Anabel es una joven hermosa y feliz , llena de esperanzas y sueños que se verán truncados , al verse obligada a contraer matrimonio con un desconocido.
Sumérgete en la maravillosa historia de Anabel , vive con ella sus alegrías y desdichas ...
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Tú solo confía en mí.
Anabel y Fran durmieron plácidamente, los dos estaban muy cansados. Las noches anteriores a la boda, ninguno de ellos descansó lo suficiente debido a los nervios.
El sonido del teléfono de Fran los despertó. El abrió los ojos con pereza y al ver la pantalla decidió contestar, era su madre.
Fran - Buenos días, mamá ¿Por qué llamas tan temprano?
María - Menuda manera de contestar ¿Ya me quieres hacer a un lado el primer día?
Fran se alejó de la cama para hablar con su madre.
Fran - Tú eres y serás siempre la mujer más importante de mi vida, es solo que me has despertado.
María - Oh, lo siento, tú siempre eres madrugador, no imaginé que siguieras dormido. Dime una cosa, ¿Habéis consumado el matrimonio ya?
Fran - Todavía no...
Antes de que acabara la frase, su madre ya estaba replicando del otro lado - Pues muy mal, esa mujer tiene unos deberes maritales que atender ...
Fran- Mamá, para por favor. Fui yo quien no quiso hacerlo, los dos estábamos muy cansados. Dos bodas el mismo día, con todo lo que conllevan, no es cosa fácil.
María - Ah vale, creí que no lo hicisteis por ella. Escúchame hijo, no le des mucho cariño y no permitas que te controle, deja que sea ella la que te consienta, debe tener muy claro la suerte que tiene de ser tu esposa.
Fran - Vale mamá, pondré en práctica tus consejos. Te quiero, no lo olvides.
Puede que Anabel solo fuera una campesina analfabeta, pero no era idiota y entendía perfectamente de qué iba esa conversación y no le gustaba nada. Pero al mismo tiempo reconocía que era cierto, ella debía sentirse afortunada porque un hombre como Fran la hubiera elegido como esposa. Por lo tanto, no le ofendían las palabras de su suegra. Pensaba poner todo su empeño en demostrarle a todos que es digna de él.
Fran se acercó mirando de reojo a Anabel, temeroso por su reacción por lo que pudiera haber oído. Al ver que su esposa tenía una sonrisa angelical, se quedó más tranquilo.
Pidió el desayuno y al cabo de diez minutos llegaba un empleado del hotel con un carrito repleto de comida y un hermoso ramo de flores.
Fran - Mi amada esposa, aún no conozco tus gustos por eso he pedido de todo. Y estas hermosas flores son para ti, mira dentro de ellas.
Anabel recibió el ramo y miró dentro, allí había una cajita, la abrió y allí había un hermoso collar de diamantes .
Anabel agradeció muy feliz, pero más por el detalle en sí que por su valor, puesto que ella no tenía ni idea de joyas.
Terminaron de desayunar y llegó una chica con unas cajas , eran un conjunto casual y unos zapatos.
Fran - Vístete con esa ropa, para salir, solo nos falta una hora y media no hay mucho tiempo.
Anabel - ¿Vamos con tu madre y tú hermana?
Fran - No, vamos a nuestro viaje de luna de miel. Pero no pienso decirte nada más, es una sorpresa.
La pobre chica no tenía ni idea de que viajarían en avión, ya le costaba viajar en coche sin marearse. Se resistió todo lo que pudo, pero Fran con mucha paciencia consiguió que se calmara.
Fran - Tú solo confía en mí, si tienes miedo agárrate fuerte a mi brazo.
El pobre no se imaginaba que tan fuerte puede ser el agarre de una campesina acostumbrada al trabajo duro.
Al principio fue horrible, Anabel gritaba con todas sus fuerzas -¡Vamos a morir, vamos a morir!
Pero después le pareció fascinante, hasta que llegó el momento del aterrizaje y otra vez se puso a gritar como una loca. Fran reía divertido agradeciendo que ese fuera su avión y no tuvieran público, solo dos azafatos.
El destino elegido fueron las islas Seychelles, con sus playas paradisíacas.
Fran disfrutaba observando la reacción de su esposa, era la primera vez que veía el mar y parecía una niña pequeña, todo en ella era adorable y genuino.
A Fran le parecía tan distinta y auténtica a todas sus exparejas, que había conseguido robarle el corazón por completo.
Fueron a la lujosa casa que había alquilado, Anabel estaba alucinada, era casi toda transparente, para disfrutar al máximo de las vistas.
Fran, mientras la abraza - ¿Te gusta?
Anabel - Si, me encanta. Pero ... Nos pueden ver.
Fran notó que de nuevo estaba muy nerviosa - Aquí solo estamos tú y yo. Ponte el bikini y vamos al agua
Anabel - ¿Qué es un bikini?
Fran miró entre su ropa y le dio uno, pero ella contestó ruborizada- Ni hablar, ni loca saldré con eso. Eso es como ir desnuda, es vergonzoso
Fran soltó una carcajada - Así es como se bañan las mujeres de todo el mundo, menos las árabes, que son las únicas que se bañan tapadas.
Anabel - Pues prefiero ser como esas árabes que dices.
Fran no paraba de reírse con las reacciones y las ocurrencias de su mujer
Fran - Pues mientras te decides podemos quedarnos aquí descansando y admirando este maravilloso paisaje.
Anabel - Si mejor.
Fran -Pero tarde o temprano acabaremos desnudos los dos.¿ Lo sabes?
Anabel se puso colorada - Si, lo sé, eres mi marido y yo tu mujer.
Fran la besó y poco a poco la temperatura fue aumentando entre ellos, dando rienda suelta al deseo. Anabel dejó atrás los nervios y ahora solo sentía placer, un placer insaciable e incontrolable. Nunca imaginó que el sexo pudiera proporcionar esas sensaciones tan intensas y adictivas.
Ella, una chica pudorosa, tímida e ingenua, se encontraba pidiendo y suplicando por más y más de esas sensaciones que sacudían todo su ser.
Fran estaba extasiado , nunca tuvo una amante tan receptiva y demandante , no pensó que su campesina fuera un volcán en erupción. De ese modo esa misma mujer que hace un rato se negaba rotundamente a usar bikini , se adentraba completamente desnuda en el agua de la playa , ya no le importaba si había o no alguien observando , solo quería seguir disfrutando del intenso placer que le da su esposo.
Fran - Por muy asustada que estés ante cualquier situación, tú solo confía en mí siempre, ya ves, al final todo lo que te ofrezco te encanta.
Anabel le contestó con una gran sonrisa, el tenía razón .