UN AMOR DE VERDAD

Anya y Leonardo entran de prisa a la mansión tomados de la mano. La situación es tirante. No saludan a nadie, pasan de largo. Él todavía está más que enojado muy confundido. Nunca había experimentado estas sensaciones y eso lo tiene amargado.

Al entrar en el gran dormitorio, Leonardo se detiene frente a Anya. La mira con cara de pocos amigos y le dice —A partir de hoy este será solo tu cuarto. Yo volveré a dormir en el mío.

—A nadie le debes dar explicaciones de por qué hacemos esto, pero si quieres, puedes decirles que yo ronco, que me muevo mucho y no te dejo dormir. O lo que se te ocurra.

—De esa manera podrás dormir tranquila sin tener que preocuparte porque yo sin querer te pueda rozar, o tocar como prohíbe el contrato. ¿Contenta?

—¿Estás molesto conmigo por eso? —Le pregunta Anya haciendo pucheros..

—¡No! Estoy obstinado, fastidiado, molesto con mis padres por haberme obligado a hacer algo que yo no quería. El matrimonio no se hizo para mi. Se los dije muchas veces, pero no me hicieron caso. Amaba la vida que llevaba antes y así era muy feliz.

—Me he dado cuenta de que nunca me acostumbraré a estar casado aunque sea de mentiras. ¡Buenas noches Anya! Salió tirando la puerta.

—Buenas noches Leonardo. —Anya se quedó inmóvil, sin pronunciar una palabra, mirando la puerta por donde había salido Leonardo. ¿Y a este qué le pasa? Yo no he hecho nada malo.

—Yo tampoco quiero estar atada a un falso matrimonio. Si no fuera por el dinero que él estaba ofreciendo, yo no estaría aquí. Estaría muy feliz en mi casita. ¿Qué se cree, que yo lo obligué? Al contrario sr Leonardo, usted era el que andaba desesperado buscando esposa.

—¿Él cree que yo sí lo estoy disfrutando? ¿Cree que porque él es el gran CEO LEONARDO DUPONT, yo tengo que mostrarle sumisión y darle las gracias por traerme a vivir con él? ¿Me cree culpable de su molestia?

—Pues querido esposo entérate de que tengo dos opciones. Anya se tiró sobre la cama. Una: Voy a tu cuarto y te digo un par de cositas que te harán enfurecer peor.

O segunda: Me hago la loca y aquí no ha pasado nada. Sabiendo lo caprichosito que eres cuando no se te dan las cosas como quieres, cual niño malcriado que eres, me aprovecharé de eso para hacerte rabiar más y divertirme un ratito contigo…

De paso, le callo la boca a la servidumbre que seguramente van a chismosear cuando vean que no vamos a dormir juntos.

Qué divertido: Elijo la segunda.

—Anya durmió plácidamente. Esa cama es grande y muy cómoda. Al amanecer se levantó muy temprano, se puso uno de sus bluyines rotos, una franela blanca que le quedaba grande, se recogió el pelo, un suave maquillaje y bajó a la cocina entusiasmada.

Preparó un sustancioso desayuno para ellos dos y lo puso sobre la mesa. Las empleadas la miraban, pero no decían nada. Rato después un malencarado Leonardo listo para ir a su trabajo, bajó por la escalera.

—Anya, ¿Qué haces?

—Buenos días mi amor, —le dijo juguetona. ¿Dormiste bien? Anya se acercó y besó su mejilla. Lo tomó de la mano y lo condujo a la mesa. —Mira, yo misma preparé nuestro desayuno. Espero te guste.

—He estado hablando con el personal y ya me enteré de qué cosas te gusta comer, elaboramos una dieta para tu buena alimentación y salud física. ¿No te alegras?

—Ah! ¿Sabes cocinar? Vaya, siempre me sorprendes. Déjame probar qué tal lo haces.

—Bueno, no es por presumir, pero lo hago exquisitamente. En mi casa soy quien cocina. Y lo que no sé, lo aprendo rápido y bien.

—¡Umm! Qué cosa tan deliciosa. —dice Leonardo llevándose un buen trozo de panqueca a la boca. ¿Qué tanto le pones a esta panqueca? Por favor, pásale la receta a mi cocinera, algún ingrediente secreto debe tener. Sabe riquísimo. —Leonardo se sienta y prácticamente devora con gusto todo lo que Anya puso sobre la mesa.

—Eeeste… Si le quieres llamar ingrediente secreto ok. Pero realmente no es secreto cariño, se trata de hacerlo con el corazón, con gusto y con amor. Dijo eso y se sentó muy cerca de él.

—Me da gusto que hoy si hayas desayunado conmigo.

—Leonardo la miró tratando de entender esta nueva actitud de su esposa. Y como la vio juguetona, él continuó el juego…

—Me pregunto qué otras cosas sabes hacer tan rico como esta cariño, dijo con un tono burlón pero a la vez seductor y luego se acercó aún más a ella peligrosamente, limpiando su boca con una servilleta.

—Anya no se dejó intimidar. Decide continuarle el jueguito, pues se ve que ya no está molesto y eso le agrada.

—Cosas que ni te imaginas cariño, si las conocieras terminarías locamente, perdidamente enamorado de mi. —Sonrió muy sensual y divertida, acercándose aún más a él.

Ambos se quedaron mirando retadoramente. Ninguno de los dos se quería echar para atrás. Leonardo no dejaba de mirar los provocativos labios de Anya. Sacó su lengua y la pasó por sus labios. A ambos se les notaba esas ganas de hacer ese pequeño movimiento para besarse.

Pasaban los segundos y ellos seguían con esa actitud de reto donde la balanza no se inclinaba para ningún lado. El poder de la seducción estaba parejo, eso hacía la situación algo muy excitante.

Anya no era una loba devoradora de hombres, ella no tenía ninguna experiencia en cuestiones de amores ni seducción, al contrario de Leonardo, todo un maestro de la coquetería y la galanteria.

Pero Anya se sabía hermosa, sabía lo que tenía. La intuición le decía como usar esa hermosura que deleitaba a quien la veía.

La cocinera, que había visto y escuchado todo desde cierta distancia, los miraba sonriente. Esa interacción nunca se la había visto a su jefe. Él había llevado a esa mansión muchas mujeres, pero nunca lo había visto jugar así con alguna de ellas.

Lo veía entregado, tierno y encantador. Esa esposa, que más bien parecía un ángel hermoso, sacaba facetas en él que jamás le había visto. Anya y Leonardo seguían muy cerca, tanto que podían sentir sus respiraciones.

—La primera en reaccionar, fue Anya. —Cariño, se te hace tarde. ¿Vienes hoy a almorzar?

Leonardo se sintió vencido, esta sensual batalla la había ganado Anya. Perturbado se levantó de su silla y la tomó por un brazo. —¡Basta de juegos por hoy! Sí, vengo a almorzar. Luego iremos juntos de compras.

—Ok corazón. —¿Tienes que salir inmediatamente o dispones de unos diez minutos? -—preguntó Anya.

—Puedo disponer de diez minutos. ¿Qué quieres?

Ven. —lo tomó del brazo y lo llevó a la mesa y empezó a recoger los platos del desayuno.

—¿Qué haces? Deja eso, cuando vio a Anya recoger los platos y los llevó a la cocina para lavarlos.

—Solo voy a lavar los platos que ensuciamos. Tú nunca lo haces, ¿verdad? Pues cariño entérate, ya es tiempo de que empieces a hacerlo. Hoy lo haré yo, pero mañana te tocará a ti.

—¿Qué? ¿Estas loca? Yo nunca haría eso para eso le pago al servicio.

Anya se dirigió a la cocinera. —Disculpa Matilde, cuando este señor desayuna, o almuerza o cena, ¿tú le das la comida en la boca? Te lo pregunto porque acá todo lo hacen por él.

–Matilde solo se rió ante el comentario.

—¡CLARO QUE NO! Tampoco es para tanto, no exageres.

—Sería el colmo Leonardo, pero de ti todo se puede esperar. A ver mi amor, escúchame bien. Mañana cuando te levantes vas a mover ese sexy y bien trabajado cuerpote que tienes y bajaras a esta cocina a preparar nuestro desayuno y luego tú mismo lavarás los platos. ¿OK? Si no lo sabes hacer, con mucho gusto yo te enseñaré cariño.¿Qué me dices? ¿No puedes hacerlo?

—Jajajajajajajaja Me estás dando una absurda orden, pero solo porque me dijiste lo de sexy y bien trabajado cuerpote, lo haré. Pero no te acostumbres que no será así siempre, ¿entendiste cariñito?

—¡Gracias mi amor! Por eso te amo tanto se acercó y le dio un beso en la boca. —Debemos fingir, Matilde nos observa, le dijo susurrando en su oído.

—¡Sí, es verdad! Hay que hacer todo creíble, así que ven acá. La tomó de la cintura para sentarla en sus piernas. Apartó suavemente su largo cabello que estaba suelto y le cubría parte del rostro.

La miró y sin darle tiempo a nada la besó. Pero ese beso no era fingido era verdadero. Sus labios tomaron los de Anya quien al principio tenía los labios cerrados porque se suponía que esos besos fingidos serían como lo hacen los actores en el cine.

¡Pero no! Leonardo la estaba besando de verdad. Sin saber por qué o cómo Anya terminó abriendo sus carnosos labios para recibir todo de él y sin darse cuenta, rodeó su cuello con sus brazos y se dejó llevar por esa dulce sensación.

La cocinera los vió y se llenó de ternura, por ello decidió dejarlos solos ahí, en ese beso que parecía eterno.

Haciendo un gran esfuerzo, Anya se levantó de las piernas de Leonardo y le dijo —¡Vaya! Somos buenos actores, ¿no crees? Se vio tan real que Matilde mejor se fue, dijo, intentando disimular su excitación.

—Leonardo aún más nervioso que Anya dijo —¡Sí, se vio tan real, en verdad! Bueno, ya me tengo que ir. Nos vemos al medio día. Estás lista. Recuerda que vamos de compras.

Salieron juntos tomados de la mano. En la puerta, él le dio un beso en la mejilla y luego subió a su Lamborghini donde lo estaba esperando Víctor.

Dentro del auto, Leonardo se llevaba las manos a sus labios. <<¡Qué beso! ¡Qué labios! Jamás en mi loca vida me había sentido así. Un beso tan rico como ese nunca lo había cautivado tanto. >>

<> Leonardo cerraba los ojos y seguía tocándose los labios.

Mientras tanto Anya, buscaba entre su ropa qué ponerse para salir en la tarde con Leonardo. Pero no podía dejar de pensar en esos besos fingidos que se acababan de dar.

Se recostó un momento en su cama mientras cerraba los ojos y volvía a revivir esas sensaciones tan deliciosas que recorrieron todo su cuerpo cuando era besada de esa manera.

Luego de un momento comenzó a recapacitar. Se sentó y se empezó a reprochar el haber provocado toda esa situación, pues claramente ella fue la que comenzó ese jueguito.

Eso me pasa por estar provocándolo. A la larga yo saldré perdiendo. Mejor no lo vuelvo a fastidiar así. Ayyyy pero no me importa, al fin y al cabo fue solo un besito y lo disfruté mucho Jajajajajajaja. Él es tan guapo, tan atractivo, tan varonil.

!Para qué me hago la tonta! Ese beso me encantó. Que bien besa mi esposito de mentiras. Y cómo no, si tiene una boquita tan provocativa.

Bueno, pero debo pasar la página, olvidar y a estar más cuidadosa la próxima vez. Debo escribir como tarea más de cien veces en una hoja para que no se me olvide:

“CUIDADO ANYA. ESTO ES UN NEGOCIO. NO VAYAS A ENAMORARTE. ESTAS ADVERTIDA. NO CAIGAS EN SU JUEGUITO. EL ES ASÍ CON TODAS. NO TE CREAS TU PAPEL DE ESPOSA. TODO ES MENTIRA, TODO ES MENTIRA, TODO ES FALSO...