actriz durante cinco años y tiene un hijo con ella. Tras la separación, comenzó una relación igualmente polémica, llena de infidelidades de su parte y altibajos con su antigua entrenadora personal, de la cual también tiene otro hijo. Como empresario, es muy respetado, pero su vida personal es bastante cuestionable. A pesar de tener 36 años, sigue disfrutando de fiestas y clubes nocturnos.
Surge un gran negocio, pero el lado personal de Abraham resulta ser clave para sus socios, y su reputación personal es un desastre. Esto puede convertirse en un gran problema, y Abraham necesita urgentemente ayuda en ese aspecto, ya que está interfiriendo en un trato que ha estado buscando por años. Necesita una mujer que lo ayude a mejorar su imagen.
Monalisa, por su parte, quiere un nuevo comienzo, una nueva vida y un nuevo rumbo. Sus destinos se cruzan y...
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Capítulo 14
Monalisa
Regreso y tomo mi café mirando su agenda, señor, ¿este hombre puede hacer todo eso en un día? Cómo amo ser mujer...
Espero a que dé la hora y voy a buscar la taza. Intento andar de puntillas, pero sin éxito. Abro la puerta muy despacio y ¡mierda!, ¿qué está leyendo? Respiro, tengo que ser silenciosa o al menos intentarlo.
Abraham
La escuché venir incluso antes de que abriera la puerta, nada, nada silenciosa, pero fingiré estar leyendo, a ver cómo se las arregla.
Ha mejorado con la puerta, la abrió muy despacio, pero viene caminando incluso más ligera, pero aun así hace ruido, me quedo quieto.
Coge la taza y va bien o iba bien, señor, casi lo tira todo, chocó con la silla... Quería reírme y al mismo tiempo mandarla a desaparecer, pero sonríe y mierda.
Abraham: ya que se acabó el silencio, dime, ¿cambiaste el café?
Monalisa sonriendo: ¿le pareció malo, señor?
Abraham: no, está muy bueno.
Monalisa pensando: sabía que mi café es mejor.
Monalisa: es que su máquina y yo no nos entendemos muy bien, así que lo hice yo misma, traje uno que me encanta, es de Italia, me alegro de que le haya gustado.
Abraham: ¿quieres que mande a alguien a ayudarte con la máquina?
Monalisa: solo si quiere el café de la máquina o si no le importa, lo hago como este.
Abraham: de acuerdo, sin máquina entonces.
Monalisa sonriendo: si me necesita.
Abraham: te llamo si te necesito e intenta no hacer tanto ruido, Monalisa.
Monalisa: ok, me voy.
Abraham:
Al menos su café es muy bueno, eso es... y esa maldita sonrisa suya es... Deja de pensar.
Monalisa:
Le llamo para avisarle de la agenda, no sé si tenía que ir a decírselo o llamarlo, en la duda, le llamo.
Abraham: dime, Monalisa.
Monalisa: olvidé o no recuerdo, su agenda, ¿se la digo por teléfono o voy para allá?
Abraham pensando: qué desastre...
Abraham: puedes decírmela en persona, pero ya que has llamado, dímela.
Monalisa le dice lo que tenía para hoy.
Abraham: de acuerdo.
Monalisa:
Después de ese olvido, todo salió bien, como dijo Martina, hay algunas locas que lo llaman y la respuesta siempre es: ¡no está!
Creo que lo voy a grabar porque el hombre al que buscan...
Me acuerdo del almuerzo, casi me pierdo, señor, me mataría si lo dejara sin comer, ¡me mataría a mí misma, la comida es vida!
Lo llamo como dijo doña Martina.
Abraham: sí.
Monalisa: su almuerzo, ¿querrá algo especial?
Abraham: lo mismo de siempre.
Monalisa: ok.
Monalisa:
Cuelgo, llamo al restaurante y pido el suyo y el mío.
Cuando dan las 11:55 llega la comida, exactamente como dijo Martina, señor, esta gente tiene un reloj interno perfecto, el mío debe estar muy defectuoso, porque siempre llego tarde o llegaba...
Tengo que poner las cosas en la sala contigua a la suya.
Abraham:
Ahí viene, solo por el ruido...
Monalisa:
Entro, está concentrado en el ordenador y solo paso y voy a la pequeña sala contigua, solo iba a ponerle el plato como ella dijo, pero no puedo.
Lo arreglo, allí hay un armario y en él hay copas, cubiertos, servilletas y me encanta arreglar estas cosas, me parece lo máximo.
Acomodo la servilleta de tela y pongo el mantel individual, el plato, los cubiertos, la copa y salgo.
Solo lo dejo para que se sirva él mismo.
Abraham:
Vi que Monalisa tardó mucho más de lo normal, ¿qué habrá hecho?
En cuanto sale, voy a almorzar y a ver qué ha hecho.
Interesante, esto no me lo esperaba, lo dejó todo arreglado o mejor dicho, incluso parece más apetitoso, me gustó eso.
Monalisa:
Vuelvo y voy a comer, como no soy curiosa, pedí lo mismo que él, quiero ver qué come el estirado este.
¡Dios mío, voy a morirme de hambre!
Es muy poca comida y tiene un filete, puré de patatas y ¡nada más! Dos brócolis y unas zanahorias baby, este hombre va a morir muy joven, va a tener problemas de salud, necesita alimentarse mejor...
Me digo a mí misma: ¡es su problema! No soy su niñera y además lo hice durante años para un hombre y toda una familia y lo que obtuve fue una patada en el culo de todos.
Menos mal que traje mis cosas para complementar, eran para la merienda, pero bueno, necesito ayuda...
¡Como y listo!
Intento recordar lo que tenía que hacer, cojo mis anotaciones y ahí está, 13:00 tengo que llevarle el café al guapo...
Me quedo descansando y casi me quedo dormida, pero como en Italia también solemos tomar un café, decido hacerlo ya y luego recoger las cosas de su despacho.
Preparo el café y voy a llevárselo...
Abraham:
Por el ruido de los tacones, ahí viene... como antes, disimulo y hago como que no la veo, entra nada silenciosa, deja la taza y el olor de su café es demasiado bueno y sin decir nada va a la salita donde almorcé, ese no es su trabajo, pero dejé que lo hiciera, a ver qué va a hacer...
Solo vi que salía con las cosas, después de que ella saliera, fui a echar un vistazo y lo dejó todo arreglado.
Un punto para ella, es ruidosa pero sabe dejar las cosas organizadas y sabe hacer café.
Vuelvo al trabajo y luego ella entra a recoger la taza, me pierdo por completo, me moría por regañarla, pero no puedo quedarme sin secretaria, ella sale y vuelvo a concentrarme.
Ahora solo vuelve a las 15:00 con el café, eso espero...
Monalisa:
Son casi las tres y me muero de hambre, voy a hacer el café del señor estirado y a comer unos cornetos, pues ¿sabes qué?, aunque se enfade conmigo, le voy a llevar uno con el café, ¡este hombre no come!
Abraham:
Escucho los tacones, la puerta se abre y ella entra con el café y ¿qué es lo que ha traído?
Monalisa:
Entro, está como antes, parece una estatua, pongo la taza a su lado y he traído un platito con dos cornetos, ¡lo he decorado un poco, me encanta!, y cuando estoy saliendo.
Abraham: Monalisa.
Monalisa: sí.
Abraham: solo tomo café, no como nada por la tarde.
Monalisa: disculpe, señor Abraham, yo misma los hice y los traje para la merienda...
Como solo ha almorzado, quizás tenga hambre, los he traído para que los pruebe, le garantizo que no morirá (sonríe), si no los quiere, en cuanto recoja la taza me los llevo.
Abraham pensando: me desarma completamente y qué sonrisa es esa...
Abraham: ok, gracias.
Monalisa:
Madre mía, va a haber un tsunami, me ha dado las gracias... Vale que es educado, solo que es todo neurótico con los horarios, el ruido... es su problema.
Abraham:
Me trajo lo que parece ser un croissant, pero seguro que tiene otro nombre... Bueno, vamos a probarlo, no suelo comer nada por la tarde, pero huele bien y me han dado ganas...
Como mmm ¡qué rico! Me he comido los dos, sabe que tiene sus puntos positivos.
Luego vuelve y se lo lleva todo.
Monalisa:
Fui a recoger y se lo comió todo, mmm, bueno saberlo, voy a ayudarte, señor estirado. Necesita comer más...
Llega mi hora, él sigue en su despacho, solo llamo y me da permiso para irme.
Genial, sobreviví al primer día, solo quedan 19...
no leeré nada más tuyo
es una vergüenza