Emma es una mujer que ha sufrido el infierno en carne viva gran parte de su vida a manos de una organización que explotaba niños, pero un día fue rescatada por un héroe. Este héroe no es como lo demás, es el líder de los Yakuza, un hombre terriblemente peligroso, pero que sin embargo, a Emma no le importa, lo ama y hará lo que sea por él, incluso si eso implica ir al infierno otra vez.
Renji es un hombre que no acepta un no como respuesta y no le tiembla la mano para impartir su castigo a los demás. Es un asesino frío y letal, que no se deja endulzar por nadie, mucho menos por una mujer.
Lo que no sabe es que todos caen ante el tipo correcto de dulce.
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Por mi hijo, lo que sea
Emma
–¿Por qué salimos tan temprano, mami? –me pregunta mi pequeño mientras abro la puerta para entrar a la casa.
–Tu tío Conor pensó que necesitábamos este tiempo para conversar.
Dylan deja las bolsas con las compras, que hicieron con Renji, sobre el pequeño sofá y yo hago lo mismo.
–¿Es por lo de mi papi? –pregunta ladeando su pequeño rostro.
Asiento. –Sí, cielo –camino hasta el sillón y me siento en él. Dylan de inmediato se sube a mi regazo. Acaricio su mejilla y sonrío–. Imagino que no debe ser fácil para ti enterarte de la noche a la mañana de que tienes un papá –digo con cuidado–. Me hubiese gustado haberte explicado de otra manera y no que Renji te haya dado la noticia de sopetón.
–¿Sopetón? –pregunta divertido.
–Sin prepararte primero.
–Mi papi no me dijo nada, mami. Él me dijo que tenía que hablar contigo, pero yo ya sabía que era mi papi. Somos iguales, ¿verdad que sí? –pregunta ilusionado.
Beso su mejilla. –Se parecen mucho, pero tú eres mucho más hermoso.
Esconde su rostro en mi cuello y suspira. –Nunca pensé que podría tener un papi y ahora tengo uno, y es el mejor papi de todo el mundo –dice arrodillándose en mi regazo. Toma mi rostro entre sus pequeñas manos–. Mi papi construye edificios, mami, edificios de verdad, no de juguetes.
–¿De verdad? –pregunto con una sonrisa al darme cuenta de que mi pequeño ha tomado la noticia mejor de lo que esperaba.
–Yo también quiero hacer edificios como mi papi.
Apoyo mi frente en la suya y acaricio su nariz con la mía. –Y lo harás, cielo. Podrás hacer lo que tú quieras.
–¡Papi me dijo lo mismo! –exclama encantado–. Quiero construir la torre más alta del mundo.
–Y así será, mi bebé.
Vuelve a recostarse en mi regazo. –¿Puede papi vivir con nosotros? –pregunta y yo me tenso de inmediato–. Como los papis de Colin lo hacen.
–No creo que eso sea posible, mi cielo. Renji y yo no estamos casados.
–Pero tuvieron un hijo –replica–. Tuvieron que haber estado casados para tenerme a mí, ¿verdad que sí?
Sonrío y niego con mi cabeza. –El matrimonio no es un requisito para traer niños al mundo, cielo. ¿Sabes por qué estás aquí?
Asiente. –Porque Diosito te quiere mucho y quiso mandarte el regalo más bonito de todo el mundo –repite lo que siempre le he dicho–. Y por eso estoy aquí.
Beso su mejilla. –Así es, mi amor, por eso estás aquí.
–¿Eso quiere decir que papi también le pidió a Diosito el regalo más bonito?
–Claro que sí, cielo –le digo y luego soplo su cuellito logrando que ría a carcajadas. Amo el sonido de su risa–. Por eso estás aquí.
–¿Cuándo podré ver a papi de nuevo? –pregunta ansioso.
–Lo podrás ver en la oficina, cielo.
–Pero, ¿qué pasa con los domingos? Yo quiero ver a mi papi los domingos.
Suspiro y abrazo más fuerte a mi pequeño. –Imagino que tendremos que conversarlo con tu papi mañana –claudico–. Pero me gustaría estar presente cuando estés con él.
–Pero mami, nosotros somos chicos y tú eres una chica –dice–. Hay cosas que quiero hacer solo con mi papi.
–¿Cómo qué?
–Como jugar con mis autitos de juguetes, armar enormes torres y conversar de cosas de chicos –termina con una sonrisa.
–¿Cosas de chicos? –pregunto divertida.
–Sí, mami, cosas de chicos. Mi papi tiene que saber muchas cosas de chicos, como autos y fútbol americano, ¿no lo crees?
–Supongo que sí.
–Y tú no sabes esas cosas, mami, pero mi papi sí.
–Claro que sé esas cosas –digo tratando de lucir ofendida.
–¿Quién ganó la Super Bowl este año?
–Ese equipo, el rojo, donde está el novio de Taylor Swift.
Pone sus ojos en blanco. –¿Ves, mami? Solo sabes porque hay una chica involucrada, es vergonzoso.
Me lo como a besos y luego me alejo.
–Está bien, mañana hablaré con tu papá y llegaremos a un acuerdo, pero tienes que decirme si algo no te gusta o si tu papá un día se enoja y dice algo feo, ¿está bien?
–Está bien, mami –accede y luego se baja a revisar el contenido de las bolsas.
Mientras miro a mi pequeño sorprenderse con cada artículo que saca de las bolsas, a pesar de que ya las vio, decido que por él hablaré con Renji. Tenemos que llegar a un acuerdo por Dylan. A mi hijo le hace ilusión tener un papá y no seré yo quien acabe con esa sonrisa.
Un papá.
Mi estómago se aprieta cuando recuerdo la conversación que tuve con Conor. Mi padre sigue buscándome.
Todos los recuerdos felices que tenía enterrados en lo más profundo de mi memoria salen a flote. Recuerdo a mi padre contarme historias antes de dormir, historias que él inventaba solo para verme sonreír. Recuerdo cuando acariciaba mi cabello hasta que me dormía en sus brazos, protegida y feliz.
Quiero verlo, pero tengo miedo a cómo reaccionará. Ya no soy la niña inocente que él perdió, esos hombres y mujeres acabaron con la chica que el cuidó y tanto amó, y creo que quizá eso pueda romper su corazón y el mío.
–Papi –susurro y juro que casi puedo escuchar su voz gruesa y amable.
Tomo mi celular y le escribo a Conor.
“¿Cuándo podré ver a mi papá?”
Me responde a los segundos.
“Pronto, Emma. Primero Renji quiere asegurarse que podemos confiar en él”
Arrugo mi ceño. No sabía que Renji estaba al tanto.
“Es mi papá, claro que podemos confiar en él” le escribo rápidamente.
“Renji no quiere arriesgarse, no si ese hombre estará cerca de Dylan en algún momento”
Leo su respuesta y siento como nuevamente comienzo a sentirme impotente, una sensación que odio con todas mis fuerzas. Es mi papá, la única persona que debería decidir cuando verlo, soy yo.
Miro a mi hijo y me calmo. Renji tiene razón. No arriesgaré a mi hijo por nadie, ni siquiera por mi padre. Los recuerdos que tengo de él son vagos y pudo haber cambiado con los años. Yo lo hice.
“Tienen razón. Haré lo que sea mejor para Dylan”
Si quiero empezar una relación cordial con Renji, imagino que tendré que ceder. Lo único que espero es que él también pueda hacer lo mismo para que podamos llevarnos mejor.
Tenemos que hacerlo por nuestro hijo.