Tamara Müller, 20 años de edad, una chica llena de ambiciones en la vida, pero fuera de eso dulce, aunque con un carácter bastante fuerte. Nunca se le cruzó por la cabeza todo lo que pasaría, ni en sus más locos sueños.
Kilian Mansfeld, 25 años de edad, el Mafioso narcotraficante de armas más temido de toda Alemania, lo consideran como el rey de la Mafia, un hombre sin piedad, ruin, cruel y sin sentimiento alguno, un hombre al que si alguien le juega chueco, sin importar quien sea, lo elimina.
Algunos lo conocen como "El Ángel De La Muerte" y otros como "Lucifer", su belleza es tanta que parece un dios griego, pero detrás de ese rostro angelical se esconde un hombre totalmente despiadado, un hombre que no parara hasta por fin lograr su más ansiado anhelo... Destruir a la familia "Müller" por haber acabado con lo que un día más amo, sus padres.
Para eso se adueñara de cada uno de los bienes de esa familia, incluida su más preciada hija "Tamara Müller".
Descubre que pasará 😉
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Capítulo 2
Deje todo ese pensamiento a un lado y empecé hacer mi trabajo el cual era bastante. Media hora después siento mi teléfono vibrar y al mirarlo es Matías, a quien puse a cargo de la mercancía hace ya unos dos dias porque el anterior murió, ese está tres metros bajo tierra, nadie se pasa de listo conmigo.
—¿Que quieres?— Contesté fríamente.
—Señor, quiero informarle que la mercancía ya llegó, pero hay un ligero problema— (dijo preocupado al otro lado de la línea).
—¡¡Que mierda paso ahora?!!.... ¡¡habla de una maldita vez carajo!!— Espete muy enojado, ¿es que acaso nadie puede hacer su maldito trabajo bien?.
—Es... Es que tiene que venir a verificar que esté todo en orden y que este toda la mercancía señor— (Dijo temeroso).
—¡¡Por qué diablos no está Dante ahí?, no se supone que él chequea los cargamentos maldita sea?!!— Estoy enojado, ¿dónde demonios está Dante?.
—Ohh acaba de llegar Señor, perdón por molestarlo, no fue mi intención se lo juro.. l-lo siento señor, perdóneme la vida— (Se apresuró a decir con terror).
_¡¡Este número no es para cuando se te de la gana de llamarme, es para una maldita emergencia!!, ¡¡Que esta sea la última y primera vez que me llamas para algo tan estúpido porque te juro que no habrá una proxima vez!!— Sin darle tiempo a nada colgué la llamada, a veces solo pienso que estoy rodeado de ineptos.
Me pare de mi silla irritado y me dirigí a uno de los estantes donde habían varios tipos de licores; tome un vaso de cristal y me serví un poco, tomé el trago de una sola estocada y luego volví al escritorio a trabajar.
Las horas pasaron bastante rápidas y una vez que termine de todo me dirigí a casa donde me encontré con Dante en la sala y con sus pies encima de la mesita; como que eso ya se le volvió costumbre al bastardo este.
—Que bueno que llegaste hermano— Dijo con una media sonrisa.
—¿Se te olvida que tienes una casa?— Le pregunté con mi rostro sombrío.
No vivimos juntos pero él se la pasa más metido aquí que en su propia mansión.
—Ya lo se, pero se siente muy solitaria— Dice bajando la cabeza.
—En ese caso consíguete una amante y llévala a vivir contigo y así dejas de fastidiar— Le dije sin ningún tipo de emoción y él alzo su cabeza con gracia.
—Ni te preocupas por uno, que mal hermano tengo —Dijo fingiendo indignación— pronto mi casa no estará vacía... Además hoy me quedaré porque los chicos vienen mañana y tenemos que ir al aeropuerto a buscarlos— Dijo con una sonrisa.
—No iré, ve tú si así lo deseas— Le digo mientras me voy alejando de él y subiendo las escaleras para ir a mi habitación.
—¡¡¡Que malo eres!!!— Gritó, pero no le di importancia a su comentario y seguí mi camino, al llegar al cuarto me quité toda la ropa y me metí al baño.
Cuando salí me puse un bóxer y me tiré en la cama con la esperanza de poder dormir bien, ya que últimamente no lo he podido hacer del todo bien.
.
*Al día siguiente*
Bajé las escaleras y lo primero que mis ojos vieron fue a mis hermanos entrando por la puerta de la gran mansión.
Las gemelas al percatarse de mi presencia se apresuraron a llegar hasta mi y me dieron un abrazo el cual correspondí.
—Eres un hermano realmente malo, no nos fuiste a buscar al aeropuerto— Dijo Lua, una de las gemelas haciendo puchero.
—Es verdad, que malo eres hermano, también pensé que te vería allí— Habló Ela, la otra gemela efectuando la misma acción.
—Ya, déjense de tonterías... Me da gusto verte hermano— Contestó mi hermano Thiago quien se acerca a mi y me da unas palmadas en el hombro y yo hice lo mismo.
—Ya lo sé... También me da gusto verlos bien— Respondí con mi rostro neutro.
—Lo arrogante nunca se te va— Respondió Thiago rodando los ojos.
Luego de eso ellos fueron a sus respectivas habitaciones a acomodarse, y cuando estuvo la comida todos nos sentamos en la mesa la cual era bastante grande.
Los empleados empezaron a servir la comida y una vez lista empezamos a degustarla.
—¿Cuando vas a traer a la mugrosa esa?— De repente pregunta Lua con el ceño fruncido.
—Lua, contrólate— Respondió Ela mirando mal a Lua, pero está última no le hizo caso.
Ya veo que la comida no será para nada agradable.
—¿Que?!, solo digo la verdad— Rodó los ojos con fastidio.
—No quiero que se involucren en nada que tenga que ver con Vincent Müller— Por esto no quería que estuvieran aquí, se que iban a querer estar de entrometidos carajo.
—No nos puedes pedir eso Kilian, sabes más que nadie que nosotros también queremos ver a Vincent caer— Esta vez el que habló fue Thiago con cierto enojo en su tono de voz.
Tan solo escuchar ese nombre me pone más que furioso.
—Ya les dije, manténganse fuera de esto— Contesté sin paciencia; me paré de la mesa y caminé hacia la salida, ya no tengo apetito.
Subí las escaleras, busque mi maletín y luego me fui a la empresa. Esta vez cuando llegué entre por el elevador del estacionamiento y al estar ya en mi oficina tomé el teléfono del escritorio y llamé a mi secretaria.
—Cuando llegue el vicepresidente quiero que le informes que lo quiero en mi oficina cuanto antes— Respondí seriamente.
—Si señor— Dijo determinada y yo colgué el teléfono.
Empecé a trabajar, tenía bastante trabajo que hacer y no es para menos, soy la cabecilla de muchos negocios.
Han pasado unas dos horas cuando siento como entran por la puerta sin siquiera tocar. No levanto mi mirada porque se que es Dante, es el único maleducado que no toca.
—Hermano, tu secretaria dijo que me querías ver, ¿para que soy bueno?— Preguntó.
—¿Esta todo listo para lo de esta noche?— le pregunté sin despegar la vista de mis documentos.
—Claro— (Dijo con malicia).
—Bien, puedes irte— Hice un ademán con la mano para que se fuera.
—Ash que fastidioso eres— (rueda los ojos y se va).
Levanté mi mirada y la dirigí a la gran ventana de mi oficina.
—Ojo por ojo y diente por diente Müller— Susurré por lo bajo para después volver a concentrarme en mi trabajo, necesito acabar cuanto antes.
Rápidamente dieron las 7 de la noche, ya habiéndo acabado con el 90% de mi trabajo cerré mi portátil y salí de la empresa junto con mis guardias.
Al llegar a casa fui directo a mi cuarto, me bañé y me vestí completamente de negro, una vez listo me quedé mirándome al espejo por un buen rato hasta que sentí que alguien tocó la puerta.
—Adelante— Dije con voz profunda.
—¿Listo?— Preguntó Dante pasándome un pasamontañas rojo.
—Sí— Tomé el pasamontañas, me gustó el color, se parece bastante al color de la sangre.
—Nuestra gente también llevarán esto puesto, pero ellos llevarán unos negros, nosotros somos los únicos que llevaremos de color, tú de rojo y yo de blanco— Dijo con determinación.
—Bien, que comience la casería— Dije con malicia y él sonrío de la misma manera.
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\****Narra Tamara***\*
Mi nombre es Tamara Müller, tengo 20 años y estoy en la universidad estudiando administración de empresas al igual que mi adorada prima, Scarlett Müller, ella es de mi misma edad, es más que mi prima, es la hermana que nunca tuve ya que soy hija única.
Mi familia es bastante influyente en la sociedad, aunque últimamente los negocios de mis padres van un poco mal, por esa razón viajarán a los Estados Unidos mañana.
Tengo una pequeña pregunta... A ustedes no les ha pasado que sienten que algo malo va a suceder y que tienen miedo de eso porque de alguna u otra manera se imaginan el resultado?... a mi sí, es lo que estoy sintiendo desde hace dos días atrás.. También siento como si me vigilarán cada vez que salgo de casa... creo que ya me estoy quedando paranoica.
En fin.. Vamos a la situación en la que estoy en estos momentos, y pues resulta que no sé cómo me convenció, pero estoy justo ahora con mi prima en el recinto deportivo de los chicos que juegan Fútbol Americano, ya que el novio, bueno, el exnovio de Scarlett le puso los cuernos, dizque porque ella no se quería entregar a él y como "hombre" tenía necesidades.. es una estupidez cierto?.
El punto es que estamos aquí, ya que ella quiere llevarse toda la ropa de él para dejarlo desnudo y que no tenga que ponerse cuando, lo que significa que todos se burlen de él.
—Scarlett, esto es muy arriesgado, si nos cachan nos puedes meter en serios problemas— Le digo algo nerviosa mientras miro por todos lados para ver si no se acerca nadie, no es que no sea una chica de hacer este tipo de cosas porque es todo lo contrario, es solo que evito hacer este tipo de cosas en la universidad, no quiero causarles problemas a mis padres.
—Shhh!.. Baja la voz que nos pueden escuchar Tamara— Dice terminando de agarrar toda la roba de su exnovio, Mark.
Salimos de ahí a puras penas porque todos los chicos empezaron a entrar al vestidor.
—Quedémonos aquí a esperar a que los demás chicos salgan para volver a entrar y llevarnos la ropa de él jugar, para que así no tenga absolutamente nada que ponerse— Sonríe con malicia.
—Ay Dios mío, en los líos que me metes Scarlett— Suelto un fuerte suspiro.
—Vamos Tam, no seas aguafiestas, además sabes lo que él me hizo y eso no lo dejaré pasar por alto— Dice con cara de cachorro por lo que solté un suspiro.
—De acuerdo— Le dije sin ánimos y ella puso una cara de felicidad.
Duramos ahí paradas como dos estatuas hasta que todos los chicos salieran para así tomarle las últimas prendas... se preguntaran porque él no sale con los demás o porque no se ha dado cuenta de que le faltan las ropas?.. Pues sencillo, según lo que me dijo Scarlett es porque cuando él llega del campus solo toma su toalla y se mete a bañar, además de que a él le gusta tomarse su tiempo para bañarse.
—Vamos, ya salieron todos— Dijo caminando hacia los vestidores mientras yo la seguía desde atrás.
Nos adentramos de nuevo a los vestidores sin que nos vieran, tomamos sus últimas ropas, pero antes de irnos Scarlett se detuvo.
—De nada sirve que le robemos la ropa si aún tiene su toalla para taparse— Puso cara de malicia y en ese momento me di cuenta de lo que quería hacer.
—Ni lo pienses, no, él puede cacharnos y hay si que nos meteremos en problemas— Negué con mi cabeza, pero ella con la suya decía que si, y sin esperar caminó hasta las regaderas; rodé mis ojos y la seguí.
Yo me quedé un poco alejada y ella lentamente se acercó hasta que sin que él se diera cuenta le robó la toalla, solté un suspiro de alivio, en serio Scarlett hará que nos saquen de la universidad.
Salimos de ahí y volvimos a donde estábamos anteriormente.
Esperamos bastante tiempo para que él saliera, y cuando por fin lo hizo nosotras nos empezamos a burlar... ahí estaba él mirando para todos lados frenéticamente mientras tapaba sus partes con dos toallas bastantes pequeñas.
Scarlett le tiro una foto y luego nos fuimos a la cafetería de la universidad.
—Jaja viste como se veía?, fue lo mejor que he visto en mi vida— dijo limpiándose las lágrimas por la risa.
—Jaja ya sé... Y lo mejor de todo fue cuando intentaba tapar sus partes con las mini toallas— Le digo entre risas, si bien no quería hacer esto por los problemas que nos podría causar es bastante divertido.
—De quien hablan bellezas mías?— Dijo una voz desconocida.
Miramos al dueño de la voz y era Erick, nuestro amigo desde que entramos a la universidad hace ya dos años.
—Ven, siéntate, te voy a contar lo que hizo nuestra bella Scarlett— Le dije con una sonrisa graciosa.
—Hicimos querida, hicimos— Dijo Scarlett con burla y asentí divertida.
Le conté todo lo que hicimos y él estaba que no se aguantaba la risa y nosotras ni se diga.
—Ay Dios mío, pero ustedes son tremendas— Dijo riendo.
Nos la pasamos hablando y riendo de lo que le hicimos a Mark y ya después me fui a casa.