Isabela es una enfermera experimentada, especializada en cuidados especiales, acostumbrada a tratar con pacientes en condiciones graves y delicadas. Cuando es contratada para cuidar a Renato, un joven que lleva 10 años postrado en cama debido a un accidente, enfrenta el trabajo con la seriedad y profesionalismo de siempre. Sin embargo, lo que comienza como una rutina tranquila de cuidados pronto toma un giro extraño. Isabela empieza a escuchar una voz misteriosa dentro del cuarto de Renato, pero al mirar alrededor, se da cuenta de que está sola con el paciente. Inicialmente escéptica sobre la posibilidad de que existan espíritus, se ve desafiante a enfrentar algo que no puede explicar. La voz parece dirigirse a ella, como si el propio Renato, en su estado inmóvil, fuera capaz de comunicarse de una manera que ella jamás imaginó posible. La enfermera se ve dividida entre su cordura y lo que parece una conexión sobrenatural. ¿Es víctima de un delirio, o Renato realmente está intentando hablar con ella, de una forma que trasciende la lógica médica? Día tras día, la línea entre lo real y lo inexplicable se vuelve más tenue, e Isabela debe enfrentar sus propios miedos y dudas para entender lo que está sucediendo.
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Capítulo 18
Como todas las noches, Dña. Aurora vino a dar un beso de buenas noches a su hijo, y yo le dije que podía preparar la boda, que nos casaríamos pronto.
_ Isa, las proclamas están corriendo y en cuanto esté todo listo, te traeré el contrato para que lo firmes. Quiero una cosa más, quiero cambiar la cama por una más grande, porque dormiré con mi marido y en la habitación donde duermo se puede hacer el cuarto del bebé.
_ Muy bien, Isa, mañana lo ves con Julia para cambiar la cama por una más grande. Dña. Aurora le dio un beso a su hijo y otro en mi frente. Buenas noches, hija mía, traeremos la felicidad a esta casa de nuevo.
_ Eso haremos. Después de que su madre se fuera, Renato pregunta.
_ Acuéstate conmigo, déjame ver si puedo sentirte.
_ Todavía no estamos casados, después de la boda me acostaré contigo.
_ Será mejor que te acuestes, así lo que te voy a decir parecerá más real. “Isa” Decidí acostarme con él en la cama, me di la vuelta por el lado opuesto al que está el colector de orina y me acosté con la cabeza escuchando su corazón.
_ Coge mi mano y apóyala en tu corazón. _ Está bien. Puse su mano justo encima de mi corazón que está latiendo a mil por hora.
_ ¿Sientes algo?
_ No, nada, pero no la quites, déjala ahí un rato más. Me quedé con su mano en mi corazón un rato y todo quedó en silencio, le quité la mano y le pregunté.
_ Renato, ¿estás ahí? Soy una idiota, o me estoy volviendo loca del todo. Si le cuento a alguien que hablo con mi paciente que lleva 10 años dormido, voy directa al manicomio solo con tarjeta de entrada, pero estoy hablando con él, él mismo desapareciendo de la nada como ahora. Apoyé la cabeza en su pecho y me dormí. Me desperté con su corazón acelerado, pensé que algo estaba pasando, ya sabes, tal vez un infarto, le llevé la mano a la cara y no tenía fiebre.
_ Renato, ¿puedes oírme? Renato, habla conmigo por el amor de Dios.
_ Tranquila, Isa, estoy aquí, solo he tenido un sueño contigo y ha sido estupendo, e intentaba entender dónde estoy.
_ ¿Con qué has soñado?
_ No querrás saberlo.
_ Voy a ser tu mujer, quiero saberlo todo de ti, y otra cosa, dijiste que haríamos el amor toda la noche y simplemente desapareciste.
_ Intenté volver, y como siempre caí en un lugar oscuro, pero empecé a oír tu corazón y a sentir tu mano en mi pecho y volví a ti.
_ Está bien, aún es muy temprano, dormiré un poco más.
_ No, no lo harás, te voy a decir lo que vamos a hacer y tú sigues mis instrucciones bajo tu propio riesgo.
_ Me estás dando miedo.
_ No tienes por qué, recuerda que no puedo tocarte.
_ Está bien, ¿qué quieres que haga?
_ Levanta tu mano como si fuera la mía y toca tu pecho, cierra los ojos e imagínate que te estoy tocando. Baja la mano y abre el pantalón del pijama, mete la mano y toca tu intimidad.
_ Olvídalo, no puedo.
_ Continuaré, solo escúchame.
_ ¿Qué otra opción tengo?
_ Empezaré a besarte esos labios que tanto me atraen, quiero quitarte el pintalabios rojo, ahora que te lo he quitado voy bajando besándote, te chupo la oreja, mientras mis manos recorren tu cuerpo, las detengo bajo tus pechos esperando que me des una señal para continuar mi exploración, empujas tu cuerpo contra mi mano, no necesito otro incentivo, subo mi no toco el pezón de tu pecho, levanto tu blusa y miro la belleza del pezón rosado llamándome, bajo mi cabeza y tomo el pezón en mi boca y chupo como un bebé que chupa el pecho de su madre, pero te aseguro que lo que siento no es la tranquilidad que siente el bebé, quiero devorar tu pecho, tu cuerpo, tu perfume me embriaga y tú me enloqueces un poco más gimiendo mi nombre, siento tu respiración cambiar y volverse más rápida, quiero que sientas todo mi deseo por ti así que giro mi cuerpo me tumbo encima y froto mi amigo en ti te miro a los ojos y me pierdo en el mar de sensaciones que tu mirada me transmite, el azul es tan intenso que me siento en un mar.
_ Renato, ¿estás ahí? Ahora desaparece y me deja aquí. Así, sin más.