🔞⚠️ ADVERTENCIA: ES UNA HISTORIA CON CAPITULOS SENSIBLES ⚠️ PARA +18
Edward Safra lo tenía todo: belleza, dinero, poder y un escándalo familiar que casi lo destruye. Ahora dirige su propia empresa y jura no repetir los errores de su padre. Hasta que dos mujeres llegan para ponerlo de rodillas.
Estrella Portugal, sofisticada y prohibida, le enseña lo que es el deseo sin límites. Marcela Molina, audaz y curiosa, lo despierta con una dulzura peligrosa.
Entre encuentros secretos, miradas que queman y una tensión que no da tregua, deberá decidir si ¿someterse a la pasión que lo consume o dejarse llevar por la que podría destruirlo o reconstruirlo?
Una novela cargada de sensualidad, secretos, traiciones y encuentros que nadie debería confesar.
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14. La soledad tiene su música
La mañana siguiente a su mudanza, Marcela se despertó con la espalda entumecida y un rayo de sol colándose entre las persianas desajustadas. Por primera vez en su vida, no había nadie esperándola en la cocina con café caliente. Ni su madre con las advertencias del día, ni su padre con el diario bajo el brazo.
Era domingo, todo estaba en silencio. Y por extraño que pareciera, aquel silencio que parecía enmarcar la soledad en que parecía estar, daba pie a la música que quería escuchar; y mientras cantaba aún sin afinación "You worth it, you perfect You worth it, you perfect Deserve it, just work it Deserve it, just work it...", de la canción "21st century girls", de BTS, empezó su día.
Tomó una ducha rápida y salió al mercado a comprar lo básico. Su presupuesto era ajustado, pero su lista mental estaba clara: arroz, café, pan, detergente, una sartén pequeña. En el camino, mientras cargaba la bolsa reutilizable en el brazo, pensó en lo absurdo que era sentirse tan adulta solo por comprar una espátula; "la vida es de quienes se atreven", se dijo y sonrió.
- "Hola", le dijo la señora del segundo piso, una mujer mayor con rulos y ojos atentos, las del tipo que no se les escapa nada lo que ocurre en el barrio. ¿Recién te mudaste?
- "Sí, ayer", respondió Marcela con una sonrisa tímida.
- "No te asustes si escuchas golpes en la noche. El del piso de arriba hace pesas a las tres de la mañana. Cree que es Arnold Schwarzenegger, o algún actor de acción, de los nuevos no me acuerdo su nombre", comentó la señora.
Marcela rió por compromiso; todavía no sabía si estaba más cerca del aturdimiento o de la felicidad; pero sonaba a ella y eso estaba bien.
De regreso en su departamento, se sentó en el suelo a desayunar pan con café. Tenía dos llamadas perdidas de su madre. No devolvió la llamada, aún no estaba lista para la conversación; así que abrió su laptop y revisó su canal de YouTube. Un nuevo comentario decía: “Me ayudaste a superar mi inseguridad con mi piel. Gracias.”
Ese tipo de mensajes le recordaban por qué había decidido hacer esto. Por qué no quería encerrarse en una vida de domingo en misa, con el vestido planchado por su madre y con la presión de casarse con “un buen muchacho”; quería hablar con mujeres reales, quería viajar, quería equivocarse, quería ser más que una hija obediente, y no es que no los respetara, solo quería ser dueña de su propia vida.
Pasó la tarde grabando contenido para el canal. A falta de aros de luz y micrófonos profesionales, se apoyó en la luz natural y en su entusiasmo. Mientras grababa, se dio cuenta de algo: en ese espacio pequeño, sin muebles ni adornos, podía hablar con más autenticidad que nunca.
Al caer la noche, caminó hasta una tienda de segunda mano y compró una lámpara de pie. Mientras volvía, vio a un niño y su madre comiendo pan con mantequilla en un banco del parque. Se sintió agradecida. No por lo que tenía, sino por lo que estaba construyendo.
De vuelta en su departamento, miró por la ventana. El edificio de enfrente tenía la misma arquitectura antigua, las cortinas eran sencillas y los balcones estrechos; uno de ellos estaba lleno de plantas, lo miró con ternura, era su pedacito de jardín aéreo que le recordaba que el planeta tiene mucho tipo de vida.
Esa noche, mientras cenaba arroz con atún en un bowl de plástico, llegó Carlos sin avisar. Tocó a su puerta como si todavía fueran niños y ella le hubiera escondido sus cómics.
...Carlos Molina...
Carlos era todo lo que sus padres soñaban en un hijo. Publicista exitoso, estable, casado con Elena, la sobrina perfecta de Estrella Portugal, elegante, con sonrisa estudiada, siempre con las palabras justas y el perfume caro; no es que no amara a Elena, era una mujer maravillosa y su hermano era feliz con ella, solo que a veces era inevitable que fuera el ejemplo a seguir.
- "¿Puedo pasar?", preguntó desde afuera.
Marcela suspiró, sabía que ese era un movimiento de su madre. Abrió la puerta despacito, y lo miró fijamente, lucía diferente, y sonrió.
- "Pasa, ¿qué le hiciste a tu cabello?, creí que ya habías dejado las casacas y la moto", manifestó Marcela con una sonrisa.
- "Un nuevo proyecto publicitario, en que Zulema me metió, sabes que es difícil decirle que no", comentó Carlos.
- "No tengo sillas aún, pero los almohadones son bastante cómodos, y si haces de cuenta que estás en Corea, se siente bien", dijo Marcela.
- "No tengo problema con eso, (sentándose) solo quiero estar seguro de que estarás bien en este lugar", manifestó Carlos.
- "Viniste a vigilarme", dijo ella, sin rodeos.
- "No, vine porque te quiero. Y porque mamá está preocupada. Y papá… bueno, papá no lo dice, pero también", expresó Carlos, con la cálida mirada de siempre.
- "Estoy bien. No necesito que me rescates, hermanito, te recuerdo que soy cinta negra", expresó Marcela, dándole una manzana.
- "Lo sé. Pero Elena dice que Mathías puede ayudarte a tener un canal con más visibilidad. Ya sabes, su empresa es la más importante en el rubro de belleza. Quizá podrías…", dijo Carlos.
- "No", lo interrumpió. Luego bajó la voz, si era adulta debía saber actuar con serenidad. "No quiero deberle favores a nadie. Y no quiero tener éxito solo porque estoy ligada a alguien importante, por favor Carlitos entiéndeme, tú también has tenido que batallar con ser el esposo sin cuna de oro de Elena Belmonte", añadió.
Carlos la miró, silencioso por un momento.
- "Tienes carácter, pero no confundas orgullo con libertad", expresó Carlos.
- "A veces van de la mano", dijo ella.
Él se despidió con un beso en la frente. Se fue sin discutir más, su hermano la amaba no había dudas, pero a veces no basta para comprender. Aunque lo intentaba, Carlos tampoco entendía del todo por qué su hermana había elegido complicarse la vida.
Esa noche, Marcela publicó un nuevo video: “Cómo maquillarte como tú misma y no como lo que esperan los demás”. No era viral; tenía producción, pero era honesto.
Y al otro lado del edificio, las luces del departamento lleno de plantas se apagaban a la misma hora que las suyas; mañana tenía que ir a trabajar, por ahora lo del YouTube solo, no bastaba, así que sonrió se dio palabras de motivación a sí misma y se fue a dormir.
Su impulso juvenil lo impulsó a llevar a Estrella a una encrucijada, y cuándo ella decidió entrar en esa incertidumbre, él resulta que ahora ya no..
Me encanta ese poderío
Que excelente trabajo 👍🏻
Que verdades tan cargadas de realismo y sinceridad les fueron dadas a Edward, quizás para contextualizar la relación