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LUNES POR LA MAÑANA, UN NUEVO DIA DE LUCHA PARA SOBREVIVIR
— Ya había terminado el fin de semana y Keira recibió el montón de paquetes de sus compras. Cuando Grace vio todo lo que había comprado, casi quería sacarle los ojos de su lindo rostro, pero estaba en secreto muy contenta de hacer enojar a esa mujer arpía, además de que seguramente su hija ya le había contado donde la encontró comiendo, que le importaba. Ella no sabía que una simple tarjeta que recibió como un simple regalo podría abrir las puertas así de simple de un restaurante tan complicado.
Guardaría muy bien esa tarjeta dorada para el futuro si era necesaria, aunque no pensaba usar nada de los demás que no fuera gastar el dinero de los Cox hasta que se queden bien pobres y en la miseria.
Usaría su propia fuerza y medios para lograr su venganza, no la de otras personas; ella no quería involucrar a terceras personas en sus problemas; mientras no se involucren con ella, nada pasará.
Suficiente tenía con la enorme lista de personas que le dañaron, como para acumular más en esta vida.
Lo mejor sería que se diera prisa para salir a tiempo rumbo al colegio o no llegaría a tiempo para la primera clase y no quería perder el tiempo. Quería darle una estocada más a Camy, cuando vea sus calificaciones.
Con tanto estrés que le está provocando a esa niña tonta, seguro que no está estudiando, por estar pensando en qué hacerle para dañarla.
—Keira se dio prisa para llegar al colegio y entró en el mismo auto que Camy. Era un martirio viajar con ella, pues no soportaba el olor de su perfume; le daban náuseas siempre. Era realmente asqueroso soportarlo. Si no fuera por el miedo a que un camión le cortara la cabeza, la sacaría por la ventanilla del auto para recibir mucho viento fresco…
Por ese perfume siempre sabía donde estaba su 'hermana'; era tan fácil de encontrar, por su rastro apestoso, parecía el de un zorrillo; nada como tomar un buen baño, salir bien aseada, ponerse anti transpirable y salir así a la calle, para que tanto perfume, si al final no se bañan, sea tan sucia.
Por fin llegaron a la escuela, aire limpio, sí, qué alivio, pensó Keira. Salió como si estuviera esperando una gran herencia. Tiempo le faltó para que terminara de estacionar el auto el pobre chofer cuando ella estaba ya fuera.
Desde la calle de enfrente una chica muy extraña la estaba dejando a su tío.
—¿Porque tengo que venir a la escuela? No es necesario que lo haga, yo puedo quedarme en casa lo que falta para terminar el año escolar; además, tú eres uno de los accionistas del colegio; puedes hacer que me entreguen mi certificado de terminación de curso y listo, con eso mis padres estarán contentos. No seré ni ingeniero en robótica como mi padre ni una gran diseñadora de modas como mi madre, solo una simple chica que vive la vida a su antojo. —Se quejaba la chica con la cara pegada a la ventanilla del lujoso auto deportivo.
—Ya he dejado que hagas todo lo que quieras incluso te defendí cuando te hiciste esa cosa extraña con tu pelo, ahora no se de que color tu pelo natural, ya no lo recuerdo, cambias de color cada fin de semana, mira cuantos aretes llevas en tus orejas en tu nariz y hasta en tu labio, no es suficiente esto de la supuesta rebeldía de la adolescencia, yo nunca pase por esa etapa, por eso no creo que sea normal, si me quieres contar que es lo que te pasa, bien, pero entonces acepta que necesitas ayuda y te llevare con un psicólogo—
—Tio, yo no estoy loca, lo sabes muy bien solo es que...— La chica bajo la voz y no termino la frase, como siempre no dijo nada de nuevo era tan frustrante ya para el tratar con esa chica, era su sobrina más querida, la hija de su segundo hermano, con el cual se tenían mucho cariño, el era un niño pequeño cuando nació, así que la vio como un bebe al cual cuidar, después a una niña a la cual querer y proteger, cuando se fue al extranjero a estudiar, resintió mucho no verla, pero regreso y continuo mimándole tanto, que ahora se arrepiente, no tiene la menor idea de lo que le esta pasando, esta seguro que algo le hicieron, para que de la noche a la mañana cambiara de una dulce y tranquila niña, a una niña que parece mas una punk bajada del espacio, que una adolescente de 18 años.
— Bueno ya vete o ne llegaras a la clase y recuerda que puedo ver todo lo que haces, si puedo vendré por ti en la tarde, si no tus padres enviaran a su chofer.—
Kelly, asintió sin decir nada más y bajo del auto de su tío, se encamino rumbo a la escuela, estaba apunto de cruzar la puerta de la entrada cuando vio un espectáculo que nunca imagino poder presenciar.
—Te lo advertí antes que no te acercaras a mi y no me hiciste caso, así que ahora sufre las consecuencias—
Keira le estaba diciendo esto a Scott Black, mientras lo sostenía por el cuello, después de haberlo pateado en los bajos, por haberla abrazado mientras entraba.
Keira sabia muy bien que si dejaba pasar ese acto departe del estúpido de Scott, correría el peligro de que le cortaran de nuevo la cara, era mejor marca de una vez su territorio y fuerza.
Lanzo lejos a Scott y continuo su camino, como si no hubiera armado un alboroto a la entrada del colegio, mientras ella caminaba de forma mu despreocupada Kelly, corrió para alcanzarla.
—Oye, eres espectacular, nunca te había visto en el colegio, ¿eres nueva? ¿De donde vienes? ¿Dominas las artes marciales?¿Podrías decirme donde aprendiste?—
Kiara se preguntó si esta pequeña niña no pararía de preguntar: —¿Quién eres?—preguntó Keira.
—Cierto, lo siento no me presentar antes, soy Kelly, Kelly Haggard. — Keira pensó en que nunca había visto a esta chica antes, pero que de verdad que era muy extraña; tenía tantos aretes en sus orejas que temía que se le doblaran del peso que estaban soportando, pero al verla con cuidado vio que era bajita, tenía un bonito cuerpo, rellenita, donde debería de estar una carita redonda y coqueta, que si no tuviera tanto maquillaje, seguro se vería muy dulce su expresión.
Aun así no recordaba de su pasado a esta chica; quizás nunca se topó con ella, aún que sería muy difícil no verla. Continuaron caminando juntas, hasta que llegaron al mismo salón de clases.
—Uysss, que divertido seremos compañeros de clase —dijo la chica llamada. Kelly
Kelly pasó y vio donde se sentaba Keira y quitó de su lugar al chico que estaba a su lado para sentarse ella.
Keira no sabía si llorar o reír; estaba tan sorprendida que mejor dejaría que hiciera lo que quisiera la chica rara.
Entró Anthony, el lacayo de Scott, al aula como furioso, gritándole a Keira. —¡Keira, tú sí que estás loca, cómo pudiste golpear a Scott, ¿qué no sabes quién es su familia?, no te dejaran ir así de fácil por lo que le has hecho!
Keira sabía perfectamente quién era la familia del bueno para nada de Scott, su madre, una mujer que solo estaba preocupada por el que pensarán sus amistades de la alta sociedad y su padre por atender a su pequeña amante, mientras su hijo se dedica a estar cortejando todo tipo de mujeres en los clubs nocturnos. Es un hombre muy asiduo a los prostíbulos; seguro que se le va a podrir el pajarito muy pronto.
—No sé quienes son y no me interesa saberlo. Respondió muy directa y fría. Keira
Anthony entró furioso al recordar cómo él mismo lo había golpeado, pero él no pertenecía a una familia rica; solo era uno de los chicos que estaba en este colegio por sus buenas calificaciones. Se convirtió en seguidor de Scott para ser su buen amigo en miras al futuro; sabía que él sería quien manejaría los negocios de su familia en el futuro, así que decidió ser su perro fiel para conseguir algo cuando salga de la universidad.
Como lo hacían muchos de los becados en esta escuela de niños ricos, se pegaban a los más ricos para llegar a obtener algo en el futuro.
Era algo normal que los chicos becados fueran los perros falderos de cualquiera con poder.
—Pues pronto lo sabrás cuando te mande llamar a la dirección porque sus padres estén aquí— gritó Anthony.
Pero no esperaba que el mismo chico delgado de la otra ocasión soltara una carcajada y dijera como si fuera un chiste: —¿Tendrá las agallas Scott de llamar a sus padres para que lo defiendan de una niña? Todos los presentes se hicieron la misma pregunta: si fueran ellos, más los hombres, sería pasar por una vergüenza imperdonable, más siendo los herederos de una familia rica, es algo imperdonable en una familia que espera todo de ellos.