Bajo La Máscara Del Placer

Valeria y Jihoon condujeron en silencio hacia las afueras de la ciudad, alejándose de la casa de su madre y de la amenaza que Marco representaba. La carpeta que Valeria sostenía era ahora su única protección y, al mismo tiempo, la llave a un pasado que jamás imaginó que podría destruir tantas vidas.

Llegaron a un motel escondido en la carretera. Era un lugar anónimo y desolado, ideal para pasar desapercibidos. Ambos sabían que quedarse en la ciudad sería demasiado peligroso ahora que Marco los había descubierto. Dentro de la habitación, Valeria extendió los documentos sobre la cama, iluminándolos bajo la tenue luz del cuarto. Jihoon se sentó a su lado, observando cada papel con atención.

—Aquí hay más que transacciones ilegales y nombres poderosos —murmuró Jihoon, señalando una serie de números y códigos que aparecían al final de una lista de nombres.

Valeria frunció el ceño. —Parece… una clave o algún tipo de encriptación. Tal vez mi madre intentó ocultar la información más importante, en caso de que estos documentos cayeran en las manos equivocadas.

Jihoon la miró con admiración y preocupación al mismo tiempo. —Eso significa que tal vez solo tú puedas descifrarlo. ¿Hay algo que recuerdes? Una palabra clave, algún lugar donde tu madre te llevaba… Cualquier cosa podría ayudar.

Valeria cerró los ojos, concentrándose. Los recuerdos de su infancia pasaron rápidamente por su mente, pero se detuvieron en uno en particular: una vieja caja de madera que su madre le había mostrado una vez y que contenía un juego de llaves. “Estas son para cuando estés lista”, le había dicho. ¿Podría estar ahí la clave?

—Jihoon, hay algo más que necesito buscar. Recuerdo una caja de madera, algo que mi madre guardaba celosamente. Quizás ahí esté la clave para entender estos códigos.

Sin embargo, un golpe repentino en la puerta los sobresaltó, interrumpiendo su conversación. Valeria y Jihoon se miraron con horror, sus corazones latiendo aceleradamente. La habitación se sumió en un silencio opresivo mientras intentaban pensar en qué hacer. Otro golpe, más fuerte, retumbó en la puerta.

—Sabemos que están ahí, Valeria. —La voz de Marco resonó desde el otro lado—. No tiene sentido esconderse.

Valeria sintió el frío del miedo recorriéndole la espalda, pero también una furia creciente al oír la voz de Marco. No podían permitir que los atraparan. Jihoon, con un movimiento rápido, apagó la luz y susurró:

—Sal por la ventana. Yo los distraeré. No dejaré que te lleven.

—¡No! No puedo dejarte aquí —replicó Valeria, agarrándolo del brazo.

Jihoon le sostuvo la mirada, sus ojos mostrando una determinación feroz. —Prométeme que conseguirás esas llaves y encontrarás la verdad. Esto no es solo por ti, Valeria. Es por tu madre y por todo lo que ella sacrificó.

La miró con intensidad, y Valeria asintió, aunque sentía que el miedo y la tristeza la ahogaban. Sin decir más, trepó por la ventana y bajó al suelo. Con el corazón latiendo a mil por hora, corrió hacia la oscuridad, escuchando cómo los golpes en la puerta se intensificaban. Desde la distancia, vio cómo Jihoon abría la puerta y se enfrentaba a Marco, tratando de ganar tiempo para que ella pudiera escapar.

Valeria corrió hasta que el agotamiento la obligó a detenerse. La oscuridad de la noche era espesa, y cada sombra parecía esconder un enemigo. Encontró refugio en una zona arbolada, donde pudo finalmente recobrar el aliento. Estaba sola, pero llevaba consigo la carpeta y el propósito de encontrar la caja con las llaves que su madre le había dejado. No podía fallar ahora.

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Horas más tarde, Valeria llegó a una pequeña cabaña que había sido el refugio de su madre en las montañas, un lugar que habían visitado solo una vez, en tiempos mejores. Era un sitio humilde y apartado, donde sabía que podría esconderse y revisar todo lo que tenía sin interrupciones.

Dentro de la cabaña, finalmente localizó la caja de madera en una esquina de la pequeña sala. La tomó entre sus manos, observando los intrincados grabados en la madera. La abrió con cuidado, y ahí estaban las llaves que recordaba: tres llaves antiguas, cada una con una etiqueta de algún lugar que parecía encriptado. Junto a las llaves, había una pequeña nota en la caligrafía de su madre:

"Mi querida Valeria, si estás leyendo esto, es porque ya estás lista para conocer toda la verdad. Estas llaves te llevarán a lugares donde encontrarás respuestas, pero también a grandes riesgos. Confía en tu instinto y recuerda que siempre estaré contigo, incluso en la oscuridad."

Valeria sintió una mezcla de tristeza y fuerza mientras leía las palabras de su madre. Sabía que el camino que se abría ante ella sería peligroso, pero estaba decidida a seguir adelante. La primera etiqueta en una de las llaves decía “Banco Nacional”, y supo que sería su próximo destino.

Pero antes de irse, miró a su alrededor y tomó una respiración profunda. Estaba más sola que nunca, pero ahora tenía un propósito claro: descubrir la verdad y desmantelar la red de mentiras que había amenazado su vida y la de su madre.

Mientras guardaba las llaves y la nota en su bolsillo, se prometió que no dejaría que el sacrificio de su madre fuera en vano.