Aiden ha reencarnado en un mundo donde quienes dominan son los alfas y quienes son despreciados son los omegas. Ahora él es un pequeño omega obligado a vivir bajo las sombras debido a la familia del alfa que abusó de él y por consecuencia tuvo un hijo de este, quien recibe crueles tratamientos debido a la falta de feromonas de su padre.
Pero ahora, con este nuevo Aiden, todo cambia, moviendo sus piezas a su favor, logra llevarse a su hijo lejos de esa familia y en busca de crear una medicina que pueda salvar a su hijo, se verá en la mira de personas peligrosas que buscan acabar con su medicina experimental, pero recibirá la ayuda de quien menos esperaba, Barett Durov, el padre de su hijo.
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Capítulo 2
Siempre estar preparado para todo, eso es lo que siempre creía y así vivió toda su vida.
El hecho de haber sido asesinado no fue una sorpresa, despertar en este cuerpo no lo sorprendió en absoluto, ya sea que este soñando mientras esta en coma tendido en una cama de hospital, o si se tratase de otro mundo en el que está ahora, no era un problema, podía afrontarlo, podía disfrutar de esto.
Pero este pequeño ser dormido dentro de una cuna sacudió todo su cuerpo, todo en él lo reclamaba como suyo, como su hijo, su bebé, era extraño, porque aunque sentía ganas de abrazarlo no podía hacerlo, sentía temor, ansiedad, repulsión, y su cuerpo lo demostraba con temblores.
"Esto sí que es un gran problema", dijo riéndose de sí mismo.
Este cuerpo, el propietario original de este cuerpo parecía tener varios problemas, en especial con ese pequeño bebé.
Solo podía sentir impotencia, tal vez la llegada de este bebé no fue planeada, pudo ser forzada, pensó.
Después de todo, no parecía haber nadie más en la casa, pero definitivamente alguien se encargaba de cuidar del niño porque era evidente que él no podía.
"Y aun así no recibiste ayuda", se dijo a sí mismo, o más bien, al anterior propietario de este cuerpo.
No podía soportar quedarse en esta habitación por más tiempo y el bebé parecía no haber notado su presencia, ya que dormía tranquilo.
Sintió malestar en su cuerpo, todo empezó a revolverse dentro de él, todo era irritante, soltó la pequeña maleta que traía dejándola caer en el piso y corrió en busca de algún baño, la casa era pequeña, por lo que fue fácil encontrarlo, se agachó frente al retrete y vomitó todo lo que tenía dentro.
"¿Quién eres tú?", cuando entró al baño sintió que alguien lo seguía, una persona pequeña de pasos ligeros.
El joven empleado que se encontraba mirando desde la puerta se sobresaltó del susto.
"... Es bueno verlo Señor Allen", dijo en voz baja.
"So... solo quería saber si estaba bien", dijo asustado.
Claramente, no estaba bien, Aiden se sentó en el piso ya más relajado recuperando la respiración.
Se levantó lentamente y fue hacia el lavamanos para lavarse el rostro, levantó la cabeza para mirarse al espejo, la persona en el reflejo se veía demacrada.
"¿Trabajas aquí?", preguntó dirigiéndose al joven.
"... ¿Qué?, sí, trabajo aquí", respondió aturdido el joven, tenía muy en claro el estado del Señor Allen, no estaba bien, y era posible que olvidara cosas, aunque nunca se había fijado en su presencia.
Aiden imaginó que ese pequeño joven se encargaba de cuidar del bebé, y también de él.
Después de calmarse, lo observó con detenimiento, era un joven de baja estatura, con rasgos delicados, era un lindo joven con un aura tranquila.
"¿Omega?"
El joven empleado se asustó por su repentina pregunta y asintió con cuidado.
"¿Nombre?", preguntó Aiden sin dejar de mirarlo.
"Mi... Michael", respondió temeroso.
Aiden tenía algo muy en claro, los omegas eran personas bellas, como el joven que tenía delante de él.
"Bien, querido Michael, tengo un pequeño lapsus mental, así que no te sorprendas si notas algunos comportamientos diferentes en mí, es completamente normal"
Como no había nadie más en esta casa y esos hombres solo vigilaban afuera, podía trabajar con tranquilidad sin ser observado, y este pequeño omega no parecía ser un problema, pero debía asegurarse.
"Continua con tu trabajo y guíame a mi habitación", pidió amablemente con una sonrisa.
Michael asintió de inmediato, lo guio a su habitación y volvió a su trabajo.
Una habitación oscura, con solo una cama y un pequeño closet, muy diferente al resto de la casa.
Había una ventana que se encontraba cerrada, Aiden caminó hacia ahí y abrió la ventana para que los rayos de sol pudieran iluminar la habitación.
Cerca de la cama, sobre la mesa de luz, un diario llamó su atención, Aiden se acercó y abrió el diario al azar.
Los días parecen interminables, cada segundo es una eternidad, no puedo escucharlo más, no puedo soportar oírlo, cada llanto suyo es irritante, cada pequeño ruido que él provoca me causa ansiedad, siento que nunca podré llegar a amarlo aunque lo intentara con todas mis fuerzas, simplemente lo quiero lejos, porque todo sucedió por su culpa y no puedo soportar verlo.
02/11/2024
hora: 17:48