Amantes A Través Del Tiempo

Capítulo 14

Sofía y Alejandro observaban en silencio, con el corazón acelerado, mientras el equipo médico trabajaba incansablemente para atender a su hijo.

Cada vez que uno de los doctores se acercaba a darles alguna información, un nudo se formaba en la garganta de ambos. Temían escuchar malas noticias, pero aun así se esforzaban por mantenerse firmes y positivos.

Alejandro apretaba la mano de Sofía con fuerza, intentando transmitirle la fortaleza que él mismo necesitaba en ese momento. Verla tan frágil y asustada le partía el corazón, pero sabía que debía ser el pilar que los sostuviera a los dos.

—Todo va a estar bien, mi amor —le susurraba, mientras acariciaba suavemente su mejilla—. Lucas es un niño fuerte, y los médicos están haciendo todo lo posible por ayudarlo.

Sofía asentía, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. Quería creer en las palabras de Alejandro, pero el miedo a perder a su hijo era demasiado abrumador.

—¿Y si no es suficiente, Alejandro? —murmuró, con la voz quebrada—. ¿Y si Lucas...?

Alejandro la silenció con un beso suave, mirándola con determinación.

—No te atrevas a pensar en eso —le dijo, con firmeza—. Nuestro hijo va a salir de esta, te lo juro.

Sofía se aferró a él, sintiendo que era lo único que la mantenía en pie en ese momento.

Horas más tarde, el médico a cargo se acercó a ellos, con una expresión que Sofía no supo interpretar.

—¿Cómo está Lucas? —preguntó Alejandro, poniéndose de pie.

El doctor los miró con seriedad.

—Hemos logrado estabilizar la infección y administrar un tratamiento más agresivo —explicó—. Pero la situación sigue siendo delicada.

Sofía sintió que el corazón se le encogía.

—¿Qué quiere decir? —preguntó, con desesperación—. ¿Hay alguna complicación?

El médico asintió, pasándose una mano por el rostro.

—Lamentablemente, los exámenes han revelado que la infección ha causado daños en el sistema nervioso de Lucas.

Sofía sintió que el mundo se le venía abajo. Daños en el sistema nervioso. ¿Acaso su hijo iba a sufrir secuelas permanentes?

—¿Qué tipo de daños? —preguntó Alejandro, con la voz temblorosa.

El doctor los miró con pesar.

—Hemos detectado signos de posible sordera y problemas de visión. Además, hay indicios de que la infección podría haber afectado algunas áreas del cerebro.

Sofía se llevó las manos a la boca, ahogando un sollozo. ¿Cómo podía ser posible? ¿Su hijo iba a quedar con discapacidades por culpa de esa maldita infección?

Alejandro abrazó a Sofía, intentando contener sus propias lágrimas.

—¿Hay algo que puedan hacer? —preguntó, con desesperación—. ¿Algún tratamiento que pueda revertir los daños?

El médico los miró con empatía.

—Haremos todo lo posible por minimizar las secuelas y apoyar a Lucas en su recuperación —respondió—. Pero me temo que algunos de los daños podrían ser permanentes.

Sofía sintió que las piernas le fallaban. ¿Permanentes? ¿Acaso su hijo iba a tener que vivir con esas discapacidades de por vida?

—No... —susurró, hundiéndose en el abrazo de Alejandro—. Esto no puede estar pasando.

Alejandro la estrechó con fuerza, sintiendo que el miedo y la impotencia lo invadían.

—Vamos a estar aquí, mi amor —le dijo, con la voz entrecortada—. Vamos a apoyar a Lucas en todo momento, sin importar lo que pase.

Sofía asintió, secando las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

—Tienes razón —murmuró, tomando fuerzas—. Nuestro hijo nos necesita más que nunca.

El médico los miró con empatía.

—Les sugiero que se preparen para una larga batalla —dijo, con seriedad—. Esta infección ha causado daños importantes, y Lucas requerirá de un cuidado y una rehabilitación especializados.

Alejandro apretó la mano de Sofía, asintiendo con determinación.

—Haremos lo que sea necesario, doctor. Nuestro hijo no estará solo en este camino.

Sofía lo miró con una mezcla de orgullo y desesperación.

—Vamos a estar a su lado, sin importar lo que pase —afirmó, con firmeza—. Lucas nos tiene a nosotros, y eso es lo más importante.

El médico les dedicó una mirada llena de respeto.

—Me alegra ver su fortaleza y compromiso —dijo—. Sé que con ustedes a su lado, Lucas tiene todas las posibilidades de salir adelante.

Alejandro abrazó a Sofía, besando su frente con ternura.

—Así será, mi amor —le susurró—. Juntos vamos a ayudar a nuestro hijo a superar este desafío.

Sofía asintió, sintiéndose más fortalecida por la determinación de Alejandro. Juntos, nada les iba a impedir luchar por el bienestar de Lucas.

En los días siguientes, Sofía y Alejandro se turnaron para estar al lado de su hijo, brindándole todo su amor y apoyo. Observaban con atención cada uno de los avances y retrocesos en su recuperación, aferrándose a la esperanza de que lograría superar los daños causados por la infección.

Cuando Lucas lograba abrir los ojos y reconocerlos, Sofía y Alejandro sentían que sus corazones se llenaban de una alegría indescriptible. Ver esa chispa de vida en su mirada les daba fuerzas para continuar luchando.

Sin embargo, a medida que los exámenes avanzaban, los médicos confirmaban que los daños en el sistema nervioso de Lucas eran más graves de lo que habían imaginado. La posibilidad de que quedara con discapacidades permanentes se hacía cada vez más real, y Sofía y Alejandro se esforzaban por prepararse emocionalmente para enfrentar ese desafío.

Una tarde, mientras Sofía sostenía la mano de Lucas, el médico se acercó a ellos con una expresión grave.

—Necesito hablar con ustedes sobre los últimos resultados de los exámenes —dijo, con cautela.

Sofía sintió que el corazón se le paralizaba. ¿Qué más malas noticias tendrían que recibir?

—¿Qué ocurre, doctor? —preguntó Alejandro, acercándose a ellos con preocupación.

El médico los miró con empatía.

—Lamentablemente, los daños en el sistema nervioso de Lucas son más extensos de lo que habíamos previsto —explicó, con seriedad—. La infección ha afectado áreas clave de su cerebro, y eso compromete seriamente su desarrollo y su capacidad sensorial.