Un sexy genio y su mejor amigo. Pondrán el mundo de cabeza para conquistar a sus amores. Esas dos hermosas jóvenes fueron escogidas por ellos desde su niñez, pero no están dispuestas a ceder tan fácilmente y lucharán por cambiar el rumbo de su destino. Sin contar que estos dos leones territoriales no están dispuestos a dejarlas escapar.
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CAPÍTULO 9
Dimitri se sentó frente a su hermano y entrecerró los ojos para retarlo.
Máximo entendía que Dimitri ya no era un niño, aunque se comportara como tal. Entonces, ya solo podía aconsejarlo e intentar que su hermanito lo entendiera.
—Dimitri ¿Dónde está Luna? —le preguntó a su hermano y Dimitri se recostó hacia atrás en su silla.
—Está en París, decidimos darnos un tiempo.
Máximo no pudo evitar emitir una sonora carcajada, mientras negaba con la cabeza.
Dimitri entrecerró los ojos y fijó su mirada en su hermano mayor.
Máximo, al sentir la mirada penetrante de su hermano, levantó sus manos en señal de rendición.
—Ja, ja, ja. Perdón, perdón. Dimitri. Digamos que te creo y espero que Luna se comunique con sus padres. Ellos estuvieron tratando de comunicarse con ella toda la noche. Porque aunque todos sabíamos que su desaparición tenía tu firma. Ellos seguían intranquilos.
Dimitri asintió y Máximo se levantó para estrechar a su pequeño hermano entre sus brazos.
—No te preocupes, gruñón. Ella se comunicó con ellos cuando la dejé en el aeropuerto. Y en cuanto a lo que te dije, pues créelo porque es la verdad.
Máximo volvió a reírse en la cara de su hermano.
—Ja, ja, ja. Ok, ok, ok. Te creo. Ahora vamos al comedor.
Los dos hombres llegaron al comedor y se unieron al resto de la familia.
Mientras tanto, en el internado, una hermosa joven bajo de un taxi y camino a paso firme hacia la entrada.
Ella tocó con fuerza y la monja la observó por la mirilla de la puerta. La religiosa sonrió y abrió la puerta emocionada.
—Pequeña Luna, pero qué sorpresa. —Le dijo la mujer, abrazando a la chica.
Luna le mostró una inocente sonrisa y correspondió a los afectos de la mujer.
—Hermana Monik, qué grata sorpresa verla. ¿Cómo sigue de salud?
La mujer respondió emocionada. Luna era una de las pocas alumnas graduadas que seguía en contacto con ellas.
—Bien, mi niña. Muy bien. Me imagino que estás aquí por la pequeña Christine.
Luna abrió los ojos al sentirse descubierta, pero solo asintió con la cabeza y volvió a mostrar su angelical sonrisa.
—Sí, hermana. Me imagino que está enterada de mi boda fallida.
La monja volvió a abrazarla.
—Sí, mi niña. Tu madre llamó esta mañana a ver si estabas aquí y nos contó todo. Pero no te preocupes, el señor tiene el control de todo. Tú solo confía y ten fe.
—Sí, madre. Aunque a veces el señor como que juega Jumanji con ese control —dijo Luna, soltando una pequeña risa, pero al ver que el rostro de la monja palidecer, Luna suprimió su risa y continuó hablando —pero mi fe hacia él sigue intacta.
La madre se persignó y levantó su mirada hacia arriba.
—Mi Dios, perdona a esta oveja rebelde y descarriada.
Luna volvió a reírse y la monja, se acercó a ella y le hizo una cruz en la frente.
—Hermana Monik. El señor me entiende, pues él me hizo así de loquita. Ahora dígale a Christine que vine por ella.
La mujer se sorprendió.
—¿Cómo así? La pequeña Christine apenas llegó ayer. Ella fue internada por dos años.
Luna se sonrió y abrazó a la religiosa.
—Sí, sí entiendo eso, pero va a comenzar por disfrutar las vacaciones primero. Tengo dos semanas de vacaciones en París, para dos personas y planeo disfrutarla con mi mejor amiga. Así que vaya por ella. —Terminó de decirle Luna a la mujer, mientras le hacía señas con la mano para que caminara hacia la puerta donde estaba su amiga.
La monja no sabía cómo hacía Christine para convencerla de todo. Pero ella fue por Christine.
Luna comenzaba a impacientarse, ella miraba su reloj. Casi media hora había transcurrido desde que la hermana Monik había ido por Christine. Entonces, ella tomó su bolso decidida a ir por su tonta amiga. Casi que la podía oír negarse a vivir esta aventura, pero ella no aceptaría una negativa por respuesta.
En ese momento, la puerta se abrió y un fantasma entró. Luna se acercó a ella y le tomó un mechón de cabello con la punta de los dedos, su mirada era de reproche.
—Pero Christine, Mira tu cabello, ¿me puedes explicar que es esto? ¿Por qué tienes esa apariencia fantasmal?
Christine solo giró el rostro hacia el otro lado y se alejó de su amiga. Definitivamente, Luna era la mujer perfecta para Dimitri. Ella tenía esa actitud arrolladora y extrovertida. No aceptaba un No por respuesta y nunca se quedaba sin vengarse de alguna ofensa o agresión.
—Solo vete, Luna —le dijo Christine en un tono de súplica, ella bajo la cabeza, estaba realmente avergonzada con su amiga.
—Ja, ja, ja. A mí no me corre ni el Sol, así que déjate de chistes y ve por tus cosas. París nos espera. Te traeré de regreso en dos semanas si aún quieres regresar. Aunque yo tengo planeado nuestro futuro, por los siguientes dos años.
—No, Luna.
Christine negó con la cabeza y Luna se acercó a la hermana Monik.
—Por favor hermana, vaya por las cosas de Christine que ella no se manda sola.
La hermana Monik, salió del lugar y Luna aprovechó de acercarse a su amiga y abrazarla.
—¿Qué te pasa Christine? ¿Esconderte, huir, encerrarte aquí a llorar? No mamita, solo debiste arrancar los cabellos de la perra y abofetear al estúpido nerd. Nuestros amores son guapos y millonarios. Siempre estarán rodeados de zorras. Pero nuestro lugar está por encima de ellas. Aunque eso no quiere decir que vamos a aceptar infidelidades.
Christine solo lloraba en los brazos de su amiga.
—Luna, me dolió tanto verlo correr hacia ella y auxiliarla.
—Ese estúpido. Te juro que cuando lo vea, lo golpearé en las pelotas. ¿Pero tú crees que sea buena idea encerrarte aquí, dónde él sabe que estarás pura y casta, mientras él vive su vida a todo color?
Christine negó con su cabeza y su amiga limpió sus lágrimas.
—No —susurro Christine.
Luna le sonrió y besó la frente de su amiga.
—Por supuesto que no, tontita. Vamos a sacarle unas cuantas canas y arrugas a ese nerd de mierda.
—¡Luna!, pero ¿qué palabras son esas? —le gritó la hermana Monik que venía entrando a Luna y las jóvenes comenzaron a reír.
—Perdón madre.
—Que Dios te reprenda, hija, y te bendiga. Cuida mucho a Christine.
Luna abrazó con fuerza a la hermana y tomó a Christine con una mano y con la otra tomó su maleta.
—Adiós, hermana y mueva sus influencias allá arriba para que me dejen entrar, cuando sea mi hora.
—Luna, pero ¿Qué cosas dices? —le hermana se volvió a persignar, mientras veía a las jóvenes subirse al taxi.
Más capítulos por favor 🙏.
Gracias.