Larisha experimenta una tragedia cuando su amante, Dev Limson, fallece mientras estaba con ella. Para empeorar las cosas, el Sr. Lan, un multimillonario de 40 años con diversos negocios legales e ilegales, resulta ser el padre de Dev Limson.
El Sr. Lan, conocido por su arrogancia y crueldad, culpa a Larisha por la prematura muerte de su hijo. La sed de venganza del Sr. Lan y su juramento de hacer que la vida de Larisha sea un infierno la llevan a sufrir tormentos y hasta la amenaza de muerte, convirtiéndola en prisionera en la habitación del Sr. Lan.
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Cautiva por un pacto
El acuerdo establece que Larisha debe casarse con el Sr. Lan y permanecer confinada en su habitación hasta que dé a luz a los hijos que servirán como reemplazo por Dev Limson, su hijo fallecido.
Después del nacimiento de los descendientes, el Sr. Lan se divorciará de Larisha y la tratará como a una prisionera común, sin revelarle a los hijos la verdadera identidad de su madre. A cambio, el Sr. Lan financiará un trasplante de médula espinal para Laluna, permitiéndole sanar.
"¿Qué opinas, es un trato mutuamente beneficioso?", preguntó el Sr. Lan. Larisha, que nunca consideró involucrarse en un matrimonio de conveniencia, se sintió indignada por las condiciones propuestas. En un arrebato, arrojó el acuerdo a la cara del Sr. Lan.
"¡Inhumano! ¿Cómo puede despreciar un vínculo tan sagrado, señor?", reprochó Larisha.
"Te pedí que firmaras por tu propia voluntad. No te obligaré si no estás de acuerdo", respondió el Sr. Lan.
Mientras Larisha luchaba con su decisión, el Sr. Lan se retiró a su oficina, dejando a Larisha debatiéndose. A pesar de sus objeciones al acuerdo, consideraba la posibilidad de aceptarlo para salvar a Laluna, que se encontraba gravemente enferma.
Larisha, decidida a ayudar a Laluna, se acercó al Sr. Lan. Sin embargo, él la ignoró, absorto en su teléfono celular.
"Disculpe, señor. Perdón por mis palabras anteriores. Fui presuntuosa al decir eso". La palabra Larisha es un tanto degradante para su orgullo. El Sr. Lan permanecía en silencio e indiferente ante la presencia de Larisha a su lado.
"Señor, deseo firmar el acuerdo. Le ruego, por favor, salve la vida de mi hermana, pague el tratamiento", expresó Larisha.
"El acuerdo ya está finalizado, no hay una segunda oferta", respondió el Sr. Lan de forma indiferente.
Desesperada, Larisha se arrodilló ante el Sr. Lan. "Señor, prometo serle obediente, prometo servirle bien. Por favor, déjeme firmar el acuerdo, es mi única familia", suplicó Larisha.
El Sr. Lan sacó un papel doblado de su bolsillo delante de Larisha. "Firme aquí", ordenó.
"Está bien, lo firmaré", cedió Larisha. A pesar de tener que renunciar a su propio futuro en manos del Sr. Lan, Larisha aceptó sinceramente con el fin de salvar a Laluna. Con una pequeña y temblorosa mano, tomó el bolígrafo negro y firmó el acuerdo.
Tras firmar el acuerdo, Larisha se lo entregó de nuevo al Sr. Lan. "Aquí tiene, señor. Que descanse", mencionó Larisha, preparándose para dirigirse al sofá donde solía dormir.
"Espera. ¿Quién te dijo que podías ir allí?", inquirió el Sr. Lan. "Duerme aquí conmigo", ordenó.
"No, señor, no puedo hacer eso", se negó Larisha.
El Sr. Lan se acercó a Larisha y le dijo: "Si ya has aceptado dar a luz a mis descendientes, no debería haber problema en que duermas en la misma cama que yo, ¿verdad?"
Larisha tragó saliva, sintiendo el miedo de compartir cama con un hombre como el Sr. Lan.
"Pero, señor", alcanzó a decir Larisha.
El Sr. Lan agarró la mano de Larisha bruscamente y la dejó caer en su cama, quedando él boca arriba. Larisha se sintió cada vez más asustada al ver al Sr. Lan acercarse a ella.
"Señor, no estoy preparada en este momento. Por favor, dame tiempo", dijo Larisha.
"¿Necesitas tiempo? ¿Quieres posponer estar conmigo?" preguntó el Sr. Lan.
"¿No te refieres a discutir, señor?" preguntó Larisha.
"¡Ah, no pensaba en eso! ¡Disfruta de tu noche tranquila!", respondió el Sr. Lan.
Larisha suspiró aliviada al ver que el Sr. Lan no insistiría en ese momento, y pronto se quedó profundamente dormida a su lado.
El Sr. Lan, al volverse hacia Larisha, contempló el cuerpo delicado de la joven dormida a su lado, lo que despertó un deseo incómodo en él.
Larisha dormía solo con una fina camisa rosa y pantalones cortos crema, resaltando sus encantadoras piernas largas. El Sr. Lan, sintiendo una atracción física irresistible, luchaba por apartar la mirada de las curvas de Larisha.
La presencia de la joven despertaba en él una lujuria que lo incomodaba. La forma de los senos de Larisha lo perturbaba, suspiraba por tocarlos, visiblemente excitado por la tentación que representaba.
"Esa maldita chica no deja de atormentarme. ¡Su cuerpo despierta en mí deseos incontrolables!", pensaba el Sr. Lan.
Esa noche, el Sr. Lan no logró conciliar el sueño, inquieto por la presencia seductora de Larisha a su lado en la cama.
