Dulce Substitución

Dulce Substitución

Capítulo 1

California, Estados Unidos.

Llego a casa después de una noche de fiesta. Mi cuerpo se siente pesado por la agitación y las bebidas de la noche. Subo a mi habitación, enciendo un cigarrillo y me siento a pensar lo perfecta que es mi vida. El viento que entra por la ventana semiabierta me refresca la cara.

Pensando en ello, me levanto y busco el whisky que dejé en mi habitación, pero no lo encuentro. Creo que mi madre debe haberlo cogido y lo ha vuelto a guardar en la bodega, detesta que traiga bebidas a la habitación.

Dejo el cigarrillo en la mesita de noche con la colilla apagada y bajo a buscarlo, porque todavía quiero beber hasta quedarme dormido. Bajo los tres primeros escalones, pero en el cuarto tropiezo, me caigo y acabo perdiendo el conocimiento.

Me despierto con un fuerte olor a humo y el sonido de sirenas en el exterior. Me incorporo y veo que la parte de arriba está en llamas. Me levanto corriendo, desesperado, porque mis padres están durmiendo. El vapor del fuego me quema la piel, pero tengo que asegurarme de que no están aquí.

Mi habitación está en llamas, la suya está justo al lado. Empujo la puerta con el pie, porque el pomo está al rojo vivo. Y cuando cede, veo sus cuerpos ardiendo en la cama. Todo mi cuerpo se paraliza, la sensación es que todo ha terminado, que ya no queda nada.

Oigo un crujido encima de mi cabeza y, cuando miro, un trozo de madera me cae en la cara. Grito de dolor y oigo ruidos procedentes de la planta de abajo. Me arrodillo tosiendo por el humo y el dolor en la cara. Pero el dolor de ver a mis padres ardiendo en la cama duele mucho más.

Los bomberos me sacan a rastras y yo intento llamar a mis padres, pero el humo que ha entrado en mis pulmones me impide pronunciar una sola palabra. Entorno los ojos y me desmayo de nuevo.

Me despierto en el hospital, ni siquiera sé cuánto tiempo llevo aquí. Mi ligue, Alissa, está sentada en la silla de al lado, sonriendo mientras escribe en su móvil. Levanto la mano y me la pongo en la cara, sintiendo la áspera textura de la venda.

—James, te has despertado. Voy a llamar al médico. —Se levanta y sale por la puerta, volviendo en menos de un minuto con el médico.

—¿Cómo se encuentra, señor Forth?

—¿Qué ha pasado con mi cara?

—Ha sufrido quemaduras de tercer grado en la parte derecha de la cara. La estamos tratando y pronto podrá someterse a una cirugía plástica. Un injerto de piel puede dejarle como nuevo. Es hora de cambiarle el vendaje, voy a llamar a la enfermera para que se encargue de ello. ¿Tiene dificultades para respirar?

Niego con la cabeza. Duele un poco, pero nada que no pueda soportar. En ese momento, me viene la imagen de mis padres ardiendo en la cama, y mi pecho se abre de dolor. No sé qué ha pasado, ¿cómo puede incendiarse la casa de esa manera?

—La policía quiere hablar contigo, parece que el incendio fue provocado y no accidental. —Me dice Alissa.

—¿Cómo? —Me incorporo en la cama.

—La policía hablará contigo. —Responde el médico y abre la puerta para que entren dos policías. Uno de ellos lleva un portapapeles en la mano, mientras el otro empieza a hacerme preguntas.

—¿Sabe si su madre era devota de algún santo y dejaba velas encendidas en su habitación? —Niego con la cabeza, porque mis padres creían en Dios, pero nunca fueron cristianos—. ¿Usted o su padre fumaban y tenían la costumbre de dejar el cigarrillo fuera del cenicero?

En ese momento, me golpea una descarga, porque dejé el cigarrillo en la mesita de noche, y como la ventana estaba abierta, debe haber... Dios mío, ¿he sido yo?

—Mi padre fumaba. —Cierro los ojos para contener la mentira que acabo de decir, porque sé que me caerá cadena perpetua si asumo el delito.

—Entonces eso fue. Bueno, vamos a dejarle descansar. Si hay cualquier cosa, volveremos para hacerle más preguntas. —Asiento con la cabeza, y se van.

Rompo a llorar, consumido por la culpa de haber matado a mis padres por un descuido mío. Alissa se me acerca y me pone la mano en la espalda, pero yo la aparto de un empujón. No soy digno de la compasión de nadie, los maté y encima culpé a mi padre. Soy un miserable, debería haber muerto yo en su lugar.

Ella se aparta, pero se queda mirándome desde lejos. Unos minutos después, entra un enfermero para curarme la cara. Va quitándome la venda poco a poco, pero cuando llega a la que está pegada a mi piel, me escuece muchísimo.

Coge un tubito con agua y empieza a echármela encima, tirando de ella lentamente hasta que sale por completo. Miro a Alissa, que se asusta al verme y retrocede. Debo de parecer un monstruo, pero eso es lo que soy: un monstruo.

Él lava, aplica una pomada y luego pone otra venda nueva. Alissa se acerca e intenta ponerme la mano encima una vez más. Pero la aparto de nuevo y le digo:

—Vete, no tienes que quedarte aquí.

—James, me voy a quedar contigo. Sé que nunca hemos tenido una relación seria, pero me gustas mucho y quiero quedarme aquí.

—¿Vas a seguir al lado de un deforme? —Pone cara de pena, y eso me irrita mucho.

—No te vas a quedar así. ¿No has oído lo que ha dicho el médico? Pronto te operarán para reconstruirte la cara y...

—No me voy a hacer esa cirugía. Este será mi karma para el resto de mi vida. Vete y no vuelvas nunca más.

—James...

—¡TE HE DICHO QUE TE VAYAS! —Grito, y ella da unos pasos hacia atrás. Siempre he sabido que le gustaba, pero a mí solo me gustaba su compañía porque era guapa, pero nunca quise tener nada serio con ella, hasta el punto de que salía con otras mujeres además de con ella.

Ella se limita a asentir con la cabeza y se va. Esta es mi vida ahora. Para no asustar a nadie, simplemente voy a desaparecer del mundo, como si yo también hubiera muerto en ese maldito incendio.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play