Recuperando La Felicidad

Narra Alex

Estoy en un puesto de comida mexicana con Mateo, mientras que las chicas se fueron a caminar un rato. Estábamos muriendo de la risa por un chiste que nos contó un jovencito. El joven se fue y nos quedamos Mateo y yo hablando un rato.

—Alex, ¿cómo va todo con Laurel? —me pregunta Mateo. Al oír su nombre, me tenso. Él sabe todo lo que sucede en mi casa, porque Mateo es el hijo del hermano adoptivo de mi madre. Él es mi mejor amigo, y también un hermano.

—Hace unos días fui a verla y le conté todo lo que tenemos planeado con mi tío. Ella me prometió que se va a cuidar y, si algo le pasa, le di la dirección de la casa que construimos. —Él me miró con ojos de tristeza. Él ama mucho a Laurel y no la ha podido ver desde hace 4 años, porque ella no puede ser localizada, o estaría en peligro.

—Eso está bien, ella merece estar bien. Y en cuanto a tu padrastro, tienes que tener cuidado con él. Prométeme que te vas a cuidar mientras encuentras a mi tía. —Asiento con la cabeza y me quedo callado. Este tema es muy duro y necesito ser fuerte.

Cambiando de tema, cuando visité a Laurel me di cuenta de que Ada trabaja en el supermercado de Laurel. ¿Cómo crees que es Ada? —le pregunto a Mateo. La verdad tengo un poco de curiosidad sobre ella, porque me dejó impactado desde ese día en la fiesta. Ella tiene unos ojos que, con solo verlos, me llenan de tranquilidad y me reconfortan.

—Ella es una chica noble, cariñosa, tranquila, tímida y ha sufrido mucho. Tiene un pasado muy doloroso. Con el tiempo me volví amigo de ella y pude ver que necesita mucho amor. Una vez le pregunté a Amelia sobre Ada y me dijo que la tratara lo mejor posible, que si le llegaba a hacer algo a Ada, ella misma me castraba. —Jumm, pero ¿por qué me preguntas? —me dice con una sonrisa y una ceja alzada.

—No sé, pues es que me parece que es bonita —le digo mientras me encojo de hombros y meto un taco a mi boca.

—Vamos, amigo, los dos sabemos que tú pocas veces preguntas por las chicas que conoces. Siempre te las llevas a la cama. La única chica de la que he visto que preguntaste fue Daniela, y fue porque en verdad te gustaba. Y bueno... —se quedó callado cuando lo miro con una mirada asesina y fría.

—Bueno, y ya sabes, pero ten cuidado con Ada. Ella es una muy buena chica y, si de verdad te interesa, no juegues con ella —me dice. Lo miro y me quedo callado. Después de oír hablar de Daniela, no pude seguir hablando porque tengo un nudo en la garganta.

—Amigo, tú sabes que tienes mi apoyo. Tú mereces ser feliz y no sufrir más. Yo te apoyaré en cuanto pueda. Ven, vamos a buscar a las chicas. —Lo miro y nos vamos caminando hacia donde están las chicas hablando. Nos acercamos y veo cómo cambian de tema. Le pregunto de qué estaban hablando.