Selig pensó que Marisol lo abandonó cuando dejó de responder sus mensajes y llamadas. Se preguntaba qué habría hecho mal para que ella se alejara.
Marisol, por su parte, creía que Selig la había olvidado al no buscarla durante tantos años. Sentía un profundo dolor por haber perdido a quien consideraba el amor de su vida.
Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ambos. Un encuentro inesperado los enfrentó y descubrieron la verdad detrás de su separación: un malentendido que los mantuvo alejados injustamente.
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Contando la verdad
Selig.
Se bien que motivos tiene de sobra para enojarse debido a mi pasado con Megan. Pero lo cierto es que jamás hubo amor entre nosotros y es algo que no le aclaré a Mar.
“Marisol”
Al repetirme su nombre una vez más, entendí que esta vez todo tiene que ser diferente y por ello es necesario arreglar todo para preguntar lo que me llevó a cometer un error pasaso.
Luego de vestirme, salí de la habitación tratando de encontrarla quizás en la cocina o en la sala, pero no estaba.
“¿ Sucedió otra vez? ”
Mi respiración comenzó a acelerarse al tener nuevamente los recuerdos del pasado, aquella triste carta y la búsqueda desesperada.
Odiaba la maldita inseguridad que se apoderaba de mi ser y me llevaba a juntar enojo en solo un momento sin verla. Deseaba romper todo lo que veía a mi paso, pero estaba conteniéndome, no quería volver a ser ese sujeto violento.
—¿Qué haces? —su voz resonó detrás de mí, por lo que con ojos invadidos de lágrimas gire y allí estaba.
—Yo solo… Pensé que te marchaste y —suspiro girando mi mirada para tratar de borrar las pocas lágrimas acumuladas e impedir que ella las vea.
—¿Por qué me iría? —preguntó una vez más —Solo no estoy de acuerdo con lo que pretendes hacer, pero no puedo hacer más que demostrar mi descontar y dejar el asunto allí.
—Tienes razón, no me incumbe los problemas de los demás y por ello me quedaré fuera —dije mientras mordía mi labio con cierto temor.
Nunca sabes hasta que punto puede controlarte la inseguridad y temo que eso sea lo que me aleje de ella.
—No lo dije para que te enojes y tomes la decisión de no hacerlo, lo hice por tu bien.
—Lo sé —respondí caminando a ella y tomándola con suavidad de sus mejillas —. Eres muy importante para mi Mar, por ello consideraré todo lo que digas y trataré de poner lo mejor de mí para hacerte feliz.
Ella no añadió nada, solo me observó en silencio como si tratara de leer mis ojos.
—Selig...
—Tenemos algo más importante de lo que hablar —Interrumpí guiándola hasta el sofá y sentarla para luego ubicarme a su lado.
—¿De qué es eso importante que quieres hablar? —preguntó con nerviosismo, aunque no sé de donde salía.
—Mar, tenemos tres meses de estar juntos y la verdad es que conozco muy poco de ti —formule después de pensarlo un poco —. No sé realmente si tu nombre es realmente tu nombre, al igual que tu apellido. No conozco la fecha de tu cumpleaños, de donde vienes, donde podría buscarte en caso de que desaparezca —me siento afligido al hacer esto, ya que a mi luz no le di tanta importancia antes.
—¿A qué se debe todo esto, Selig? ¿Por qué repentinamente quieres saber más de mí?
—Se supone que somos pareja y debemos saber todo del otro y... —sé que asume que lo hago por lo que pasó y.. no fallaría.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Marisol.
Me sentía patética por sentir celos de mi yo del pasado.
Pese a que sé que sus preguntas nacen de lo que ambos vivimos, de alguna forma me molesta que demuestre este interés que jamás antes tuvo.
—Marisol London, es mi nombre real —contesté sin más —tengo 30 años y llevo poco más de un para de meses que volví a Los Ángeles.
—¿Dónde vivías antes?
—En California, junto a mi difunto esposo —añadí, viendo la sorpresa y molestia brillar en sus ojos.
—Nunca me dijiste que estuviste casada antes —protestó molesto mientras se ponía de pie.
—Nunca lo preguntaste, aunque asumo que no cambiaría en nada la relación que tenemos ¿O si?
—No, pero me hubiera gustado saberlo desde antes —contestó y reí con falsedad.
Me sentía una criminal que estaba siendo interrogada.
¿Por qué? No hice nada malo.
—¿Qué hay de los hijos? —preguntó y giré mi mirada en otra dirección, sintiendo como el dolor de aquellos años vuelve a abrir una herida —¿Tuviste hijos con él?
—Estuve embarazada una vez —conte con sinceridad —pero no era hijo de mi difunto esposo.
Él me observó por un momento, volviendo luego junto a mi e inclinarse mientras toma mis manos.
—¿Te obligó a no tenerlo porque no era hijo suyo? —preguntó con tristeza y negué.
—Chester sería incapaz de hacer algo como eso —aclaré —mi bebé se fué en un accidente automovilístico que tuve cuando era más joven y... caí en coma por tres años.
—¿Como?
—Selig, no es fácil para mi hablar de esto. Me obligué a ser fuerte y superar todo sin querer saber como pasó —las lágrimas bajaron por mis mejillas —Ese día perdí no solo a mi bebé, sino al hombre que amaba con locura, a ese que ni siquiera llegó a saber que seríamos padres.
—Lo siento, no quise...
—El se casó con alguien más y nunca supo lo que realmente pasó conmigo. Quizás asumió a que me marché por alguien más cuando realmente no fué así —ya no podía contenerlo, quería que de alguna forma supiera lo que pasó realmente y no me culpe luego —. Chester, era el hombre que venía en el carro contrario, el cual esquivé para no impactar sin saber que los frenos de mi carro estaban cortados y dando contra un muro —lo veo —al despertar y saber por él que estuve tres años en coma, me fué suficiente para saber la razón y confirmar que perdí a mi hijo justo ese día —suspiro —al igual que al hombre que más amé —lo veo —. No teníamos una relación verdadera de marido y mujer ya que el era gay, pero de alguna forma quería ayudarme y... unos años después murió por una enfermedad.
—Lo lamento mucho, no quería reabrir las heridas de tu corazón, solo quería saber más de ti y... me apena mucho por lo que pasaste —dijo mientras besaba mis manos —. Si yo hubiera sido aquel hombre al que amaste, te hubiera buscado sin descansar alguno.