Stalker

...Dicen que lo más perfecto que hizo Dios, fué un día tras de otro. No veo el día en el que los días dejen de correr....

A las afueras de la ciudad, me detuve en una gasolinera. Mi auto lo agradeció, pero mi bolsillo no tanto. La chica en el asiento trasero sigue dormida, luego de llenar el tanque fuí a pagar al establecimiento y a comprar chicles. Me gustan los chicles.

— Serán 232.

— Sí, tenga.

Pagué, y al volver subí al auto, pero la chica en el asiento trasero, ya no está.

Dios, esto no puede estarme pasando.

5:18 P.M

Mónica y yo nos vimos la cara, tragamos saliva y respiramos hondo.

— Levi, tengo miedo.

— Créeme, yo también.

Mónica abrió la carpeta, sólo habían dos archivos. Un documento y un video.

Primero abrimos el video.

Era una grabación del frente de la casa de Mónica. No era cualquier grabación, era la grabación del día anterior.

Se observaba claramente cómo yo la dejaba en su casa, luego cuando yo subía a mi auto y me iba, y luego como esta persona entraba a casa de Mónica.

Mónica observaba el vídeo horrorizada, la persona que grababa tocó la puerta, y esperó. Luego la grabación se cortó y esta persona reapareció abriendo la puerta de la casa de Mónica. Usaba guantes negros, de cuero, por lo que no se veían sus manos.

Avanzó en la casa, y se acercó a una puerta, tras ella se escuchaba la regadera.

Mónica empezó a llorar, las lágrimas se le salían por sí solas observando a aquella persona husmear en su casa.

Por último esta persona dejó el sobre encima de la mesa y eso fué todo.

— Era lo que pensé. Se metieron a mi casa... Me tengo que mudar de aquí.

Mónica temblaba y lloraba, traté de calmarla

— Mónica, tranquila, oye, le vamos a buscar solución a esto.

— Es que, mira eso, Levi, no puede ser. Llamaré a la policía.

Yo ya sabía que eso no iba a funcionar.

— La policía no hará mucho con esto, realmente ni siquiera prueba que alguien se haya metido a tu casa, podría ser cualquier persona.

Mónica tenía las piernas recogidas en la silla y la cara hundida en una almohada.

— Tienes razón — Suspiró en un intento por calmarse y se secó las lágrimas — Nos falta el documento, ¿no?

— Sí... Yo lo abro, tranquila.

Abrí el documento. Eran solo dos líneas de texto en cursiva, en medio de una página blanca.

...In tenebris noctis, inueniam te, cum luna perfusa est sanguine....

...Quicquid facere debes, cito fac, quia mors tua promittitur....

— ¿Eso es latín?

— Parece latín, vamos a ver qué significa...

Buscamos en el traductor del navegador:

...En la oscuridad de la noche te encontraré, cuando la luna esté empapada de sangre....

...Cualquier cosa que debas hacer, hazlo rápidamente, porque tu muerte está prometida....

— ...

— ...

— Estás segura que...

— Sí. Levi, eso es una amenaza de muerte directa.

El rostro de Mónica era de terror profundo, su respiración agitada, su ceño fruncido, me miró con pavor.

— Mónica, esto es serio, si quieres ir a la policía, no voy a detenerte, pero lo que más da miedo es que esto no prueba nada. A lo mucho una patrulla vigilará tu casa un rato y luego se irán. Esto no soluciona nada.

— No sé qué hacer Levi. Realmente esperaba que me dijeras que era una broma pesada tuya. Esto no es una broma. Y tienes razón, la policía no va a hacer mucho con esto. No hay un rastro o alguna otra señal.

Y tenía razón, era un asesino silente. Me recordaba a alguien...

7:17 P.M

— Levi, no quiero quedarme sola, por favor quédate hoy conmigo, no conozco a nadie más.

— Estoy de acuerdo, pero, necesito ir a buscar a Reno.

— Yo te acompaño, por favor — Se agarró de mi brazo.

Entendía a Mónica, sentía su cuerpo temblar, sus ojos gritaban cansancio. Yo no podía negarme a acompañarla, aunque era algo psicológico, realmente era lo mismo que estar sola, yo era indefenso, básicamente una chica delgada me había tenido por quién sabe cuánto tiempo amenazado sólo con un arma.

— Está bien, está bien, vamos.

9:12 P.M

Fuí a mi casa a buscar a Reno y algunas cosas para pasar la noche, no pretendía quedarme más que esa noche, así que sólo metí algo de ropa para dormir y cuando amaneciera volvería a casa.

— Gracias Levi...

Mónica a penas había pronunciado palabra. No quiero ni saber qué pensaba en esos momentos, pero lo imaginaba, esa impotencia espeluznante que recorría su cuerpo al saber que tenía el peligro encima.

De repente la ley perdía el sentido, la policía no parecía una protección real, estábamos a la mera merced del capricho, en manos de la parca, que jugaba con nosotros, tirando de hilos cual títeres.

— Tranquila, Mónica, todo estará bien. De verdad, mañana veremos cómo resolver esto, o si vamos a la policía o qué hacemos.

Realmente no quería ir a la policía, ya había tenido malas experiencias con ello y encima ya tenía esta sensación de culpabilidad en la cual no había querido pensar. Ni siquiera había pensado en este tiempo en Erica a profundidad, en Crow, en nada de esto. Estaba tratando de llevar las cosas con calma, pero el mal me perseguía, esto ya no tenía sentido.

Reno en el asiento trasero movía la cola.

Ver a Reno me hacía pensar en que había llegado ahí buscando una vida normal, estudiar, superarme, trabajar, no me iba mal en mi vida de no ser porque parecían perseguirme los asesinos por doquier. Y todo empezó con Erica, Erica y su aparente disfrute por el pútrido hedor de la muerte.

Mónica sabía perfectamente que yo le estaba ofreciendo falsas esperanzas, pero era todo lo que podía hacer. ¿Realmente era tan normal que a las personas los persiguieran psicópatas con deseos de matar personas? Esto se salía del estándar, primero a mí, ahora Mónica atravesaba esto, yo no entendía nada.

A menos que...

Y sí, la idea vino a mi mente.

Erica me vió salir del café y toparme con Mónica.

Yo siempre sentía como si Erica estuviera en algún rincón observando.

Erica estaba tras asesinatos perfectos, Crow lo dijo.

¿Era Erica la persona que había dejado el sobre en casa de Mónica?

¿Tenía que preguntar? ¿Tenía que encontrarme con Erica de nuevo?

No quería eso. No quería caer en el mismo círculo vicioso que ya llevaba días tomando lugar en mi vida.

— Levi, Levi... ¡Levi! — Me había quedado absorto en mis pensamientos — ¿Oye te sientes bien? La luz está en verde ya — Dijo Mónica, con cara de preocupación.

— Sí, sí, lo siento, no me fijé.

— Oye, te ves cansado, gracias por ayudarme con todo esto, pero no quiere decir que no debas descansar también. Me siento culpable, te he estado metiendo en esto todo el día, ni siquiera es tu responsabilidad nada de esto.

Mónica largó a llorar, justo estábamos llegando a su casa y sólo se recostó del asiento y empezó a llorar sin parar.

— Oye, todo estará bien Mónica, ten calma, por favor...

— ¡No Levi, nada de esto está bien! ¿¡Hay una persona buscando matarme y te parece que las cosas estarán bien!?

Ella tenía razón.

— Deja que llegue mañana, por favor Mónica, en este momento no hay mucho que podamos hacer.

— Es-está bien — Buscó calmarse. Todo esto era muy difícil realmente.

10:10 P.M

Bajamos del auto, Reno se acomodó en un sillón cómodamente y Mónica se sintió tranquilizada de algún modo por su presencia.

Tomé mis cosas y entré al baño.

— Bueno ahm, Mónica, ya vengo, me voy a cepillar.

— Está bien, oye Levi... Lo siento, no tenía que gritarte, me siento muy descolocada. En serio.

— Tranquila, lo entiendo.

Cerré la puerta del baño y me apoyé del lavamanos. Suspiré, con miedo. Era como si al estar allí sintiera una presión enorme sobre mis hombros. Lo peor es que tenía que parecer tranquilo, o Mónica iba a caer en la locura.

Busqué mi cepillo dental y empecé a asearme.

10:22 P.M

Estaba escupiendo la pasta dental, cuando escuché cómo tocaron la puerta.

...Una vez....

...Dos veces....

...Tres veces....

...Se detuvo....