En "Lazos de Fuego y Hielo", el príncipe Patrick, marcado por una trágica invalidez, y la sirvienta Amber, recién llegada al reino de Helvard junto a sus hermanos para escapar de un pasado tormentoso, se ven atrapados en una relación prohibida.
En un inicio, Patrick, frío y arrogante, le hace la vida imposible a Amber, pero conforme pasa el tiempo, entre los muros del castillo, surge una conexión inesperada.
Mientras Patrick lucha con su creciente obsesión y los celos hacia Amber, ella se debate entre su deber hacia su familia y los peligros que acarrea su amor por el príncipe.
Con un reino al borde del conflicto y un enemigo poderoso como Ethan acechando, la pareja de su hermana Jessica, enfrenta los desafíos de un amor que podría destruirlos a ambos o salvarlos.
(Historia basada en la época medieval)
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Capitulo 14
Esa noche, David y yo nos fuimos a dormir con el corazón pesado. La preocupación por Jessica nos tenía intranquilos.
Sabíamos que ella estaba en peligro, que ese hombre con el que salía no era alguien en quien se pudiera confiar, pero, por mucho que intentáramos protegerla, parecía que se aferraba más a él.
El cansancio finalmente nos venció, aunque el miedo por lo que podría pasar seguía rondando nuestras mentes.
Mientras tanto, en la oscuridad de su cámara, el príncipe Patrick no podía dormir. Las palabras de su madre seguían retumbando en su mente, llenándolo de una mezcla de emociones que no sabía cómo procesar. ¿Era posible que, después de tanto tiempo, pudiera volver a caminar?
El pensamiento le dio una chispa de esperanza, algo que no había sentido en mucho tiempo. Las noticias que había recibido no solo cambiaban su futuro, sino que también sacudían todo lo que había aceptado como su destino.
Pero pronto, esa esperanza fue reemplazada por otro sentimiento. Amber. La imagen de ella apareció en su mente, como si estuviera gravada en su ser.
No podía olvidar el momento de tensión que había vivido con ella más temprano en el día, ni la forma en que su cuerpo respondía cuando estaban cerca. El deseo que había sentido por ella seguía latente, un anhelo que no había podido saciar.
Con cada recuerdo de ella, ese deseo se encendía más fuerte. Comenzó a imaginar su rostro, su cuerpo moviéndose por la habitación, sus suaves manos.
Los detalles de su presencia se le antojaban cada vez más vívidos, y sintió una oleada de calor en su interior. Sin pensarlo, comenzó a tocarse, mientras su mente seguía perdida en las imágenes de Amber.
Cada susurro de su cabello, cada curva de su figura, cada gesto inocente que había hecho durante el día alimentaba sus pensamientos.
Patrick cerró los ojos, y todo lo que veía era a ella. Sus respiraciones se aceleraron, y mientras seguía imaginando cada aspecto de ella, seguia tocandose acelerando su mano en su miembro, sintió cómo su cuerpo respondía con una urgencia que no podía controlar.
Finalmente, un temblor recorrió su cuerpo, liberando el deseo reprimido viniendose, lo que había sentido todo el día.
Su respiración era pesada, y mientras se dejaba caer su cabeza sobre las almohadas, una sonrisa satisfecha se dibujó en su rostro.
Aunque ese deseo se había desvanecido por el momento, sabía que la sensación no desaparecería. Amber lo tenía atrapado, de una manera que no podía ignorar, y la única forma de liberarse de ese fuego interno sería tenerla completamente para él.
Con ese pensamiento en mente, Patrick cerró los ojos, dejando que el cansancio finalmente lo venciera, pero no sin antes imaginar lo que el futuro podría traer, tanto con sus piernas como con Amber.
A la mañana siguiente, el príncipe Patrick despertó con una sensación extraña, una mezcla de satisfacción y frustración. El recuerdo de lo que había hecho la noche anterior lo invadió, junto con los pensamientos de Amber.
No podía evitar sentir una punzada de incomodidad, pero, al mismo tiempo, el deseo seguía latente. Su mente volvía a las palabras de su madre, ese rayo de esperanza que le había dado sobre sus piernas.
La posibilidad de caminar de nuevo se entrelazaba con su creciente obsesión por Amber. ¿Cómo cambiaría todo si volviera a ser el hombre fuerte que una vez fue?
Mientras Patrick se vestía, ya no pensaba solo en su propia curación. Amber se había vuelto una parte central de sus deseos y frustraciones.
Sabía que ella le temía, pero también que había algo más, algo que se estaba desarrollando entre los dos, aunque ella no lo admitiera.
Se deleitaba en la idea de tenerla bajo su control, de hacerla sentir lo que él sentía por ella. Si recuperaba el uso de sus piernas, ¿la necesitaría tanto como ahora?
En otro lugar del reino, Amber también se despertó con pensamientos confusos. La discusión de la noche anterior sobre Jessica seguía pesando en su mente, pero no podía ignorar lo que había pasado con Patrick. ¿Cómo podía desear algo que al mismo tiempo temía?
El príncipe la confundía; a veces la trataba como un objeto, un juguete para su entretenimiento, pero otras veces, sentía un calor en sus palabras, como si detrás de esa arrogancia hubiera algo más. Pero ¿cómo confiar en él cuando parecía disfrutar tanto humillándola?
Mientras preparaba el desayuno para sus hermanos, sus pensamientos divagaban entre el príncipe y la situación de Jessica. ¿Estaría bien? La imagen de su hermana escondiendo las marcas en el cuello le causaba una mezcla de ira y tristeza.
David, siempre el protector, había hecho lo correcto al enfrentarse a Ethan, pero ¿hasta cuándo podrían mantenerla a salvo? Amber sabía que el control que David intentaba ejercer era limitado, y que, al final, Jessica tenía la última palabra sobre su vida. Pero eso no hacía que el miedo fuera menos real.
Durante la comida, el silencio entre los tres hermanos era tenso. David seguía molesto por lo que había ocurrido la noche anterior, y Jessica apenas levantaba la mirada del plato, evitando cualquier conversación que pudiera desatar otra pelea.
Amber quería preguntar, pero temía reavivar el conflicto, así que decidió mantenerse callada, observando de reojo a Jessica, quien evitaba cualquier contacto visual.
El día transcurría lentamente. Amber no podía evitar sentirse inquieta. Cada vez que pensaba en Patrick, su cuerpo reaccionaba, como si el simple recuerdo de él fuera suficiente para alterarla.
Sabía que su relación con él era peligrosa, pero había algo en la manera en que la miraba, en cómo sus palabras la provocaban y, a veces, la hacían sentirse deseada.
Más tarde, mientras lavaba la ropa de sus hermanos en el río, su mente regresó al momento de la noche anterior, justo antes de que la madre de Patrick interrumpiera.
¿Qué hubiera pasado si no hubieran sido interrumpidos? La posibilidad le provocaba escalofríos, y no sabía si eran de miedo o de anticipación.
Justo cuando estaba sumergida en sus pensamientos, una sombra se cernió sobre ella. Amber levantó la vista y, para su sorpresa, uno de los guardias del príncipe estaba allí.
—El príncipe Patrick te manda llamar —dijo el guardia, sin mostrar emoción alguna en su rostro.
Amber sintió una punzada en el estómago. ¿Otra vez? Era su día libre, y Patrick lo sabía. Una mezcla de frustración y resignación se apoderó de ella. No tenía elección.
El príncipe siempre obtenía lo que quería, y, aunque ella intentara resistirse, al final, siempre terminaba bajo su mando.
—Dile que voy en seguida —respondió, tratando de ocultar su molestia.
Mientras caminaba de regreso al castillo, su mente estaba en caos. No podía evitar preguntarse qué sería lo que Patrick quería de ella esta vez. ¿Sería otro de sus crueles juegos? O tal vez… ¿habría algo más?