Se supone que enamorarse te lleva a las nubes, pero Ariel no tiene experiencia en ese tema. ¿Qué debes hacer cuando tienes pretendientes que quieren conquistar tu corazón? ¿Cómo debes reaccionar cuando uno de ellos te rompe el corazón? Ariel tendrá que explorar su corazón romántico para poder tener su primer romance de verdad y así lograr ser feliz de verdad.
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QUE NO TENGA MIEDO
—Nunca había estado en un yate —le digo con sinceridad.
—¿Y qué te ha parecido esta experiencia?
—¡Me gusta! Todo esto, no imagine que pudiera existir.
Sonríe, parece complacido con mis palabras.
—Ayer no respondiste mi mensaje.
—No quería responderte.
—¿Estás enojado?
—¿Tengo alguna razón para estar molesto contigo? —Le miró fijamente a los ojos.
—Sí. Tienes motivos para no querer verme.
Dentro del agua, mis amigos seguían jugando con los amigos de Héctor.
—La neta es que nunca imagine que podría encontrarme contigo en este lugar. ¿Por qué la vida es así? —Me expresó con seguridad.
—¿Cómo es la vida?
—Con prejuicios y malos ratos.
Contemplando el mar turquesa, la brisa del viento refresca y el sol nos requema la espalda.
—Es cierto, no se porque existen esas cosas —suena sincero.
—Esas cosas existen para hacernos aguantar y así poder crear cualidades que nos permitan ser felices.
—¿Hacernos crear cualidades?
—Sí. La felicidad no debe depender de las circunstancias. Cada uno de nosotros es capaz de crear su felicidad a través de las dificultades cuando nuestras cualidades nos ayudan a afrontar aquellas dificultades.
Parece meditar en mis palabras, me sorprende mucho que estemos hablando después de no habernos visto en tanto tiempo. ¿A dónde se fue mi enojo? ¿A dónde quedo esa sensación de no querer verlo otra vez?
—¿Sabes cuál es la dificultad que afronto contigo? —Su pregunta fue tan inesperada, no pensé que hubiese algo difícil conmigo.
—No sé.
—Mi madre. Mi madre es un dolor de cabeza.
—¿Por qué?
—Le hablé de ti, le mostré una foto que te tomé y ella, no está de acuerdo con lo que quiero.
—¿Por eso no fuiste capaz de responder a los mensajes que te envié? —Me anime a preguntarle.
—Sí. Ella arregló una cita con la hija de un empresario importante de la ciudad.
—¿Y ella te gusta?
—No me desagrada, pero aún no pienso en ella de forma romántica.
—Tú...
—Ya nos comprometimos —dice sin pelos en la boca.
Le arrebato la cerveza que tiene en la mano y me la empino en la boca. ¡Quiero beber! Necesito un trago para apaciguar el calor, para calamar el dolor que esas palabras causaron en mí.
—¡Felicidades! Que bueno que me lo haces saber.
—¿Estás enojado?
—No. ¿Por qué debería estar enojado? Después de todo, esa es una adversidad que tú tienes para conmigo, no tengo ningún problema por lo que elijas. En tanto seas feliz, como te dije, todo estará bien. Tu felicidad no depende de las circunstancias.
—Tienes razón.
Y en ese momento, a pesar de haber sido muy franco con él, sentí que no tenía caso seguir a su lado. ¿Qué es un pretendiente? ¿Para qué sirve un pretendiente? ¡Las posibilidades son muchas cuando no hay un compromiso de por medio!
—Iré a visitar a mi abuela en un mes —me hace saber.
—Yo tengo ganas de nadar. Escuche que debajo de ese puente hay peces. ¡Quiero ir a verlos! —Pierdo un poco el interés.
...🩵🩵🩵...
Mirar el cielo flotando desde el agua es una de las sensaciones más placenteras de la vida. Mis oídos cubiertos por el agua salada, el sonido de la tranquilidad y el corazón contento. ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué la vida quiere poner aprueba mi felicidad? ¿Por qué tenemos que experimentar un romance? ¿Por qué es necesario tener que encontrar a alguien con quien compartir el resto de la vida? ¿Envejecer juntos?
Tomo aire con todas mis fuerzas y me hundo en el agua. Abro los ojos, se ve un poco borroso, pero la luz y la arena cobran un sentido más satisfactorio desde este ángulo de perspectiva. Y si me hubiese tocado vivir como pez, ¿me hubiese evitado tener que afrontar la realidad de un pretendiente cobarde? ¡Héctor es un cobarde! Pero no puedo evitar aceptar que lo qué él eligió, eso es lo que su felicidad busca y yo no estoy dentro de esa oportunidad. ¡Yo no puedo hacerlo feliz!
¡Yo merezco ser feliz! Salgo a la superficie.
—¿Qué tal? ¿Cómo te sientes? —Pregunta Hium.
—Muy bien, está padrísimo todo.
—Que bueno que lo estás disfrutando.
—Sí.
Gotas de agua escurren por su rostro y sus hombros brillan bronceados. Sostiene el visor, estaba buceando debajo del puente de madera.
—El sol está por ocultarse, ¿quieres venir a ver la puesta de sol conmigo? —Invita él.
Sonrió.
—Sí, por supuesto.
Salimos del agua, pasamos a los camastros a recoger nuestros celulares, Hium saca una botella de vino rosado de su mochila. Caminamos hasta detenernos en la orilla y el sol comienza a descender. Nos sentamos en la arena. Comienzo a tomar algunas fotografías para recordar este momento y no olvidarlo nunca.
Mis sentimientos estaban a flor de piel. La maravillosa vista trajo mis emociones más recónditas a flote. Mi alma estaba superconmovida. Hium destapa la botella de vino, comienza a beber, me ofrece la botella y acepto sin dudar. ¡El vino es delicioso!
—Cada vez que vengo a Isla Mujeres, me gusta ver el atardecer desde este punto —dice él.
—Este lugar está muy padre. ¡El atardecer se ve muy hermoso!
En mi mente la conversación con Héctor volvió a mí y eso me hizo sentir extraño. ¿Por qué no fue sincero conmigo desde el comienzo? ¿Por qué ilusionar a mi corazón frágil?
Fortnight de Taylor Swift con Post Malone comenzó a sonar desde la bocina de unas muchachas que estaban disfrutando del atardecer.
—Mereces un amor que te dedique atardeceres —dice él mirándome a los ojos—. Héctor tomó su decisión.
Me sorprendió que él mencionara a Héctor.
—¿Tú...?
Bebió vino, el líquido brillaba con los rayos solares.
—Hace rato, escuche su conversación cuando estaban en el yate —es sincero conmigo—. Me gusto lo que le dijiste, la felicidad no depende de las circunstancias.
—Creo que eso es así, aun en los peores momentos debes ser feliz.
Asiente. Me ofrece la botella y yo bebo un poco más.
—¿Y cómo te sientes con lo que él te dijo? —Hium tiene un tono de voz agradable.
—Creo que me siento un poco herido, como si hubiese jugado conmigo —soy franco, no me da pena admitirlo—. Aun así, como bien dijiste, él tomó su decisión y debo aceptarla. No puedo amargarme la vida solo porque tengo un romance fallido.
Sonríe ligeramente. El sol se torna rojo y está por ocultarse completamente.
—Eso es lo más sano que puedes hacer. Por experiencia te lo puedo decir, la vida debe continuar sin esos amores que nos prometieron una eternidad juntos. ¡Que las promesas no siempre se cumplan, nos salva de cosas que no eran para nosotros!