Alicia Vannecelli es una joven atractiva y optimista, llena de ilusiones. Uno de sus sueños es convertirse en doctora en pediatría, ya que siente una profunda afinidad por los niños. En secreto, está enamorada de David Müller, un sublíder de la mafia alemana. Sin embargo, considera que su amor es imposible debido a la diferencia de edades y al hecho de que él la ve como una niña. A pesar de esto, Alicia hace todo lo posible por conquistarlo, intentando cautivarlo con su encanto. Lo que ella no anticipaba es que el amor de David es tan intenso que se torna tóxico, transformando su vida a su lado en todo lo contrario a lo que ella había imaginado.
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Capítulo 11 Momentos con mi madre
Alicia Vannecelli
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Al salir del ascensor, me dirigí hacia el automóvil. Al sentarme, le envié un mensaje a mi madre informándole que la estaba esperando. Me limpié las lágrimas con las manos; mi teléfono sonó y, al comprobar quién era, vi una llamada de David, pero decidí apagarlo. No tenía nada que discutir, no quería sentir su compasión hacia mí, ya que me sentía ridícula. Sollozaba mientras intentaba secar mis lágrimas traicioneras. El conductor me ofreció un pañuelo, lo acepté y le agradecí mientras me limpiaba.
Justo en ese momento, mi madre abrió la puerta del automóvil y me preguntó
-Alicia, ¿qué sucede? ¿Por qué lloras?
-No es nada importante, mamá; solo acabo de terminar de leer una historia y su final fue triste, por eso estoy así -mentí.
Ella sonrió levemente, yo me acomodé y ella se sentó a mi lado. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras me consolaba.
-No hay nada mejor para combatir la tristeza que un helado de chocolate y hacer muchas compras. Sé que eso te levantará el ánimo -me dijo con entusiasmo.
-Sí, madre -respondí con una sonrisa forzada.
Mi madre le indicó al conductor que nos llevara a un centro comercial. En pocos minutos llegamos. Lo primero que compramos fue helado; mientras lo disfrutábamos, mi madre comenzó a hablarme de su juventud, de las aventuras que vivió siendo modelo y parte de cómo conoció a mi padre. Aunque ya conocía toda la historia gracias a mi tío Gian, quien me había contado todo. No me sorprendió enterarme de que mi padre había secuestrado a mi madre para salvarla de una muerte segura por parte de mis tíos. A fin de cuentas, sabía que nadie en esta familia era normal.
Pasamos toda la tarde comprando ropa, zapatos y accesorios. Luego, llegamos a un restaurante para comer y le dije
-Madre, este año termino la escuela y el próximo comenzaré la universidad. Me gustaría estudiar en el extranjero.
Ella dejó su tenedor sobre el plato, asombrada, y me observó.
-¿Dónde quieres estudiar? Pensé que querías continuar tus estudios en Italia -me preguntó.
-Quiero ir a Estados Unidos. Quiero conocer otros lugares y también a otras personas -le respondí.
Una parte de esa declaración era cierta, ya que también deseaba alejarme de David y no volver a verlo. ¿Cómo podría enfrentarle después de hoy? Era lo mejor para mí.
-Alicia, tu padre no estará de acuerdo con que te vayas al extranjero; sabes lo sobreprotector que es contigo -me dijo, mientras miraba un mensaje que le llegó a su teléfono.
-Madre, mi padre aún me ve como una niña pequeña, pero ya he crecido. Es momento de que me otorgue más libertad. No es vida estar encerrada en una jaula de oro. Quiero salir con amigas, ir a fiestas como lo hacen mis compañeras, quiero tener una vida normal, pero no la tengo por culpa de mi padre. Sé que me protege, pero también necesito cometer errores para aprender.
Ella se quedó pensativa durante algunos segundos mientras me observaba.
-No sabía que te sentías así. Tienes razón, cariño; tu padre solo quiere protegerte, eres la luz de sus ojos. Te prometo que hablaré con él sobre el tema de estudiar en el extranjero.
Me levanté de la silla y la abracé con emoción mientras ella sonreía. Le di varios besos en la mejilla.
-Gracias, madre, por entenderme -le dije emocionada.
-Ya siéntate y come, Alicia; la comida se va a enfriar -me respondió, sonriendo.
Al día siguiente, ya nos encontrábamos en Italia. Al llegar, vi a mi padre en la sala, hablando con mis tíos Gian y Thyler. Los saludé. A menudo me pregunto si estos tres hacen una apuesta para ver quién es el más sobreprotector con sus hijas. Mi tío Gian cuida demasiado de Almass; hasta los diez años, ella tuvo clases en la mansión. Recuerdo que Mi tia Rachel tuvo una fuerte discusión con mi tío, lo que no le dejó más opción que permitir que ella estudiara en una escuela. Aunque mi tío Renzo no es tan tóxico como el tio Gian, tampoco se queda atrás en su sobreprotección; no deja que Estrella salga de su mansión e incluso tiene seguridad en la escuela. Me pregunto por qué son así. Respiro con resignación. Mi tío Black no es así con Kira o Zoe; siempre les da permiso, las cuida pero les otorga su libertad.
Al subir las escaleras, toqué la puerta de Oliver. Escuché risas y su voz pidiéndome que pasara. Al entrar, lo vi jugar a la consola con Nary; sonreí, no me sorprendía que siempre estuviesen juntos. Ambos me saludaron.
-Hola, Nary. ¿Has pensado en mudarte con nosotros? -le pregunté.
-Sí, les mencioné a mis padres, pero ellos dicen que si me entregan, después no aceptan devoluciones -respondió, concentrada en el juego.
-Ya quisiera esta mocosa vivir con nosotros, pero sabe que ese honor no lo puede tener -dijo Oliver con orgullo.
-¿Qué puedo decirte, anciano de 100 años? Además, ¿quién querría vivir contigo, que aún te asustas con las películas de terror? —replies Nary.
Se miran entre sí, comenzando a pelear. Yo muevo la cabeza en señal de desaprobación y cierro la puerta. Ellos parecen perros y gatos, pero no pueden vivir uno sin el otro. Desde que se conocieron a los diez años, casi se matan, y desde ese momento se convirtieron en los mejores amigos; son realmente inseparables.
y todavía la kiere controlar en todo lo que ella hace y me imagino ke habrá salidas de ella con sus amigas y amigos y el no va a aguantar sus celos ..