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Conquistando El Paraíso

Conquistando El Paraíso

Status: En proceso
Genre:Acción / Amor prohibido / Amor-odio
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: J. Dylan Smith

¿Romperías las reglas que cambiaron tu estilo de vida?

La aparición de un virus mortal ha condenado al mundo a una cuarentena obligatoria. Por desgracia, Gabriel es uno de los tantos seres humanos que debe cumplir con las estrictas normas de permanecer en la cárcel que tiene por casa, sin salidas a la calle y peor aún, con la sola compañía de su madre maniática.

Ofuscado por sus ansias y limitado por sus escasas opciones, Gabriel se enrollará, sin querer queriendo, en los planes de una rebelión para descifrar enigmas, liberar supuestos dioses y desafiar la autoridad militar con el objetivo de conquistar toda una ciudad. A cambio, por supuesto, recibirá su anhelo más grande: romper con la cuarentena.

¿Valdrá la pena pagar el precio?

NovelToon tiene autorización de J. Dylan Smith para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Sueños en el cristal

Puedo oír el sonido lejano de las ambulancias, pero no las veo. No puedo ver nada. Siento comezón en los ojos, y un terrible peso en los párpados. Intento abrirlos con la ayuda de mis dedos y, tras el crujido y el dolor, al fin puedo distinguir algo entre resplandores sofocantes: estoy sobre una cama, una cama cuyo colchón se hunde tanto que hasta puedo sentir sus resortes pinchándome la espalda. Hay una ventana justo al frente, y un afiche de Scarlett Johansson en la pared izquierda.

¡Rayos! ¡Es mi maldita habitación!

Me bajo de la cama y miro mi ropa; tengo puesto un atuendo diferente al que llevaba anoche, y eso quiere decir, o que me cambié sonámbulo, o que Marcos, el idiota, me quitó la ropa negra, hurgó en mi closet para elegir entre las pijamas, y me vistió como a un bebe mientras dormía.

¡Qué horror!

Recorro los espacios de la habitación abriendo surcos imaginarios con mis pies. ¡No puede ser! ¿Y si quito a Scarlett y fisgoneo la habitación de Asha? Es decir, ella me odia, aunque dudo que sea tanto como para negarme lo que sucedió anoche... ¿O sí? No tengo otra opción, tendré que hacerlo. Aliento a mis pies a moverse poniendo mis intenciones sobre el afiche. Solo debo apartarlo, tanto el mío como el que seguramente está del otro lado. Una vez que lo haga solo debo decirle a Asha:

"Hey Asha, estuvo bueno lo de anoche."

No, no puedo decir eso porque pensará que le estoy insinuando otra cosa y le estaría dando más razones para matarme, y vaya que ya tiene suficientes. Entonces, debo recapitular y pensar en otra insinuación que responda a mis dudas. Tal vez:

"Hey Asha, ¿cuándo aparecerá la señal del cielo? Es para estar al pendiente."

Está mejor, sí. De esta manera puedo conocer si realmente estuve con esa cuerda de desquiciados anoche, y si me metí en una oficina de vigilancia a doblegar a una guardiana muy gorda. Además, sabré algo más sobre la señal que aparecerá en el cielo, bueno, si es que no aluciné demasiado y mi mente inventó esa parte.

¿Y si realmente todo fue un invento de mi mente? Intentaría exponer todas mis hipótesis, pero mi madre, importuna como masticar una piedra entre frijoles guisados, comienza a tocar la puerta.

—Gabriel, ¿estás despierto? Me quedé dormida y ya es medio día, y quizás estés enojado porque no te he hecho el desayuno. Debes tener mucha hambre —vuelve a tocar la puerta, y luego dice—: ¿Gabriel? ¿Me estás oyendo?

—Te escucho —digo después de abrir la puerta. Me quedo en el umbral del marco, impidiendo que ella entre en mi habitación—. No te preocupes, yo también me quedé dormido. Y vale mamá, puedo prepararme el desayuno, no soy un chiquillo.

—Es cierto, mi chiquillo ya es todo un hombrecito —intenta abrazarme, sin embargo, la aparto con los brazos.

—Recuerda que estamos en cuarentena, no están permitidos los abrazos.

—Por favor, hijo, podemos abrazarnos porque convivimos juntos, y además, ninguno de nosotros ha salido del apartamento.

Bueno, si lo de anoche fue un sueño, ella tiene la razón.

—Igual, hagámoslo para honrar las reglas de la cuarentena —digo y ella frunce el ceño— ¿No es lo que me has dicho durante todo este tiempo?

Ella asiente y, disconforme, se aparta de la puerta.

—Prepararé el desayuno y el almuerzo —dice, con una sonrisa un tanto melancólica. Y creo que, como siempre, está exagerando—. Te espero abajo.

—Bajaré en unos minutos.

Cierro la puerta y recuesto mi espalda sobre ella. Vale, ¿por qué me pica tanto el cabello? Exhalo y hasta tengo ganas de gritar. Registro en mi closet y saco la toalla, y un atuendo para pasar el día. Quizás la ducha aclare mis recuerdos. Desprecio el afiche; tendré que esperar que alguien aparezca del otro lado del hoyo, alguien que me auxilie, que despeje mis dudas.

No aparece nadie.

Mi madre nota mi nostalgia cuando la acompaño en la mesa del comedor. Me ofrece jugo de remolacha y estoy tan desubicado que lo bebo de un sorbo. Arrugo los labios y me limpio los dientes. Ella ríe y muestra mi teléfono entre sus dedos.

—Tu teléfono —ella me pasa el aparato con la pantalla rota—. Lo encontré tirado en la cocina.

—Gracias —lo tomo y lo pongo a un lado. Ni siquiera recordaba que tenía un teléfono.

—Tiene rota la pantalla. ¿Qué le pasó? —había tardado mucho en preguntarlo.

—Es que se me cayó mientras limpiaba mi habitación.

—Ah, pues ahora tendrás que esperar a que la cuarentena termine para arreglarlo.

—Me gusta así, incluso se ve más rebelde.

Miro la comida con desprecio. No se me antoja nada que no sea saber si lo que pasó anoche fue algo real, fue tangible. Suspiro. Se sintió tan bien sentir todos esos abrazos...

—¿Te sientes bien? —mamá deja de comer para observarme.

—Soñé que una bandada de locos entraron a mi habitación, me secuestraron y enviaron a neutralizar a la gorda de la vigilancia —soy honesto y deshonesto a la vez—. Me siento mal desde entonces.

—Tuviste una pesadilla horrible. Menos mal que solo fue un sueño.

—Sí... —suspiro de mala gana— qué suerte...

—Tu papá tenía sueños muy raros también.

—Iré a mi habitación —suelto antes de que continúe hablando de un padre que me niego a recordar. Ella limpia sus ojos, por alguna razón no puede hablar de él sin evitar las lágrimas.

Recuerdo las olas, el bote pesquero destrozado en tierra firme y el sonido de la ambulancia, que llevaba su cuerpo oculto bajo una sábana negra. Sé que mi madre intenta sacar de mí la marea de sentimientos oculta muy en la profundidad de mi corazón, y que el monopatín y las salidas a la Plaza de las Orquídeas mantenían bajo control. No obstante, me niego rotundamente a tocar el tema que ya quedó en el pasado.

—Si quieres puedo servirte algo más de comida y llevártela a la habitación —ofrece mi madre.

—No —intento ser lo menos duro posible—. Tal vez para la cena.

Agarro mi teléfono y escapo de mi madre. Cuando llego a la habitación me asomo por la ventana; Los nubarrones tormentosos le obsequian al cielo formas de olas; es como mirar un mar embravecido. Entonces, destilan centellas del pesado en mi mente: Veo los anteojos de papá en la arena, y la espuma sobre sus cristales rotos. Viajo a aquel lugar, a aquella playa que para nada me gusta.

Dejo que la llovizna salpique sobre el cristal de la ventana; las gotas de lluvia son las lágrimas que no quiero derramar. Lo siento, querida memoria, ahora únicamente deseo las imágenes de mis nuevos amigos, de esos chavales completamente locos. Ellos son mi nueva familia porque ni siquiera mi madre me dio tanta esperanza en esta maldita cuarentena... ni tantas ganas de vivir.

Solo falta que sean reales. Todos ellos: Espero que sean reales.

Y no dudaré en arriesgarme a lo que sea para lograr al fin volver a la calle, ese paraíso maravilloso donde alguna vez tuve y volveré a tener una vida de verdad. Lejos de mi madre, lejos de estas malditas paredes y por sobre todo, lejos de todo lo que me recuerda a mi padre.

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Aracelys Maria
Estoy enamorada de esta historia, espero con ansias la próxima actualización ☺️.
Aracelys Maria
Me recuerda muchísimo a la época de pandemia. Muchos jóvenes se sentían igual. Fue duro.
Aracelys Maria
Que alivio, se salvó por poco jejeje.
Aracelys Maria
Ay Dios, corre jajaja 🤣
Aracelys Maria
OMG jajaja 😅
Aracelys Maria
Soy madre, pero no soy así con mis hijos 🤭
Aracelys Maria
jajajaja me encanta Asha
ᴍᴏᴛʜᴇʀ ᴍᴏᴛʜᴇʀ🖤
Esto será adictivo 🤩
Diamond
Cada vez que veo que no hay actualizaciones nuevas, ¡siento un vacío en mi corazón! 😩💔
J.Dylan Smith: Te comprendo, por eso, la actualización de esta obra será más recurrente. Abrazos ☺️.
total 1 replies
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