Gabriel Moretti, un CEO perfeccionista de Manhattan, ve su vida controlada trastocada al casarse inesperadamente con Elena Torres, una chef apasionada y desafiante. Sus opuestas personalidades chocan entre el caos y el orden, mientras descubren que el amor puede surgir en lo inesperado.
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Condiciones Inesperadas
Capítulo 2
Gabriel tamborileaba los dedos contra la mesa con impaciencia. La sala de reuniones estaba en completo silencio, excepto por el murmullo del abogado explicando los términos. Frente a él, Elena Torres, con los brazos cruzados y una expresión de incredulidad, intentaba procesar lo que acababa de escuchar.
“¿Está diciendo que tengo que casarme con este hombre para mantener mi restaurante?” preguntó Elena, su tono cargado de escepticismo.
El abogado ajustó las gafas y asintió. “Es una condición inusual, lo admito, pero está explícitamente establecida en el testamento del padre del señor Moretti. Si no cumple con esta cláusula y no está casado antes del próximo trimestre, perderá derechos sobre la propiedad, incluido el edificio donde se encuentra su restaurante.”
“Ridículo,” murmuró Gabriel.
Elena lo miró con el ceño fruncido. “Ridículo es poco. Esto parece una broma.”
Gabriel suspiró y se reclinó en su silla. “Créeme, si dependiera de mí, esto no estaría sucediendo. Mi padre tenía un extraño sentido del humor.”
“¿Humor? Esto suena más a castigo,” replicó Elena, fulminándolo con la mirada. “Y, por cierto, ¿por qué yo? Seguro tienes una fila de mujeres deseando ser la señora Moretti.”
“Porque esta situación requiere discreción,” intervino el abogado rápidamente. “Un matrimonio con alguien fuera del círculo mediático puede evitar rumores que afecten a la empresa.”
Elena soltó una carcajada sarcástica. “Claro, soy perfecta porque soy invisible. ¡Qué halagador!”
Gabriel entrecerró los ojos. “No me interesa tu vida personal, Torres. Esto es un acuerdo estrictamente comercial. Seis meses, eso es todo. Luego, volvemos a nuestras vidas normales.”
Elena lo observó detenidamente, como si intentara descifrarlo. “¿Y qué pasa si digo que no?”
“Perderás tu restaurante,” respondió Gabriel con frialdad. “Y yo perderé mucho más. Así que, en este caso, nuestras necesidades se alinean.”
Elena apretó los labios, furiosa ante la falta de opciones. Su pequeño restaurante era su vida, su sueño. Ceder a esta locura iba en contra de todo lo que creía, pero perder su negocio no era una opción.
“Bien,” dijo finalmente, mirando a Gabriel con desafío. “Acepto, pero tengo condiciones.”
Gabriel alzó una ceja. “¿Condiciones? No estás en posición de negociar.”
“Primero, no voy a cambiar mi vida para adaptarme a la tuya. Segundo, no voy a tolerar tu actitud de superioridad. Y tercero, esto termina exactamente en seis meses. Ni un día más.”
Gabriel dejó escapar una risa breve, pero sin humor. “Hecho. Yo también tengo mis reglas: no interfieras en mi trabajo, mantén un perfil bajo y no compliques esto más de lo necesario.”
El abogado sonrió con alivio al verlos llegar a un acuerdo, aunque fuera forzado. “Perfecto. Comenzaré a preparar los documentos.”
Cuando salieron del edificio, el silencio entre ellos era pesado. Gabriel caminaba con pasos firmes, mientras Elena lo seguía, aún incrédula.
“Esto es una locura,” murmuró Elena para sí misma.
“Lo sé,” respondió Gabriel, sin mirarla. Y por primera vez en años, se preguntó si acababa de cometer el peor error de su vida.
¿Que pasará después en el siguiente capítulo?