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El Velo De La Mentira: La Novia Intercambiada

El Velo De La Mentira: La Novia Intercambiada

Status: Terminada
Genre:Mujer poderosa / Mafia / Traiciones y engaños / Novia sustituta / Romance oscuro / Completas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: AUTORAATENA

Jasmim y Jade son gemelas idénticas, pero separadas desde su nacimiento por un oscuro acuerdo entre sus padres: cada una crecería con uno de ellos en mundos opuestos. Mientras Jasmim fue criada con sencillez en un barrio modesto de Belo Horizonte, Jade creció rodeada de lujo en Italia, mimada por su padre, Alessandro Moretti, un hombre poderoso y temido.

A pesar de la distancia, Jasmim siempre supo quiénes eran su hermana y su padre, pero el contacto limitado a videollamadas frías y esporádicas dejó claro que nunca sería realmente aceptada. Jade, por su parte, siente vergüenza de su madre y su hermana, considerándolas bastardas ignorantes y un recordatorio de sus humildes orígenes que tanto desea borrar.

Cuando Marlene, la madre de las gemelas, muere repentinamente, Jasmim debe viajar a Italia para vivir con el padre que nunca conoció en persona. Es entonces cuando Jade ve la oportunidad perfecta para librarse de un matrimonio arreglado con Dimitri Volkov, el pakhan de la mafia rusa: obligar a Jasmim a casarse en su lugar.

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Capítulo 14

📖 **Capítulo 14 – Las Sombras del Intercambio**

Aquella mañana, las dos pasaron a vivir las rutinas intercambiadas: **Jazmín**, ahora en el papel de Jade, tuvo que lidiar con James, el guardaespaldas particular que Jade siempre usaba y que estaba completamente al tanto del plan. James era leal a Jade hasta el último cabello, y por eso, aceptó colaborar sin pestañear, conduciendo a **Jazmín (como Jade)** al curso de italiano en el centro de Milán, exactamente como sucedía en la rutina original de Jazmín, para que nadie sospechara.

Mientras tanto, **Jade**, haciéndose pasar por Jazmín, tuvo el día libre para preparar su fuga: salió al centro comercial de Milán, eligió maletas nuevas, compró ropa, zapatos, joyas, etc.

📖 **Capítulo 14 – Las Sombras del Intercambio**

La noche parecía no tener fin. Las horas se arrastraron hasta que el reloj marcó las 5:30 de la mañana del día 15 de diciembre. La mansión estaba sumida en silencio absoluto, con solo el viento frío de Milán susurrando por las vidrieras del segundo piso. En el pasillo, dos pares de pies descalzos avanzaban con cautela sobre la alfombra. Las gemelas caminaron como fantasmas, cada una sosteniendo una pequeña cesta con sus productos de higiene: champús, cremas, perfumes, aceites corporales, jabones y cepillos de pelo. Nada más que eso fue intercambiado. Ropa, zapatos, joyas, todo permanecería en la habitación original de cada una, pues a partir de allí, cada hermana pasaría a vivir como la otra, vistiendo sus gustos, usando sus objetos, absorbiendo su rutina. La ilusión debía ser perfecta.

Cuando llegaron frente a las habitaciones, Jazmín sintió el corazón latir tan fuerte que tuvo miedo de ser oída. Jade, por su parte, estaba con el rostro pálido y serio, pero los ojos brillaban con una llama peligrosa. Se miraron entre ellas, y por un segundo pareció que iban a dudar. Pero el sonido de un reloj antiguo marcando las 5:30 resonó por la casa, cortando cualquier incertidumbre.

Sin una palabra, entraron en sus nuevas habitaciones: Jazmín se instaló en la habitación de Jade, y Jade ocupó la habitación de Jazmín. Las puertas se cerraron al mismo tiempo, como si decretaran oficialmente el inicio de una nueva realidad.

En la habitación que ahora era suya, Jazmín pasó los ojos por el espacio lujoso que siempre fue de Jade. Alfombras importadas, cortinas pesadas de terciopelo, un tocador repleto de joyas caras y maquillaje en profusión. Todo allí exhalaba poder, ambición… y un toque de frialdad que la dejaba incómoda. Ella colocó sus productos de higiene en el baño anexo, respirando hondo mientras el miedo latía en sus sienes. Aquel sería su hogar hasta que el matrimonio se consumara.

En la antigua habitación de Jazmín, ahora de Jade, la decoración era más delicada: almohadas floridas, cortinas de lino blanco, fotos de infancia enmarcadas en madera clara. Jade posó sus cosas en el baño, pasando los dedos por los objetos de la hermana como quien prueba una exquisitez rara. Una sonrisa de triunfo estiró sus labios cuando se lanzó en la cama suave, sintiendo el perfume suave que impregnaba las sábanas: olor a inocencia, de bondad… de debilidad.

Poco después, los primeros rayos de sol tiñeron de dorado las vidrieras del pasillo. La mansión despertaba lentamente, y la rutina del día comenzaba. Las empleadas subían las escaleras para arreglar las habitaciones, pero como era habitual, no entraban sin permiso. La privacidad de las hijas del consejero Alessandro Moretti siempre había sido sagrada, y esa era una capa más de protección para el plan de las gemelas.

En el salón de desayuno, la mesa ya estaba puesta cuando el padre llegó. Alessandro vestía un traje oscuro impecable, como si cada día fuera un compromiso de negocios. Sus cabellos grises estaban peinados hacia atrás, revelando las líneas profundas de preocupación que el tiempo había dejado en su frente. Él se sentó a la cabecera y tomó un sorbo de café fuerte antes de alzar los ojos hacia las hijas.

Jade, ahora como Jazmín, entró primero, usando un vestido simple en tono pastel, con el cabello pelirrojo recogido en un moño flojo, exactamente como la hermana acostumbraba a arreglarse. Luego, Jazmín, ahora como Jade, surgió con un vestido negro ajustado al cuerpo, maquillaje llamativo y cabello suelto, ostentando la autoconfianza típica de su hermana.

El padre las observó por un instante que pareció durar una eternidad. Su mirada pasó de una para otra, pero no demostró ninguna sospecha. Al contrario, él esbozó una sonrisa cansada.

—Buenos días, mis hijas. Espero que hayan dormido bien —dijo Alessandro, tomando una rebanada de pan y cortándola sin prisa.

Las dos se sentaron en sus lugares de siempre, intercambiando una mirada breve y discreta, como quien confirma que todo estaba saliendo conforme a lo planeado. La complicidad silenciosa era tan afilada como una cuchilla.

—Entonces, Jade… —comenzó el padre, mirando a Jazmín, que ahora se hacía pasar por la hija mayor— la capilla fue elegida ayer por la tarde. El padre aceptó celebrar la ceremonia el día veintitrés, y ya enviaron las fotos del local decorado. Está todo hermoso. El vestido fue ajustado por la estilista personal de la familia, y las flores vendrán de Florencia, como tú querías. Me alegro de que hayas cambiado de idea sobre el matrimonio. Es importante para nuestra familia.

Jazmín forzó una sonrisa, sintiendo el estómago revolver.

—Sí, padre. Quiero que sea un día perfecto —dijo, modulando la voz para sonar firme como Jade acostumbraba a ser.

Jade, interpretando a Jazmín, tomó la taza de té con delicadeza, bajando los ojos como si quisiera desaparecer. Cuando el padre la miró, Alessandro sacudió la cabeza con compasión.

—No te pongas triste, Jazmín —dijo, sin percibir que se dirigía a la verdadera Jade— tu hermana va a ser muy feliz. Tú también encontrarás tu camino.

En ese momento, las hermanas intercambiaron una mirada rápida, llena de significados que solo ellas entendían. El plan estaba oficialmente en marcha, y nadie allí tenía la menor idea de lo que realmente sucedía.

Después del café, Alessandro fue llamado para una llamada urgente y se retiró del salón. Las gemelas permanecieron en la mesa, en silencio. El sonido distante de un piano resonaba del piso de abajo, donde una empleada pulía las teclas del antiguo instrumento de cola. La melodía suave contrastaba con la tensión que flotaba en el aire.

Cuando quedaron solas, Jade que se hacía pasar por Jazmín alzó el rostro y susurró con sarcasmo:

—¿Crees que consigues mantener esta farsa hasta el altar?

Jazmín respiró hondo, la garganta seca.

—No tenemos elección. Por ti… voy a ir hasta el final.

Jade sonrió, pero sus ojos brillaban como vidrio roto.

—Entonces que comience el show.

Aquella mañana, las dos pasaron a vivir las rutinas intercambiadas: **Jazmín**, ahora en el papel de Jade, tuvo que lidiar con James, el guardaespaldas particular de Jade, que estaba completamente al tanto de la farsa y había aceptado colaborar con el plan. James condujo a **Jazmín (como Jade)** hasta el curso de italiano en el centro de Milán, exactamente como sucedía en la rutina original de Jazmín, para que nadie sospechara.

Mientras tanto, **Jade**, haciéndose pasar por Jazmín, tuvo el día libre para preparar su fuga: salió al centro comercial de Milán, eligió maletas nuevas, compró ropa y accesorios, separando todo lo que necesitaría para partir el día diecinueve. Cada compra era hecha con cuidado y discreción, mientras su corazón latía en éxtasis por la libertad que se aproximaba.

Al final del día, ellas se encontraron nuevamente en el pasillo de la mansión, cada una cargando el agotamiento del esfuerzo de interpretar a la otra. Pero ninguna de las dos desistiría ahora: el intercambio estaba hecho, y el destino ya no podía más ser deshecho.

La casa reposaba bajo la falsa paz del atardecer, pero las sombras danzaban por las paredes, susurrando que el precio de la inocencia pronto sería cobrado.

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Malu Enriquez
Que bien que se defienda si no le pasarán por encima siempre ☺️
Malu Enriquez
Y eso que son familia imagínate si fueran estarlos pobre jazmín lo que le espera
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