Shopia estudiante de enfermería es engañada por su gran amor, sin querer conoce a un familiar de su ex, con quien conocerá la otra cara del amor.
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Aroma
Cuando entre a su departamento sentí que mi mundo se estaba enfriando.
— Ya sabes donde esta el cuarto puedes descansar y acomodar tus cosas— dijo Derek, se fue a cambiar de ropa para luego irse y dejarme sola.
Su actitud no me afecto en nada, no le dije nada, solo vi como se marchaba, sabía que este matrimonio no me haría feliz, si realmente quería ser feliz yo misma tenía que buscar esa felicidad, aún tenía en mis manos el sobre que mi padre me dio, abrí para saber que era, sonreí cuando leí el documento, mi padre manejaba una cadena hotelera, me cedió algunas sucursales para manelarja, nunca quise hacerme cargo de esa responsabilidad, pero ahora que llevaba un pequeño corazón latiendo dentro de mí era momento de trabajar y sacar a flote el futuro de mi hijo.
Derek estaba recordando todo su pasado en un pequeño bar en la avenida Heras a pocas cuadras de casa, se encontró con unas de sus muchas amantes, esa noche la trajo al departamento, se metieron al cuarto de invitados y toda la noche se escuchaba gemidos, odiaba tener que estar ahí escuchando sus asquerosas caricias que se daban brutalmente, ya no aguantaba más, en plena madrugada me levanté de la cama que no era mía pero donde había concebido a mi hijo, me cambié para irme de ese maldito lugar, cuando estaba abriendo la puerta Derek me detuvo poniéndose en medio de la puerta.
— ¿ Dónde vas a esta hora?— me preguntó con su aliento alcoholizado, con poca ropa.
— A buscar algo de pasión, escuchar tus gemidos abrieron mi apetito sexual— le respondí acariciando su pecho desnudo y lentamente recorrí las caricias hacia su miembro para luego apretarle muy fuerte con la mano.
— ¡No tienes que salir a buscar lo que ya tienes aquí!
— Ja,ja,ja tu juguete no me sirve, necesito algo más sólido— Le empujé de la puerta para salir.
— No iras a ningún lado— sostuvo mi mano.
— Tú ni nadie me va a decir lo que tengo que hacer de ahora en adelanté, serás mi esposo, pero no mi carcelero— le di un beso en la mejilla y salí.
Cuando estaba en la calle tome un taxi, me fui a un hotel para descansar, tenía que inventar muchas ideas positivas para no sentirme mal, en medio de toda esta tempestad tenia que encontrar algo positivo para no desatar más desorden en mi vida.
Derek hecho del departamento a la mujer con la que estaba, entro al cuarto y se acostó en la cama donde hace unos minutos atrás estaba, mi aroma se había impregnado en las sábanas, al sentir mi perfume lloró, recordó la noche que nos habíamos conocido y se lamentaba por haberme metido en su cama, su culpa le golpeaba una y otra vez en su cabeza, el no pensaba en su felicidad sino en la mía. Se echaba la culpa por haber arruinado mi vida. Tomó su celular y me llamó, no quise contestar porque estaba enojada con la vida, no con él.
Solo dime que estas bien por favor, mando un mensaje.
No te preocupes estoy bien, descansa, le contesté, para que no se le ocurra llamar a mis padres y preocuparlos. Tenía que ser más inteligente y no dejarme llevar por mis impulsos, tenía que cuidar de mi estado mental, de mi hijo y ahora de mi matrimonio. Derek no sería quien destruya mis sueños, al fin y al cabo nos habíamos casado para salir de apuros, solo tenía que ser paciente, hasta conseguir una estabilidad económica y emocionalmente estable.
Cuando amaneció volví más relajada al departamento, antes pasé por el supermercado para preparar un buen desayuno, tenía que alimentarme bien por mi hijo.
Cuando Derek despertó fue directamente a la cocina y me vio ahí, tranquila y serena, me miró algo avergonzado, creyó que le haría un lió y le reclamaria por su comportamiento.
— ¿Seguro debes tener un dolor de cabeza?— le dije y tome un vaso de agua y el alikal que le compre y se lo pasé.
Él me miró algo asombrado.
— ¿Quieres desayunar? — le pregunté.
— Shopia, perdón por lo de anoche.
— Tranquilo, no pasa nada, no te tienes que darme alguna explicación, acordamos que tu vida seguiría su curso. Solo te voy a pedir que seas algo cuidadoso, después todo está bien, llevemos la fiesta en paz, ¿de acuerdo?
Él solo asintió con la cabeza, le serví una taza de café, se sentó frente a mí, me veía como disfrutaba de mi desayuno en silencio.
— ¿No vas a la facultad hoy?— me preguntó rompiendo el silencio.
— Dejaré la facultad, le ayudaré a mi papá con el negoció.
— ¿Estás segura?
— Si— respondí mirando la hora— tengo cosas que hacer, nos vemos a la noche, si surge algo te llamo o te mando un mensaje le dije levantándome de la silla.
Derek vio como me iba nuevamente de su casa, haciéndose muchas preguntas, vio la hora también y se apresuró para ir a su trabajo.
Subí a mi auto y fui a la oficina de mi padre, pasé por mi lugar favorito, una pequeña plaza en pleno centro de la ciudad, me detuve por unos segundos para contemplar los hermosos recuerdos que tenía ahí, muchas veces con Ezequiel nos habíamos hecho muchas promesas de bajo de un árbol en temporadas de verano, aún lo amaba, hubiese preferido tener un hijo del hombre a quien amaba y no de un extraño, mis cabios hormonales alteraban mis cambios de humor, y me puse llorar, lloraba por todos los sueños que un día tuve y que no podre hacer realidad, con él había conocido el amor, tuve el amor más perfecto hasta que lo vi con Diana. Mi dolor me obligaba ahora a hacer cambios en mi vida, mis dolores tenían que ser soportables para cuidar de mi hijo, pasar de página no sería algo fácil, no podía contener más, tenía que sacar todo lo que llevaba dentro de mí y me empape de lágrimas hasta sacar la última gota, y fue entonces donde mi alivio me mostró mi realidad.
Deje de lado los recuerdos y seguí con mi camino, pero antes llamé al hospital para acordar una cita con mi ginecóloga, era momento de cuidarme más y seguir con todos los controles del embarazo.
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