— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
NovelToon tiene autorización de Auroraiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 12: rechazado (CAP REGALO )
...Hola...
...Este es un capítulo extra que les dejo como agradecimiento por el apoyo que he recibido. Planeo subir 5 capítulos por actualización. Cada vez que alcancemos una meta específica, les regalaré un capítulo adicional....
ZAIRA
Estaba parada frente a la puerta de la casa, mirando las numerosas llamadas perdidas de Alonso, Nicolás, mi padre y mi madre. Sabía que mi padre estaría furioso por no haber respondido, pero hoy no solo enfrentaría su ira, también aprovecharía para comunicarles mi decisión.
Metí la llave en la cerradura, solté un suspiro profundo y abrí la puerta. Al entrar, caminé lentamente hasta la sala, donde vi a toda mi familia reunida. Sus miradas se clavaron en mí tan pronto crucé el umbral.
— ¿Por qué lo hiciste, Zaira? — preguntó Alonso, visiblemente enojado. — Solo te pedí una cosa. ¿Te costaba tanto obedecer?
Intenté mantener la calma. Sabía que este enfrentamiento era inevitable.
— Yo te dije que no te preocuparas, Alonso. ¡Ya no soy una niña! Tengo 23 años — repliqué con firmeza, cansada de que siempre me trataran como si fuera una niña.
Pero antes de que pudiera continuar, la voz furiosa de mi padre resonó en la habitación.
— ¡Ya basta, Zaira! — gritó con autoridad. — Vete a tu habitación... ¡Ahora mismo!
El tono de su voz me hacía sentir como si estuviera a punto de derrumbarme, pero había llegado hasta aquí y no iba a dar marcha atrás.
— No. Necesito hablar con ustedes —dije, mi voz quebrada pero determinada.
— Zaira... — mi padre dijo en tono de advertencia, sus ojos furiosos.
— Me iré, padre, pero primero voy a decirles lo que he decidido. — respiré hondo, sintiendo la tensión en la sala aumentar. — Me voy de casa. He tomado la decisión de irme. Mañana mismo tomaré mis cosas y me iré.
La sala quedó en un silencio sepulcral. Di la vuelta para salir, pero Nicolás se levantó rápidamente y me tomó del brazo.
— ¿Cómo que te vas? ¿A dónde? — preguntó furioso, mirándome como si no me reconociera.
— Me iré a vivir con una amiga. Ya todo está decidido — respondí, manteniendo la mirada firme en sus ojos.
— ¿Pero qué estás diciendo, hija? —dijo mi madre, acercándose, su voz temblando.
— Lo que oyes, mamá. Estoy harta de que todos me traten como si fuera una niña. Mi decisión está tomada, y no pienso cambiarla.
— ¡Por supuesto que no! — gritó Alonso, su cara roja de la ira. — No puedes hacer esto, Zaira. No me importa lo que digas. ¡No te vas a ninguna parte!
— No me interesa, Alonso. Yo pienso irme, quieras o no.
Nicolás me miró incrédulo, como si no pudiera entender lo que estaba escuchando.
— ¡Pero qué dices, Zaira! — su voz también comenzaba a quebrarse por la frustración.
— Lo que escuchas, Nicolás. Me voy.
— ¡Primero muerto antes de que salgas por esa puerta! —comenzó a gritar Alonso de nuevo, avanzando hacia mí con intención de detenerme, pero fue interrumpido por la fría voz de mi padre.
— ¡Ya basta! —dijo Fabián, levantándose lentamente del sillón. — Si se quiere ir, que se vaya. Yo no me pienso oponer.
Los ojos de mi madre se agrandaron, incrédulos.
— Pero papá... — intentó protestar Nicolás, pero mi padre levantó la mano para silenciarlo.
— Ya lo he dicho. Si quiere irse, las puertas están abiertas.
Sin decir más, se dio la vuelta y se encerró en su despacho, cerrando la puerta con un golpe seco. Me zafé del agarre de Nicolás, dispuesta a subir a mi habitación, pero Isabel, mi madre, corrió hacia mí.
— ¡Hija, pero qué estás haciendo! ¿Crees que la vida es fácil? — sus ojos suplicaban, buscando una respuesta en los míos.
La miré con tristeza, pero mi decisión era firme.
— Mamá, sé que la vida no es fácil, pero quiero independizarme. Quiero tener mis propios recursos, no depender del dinero de papá o de mis hermanos cada vez que necesite algo. Lo siento mucho, mamá, pero esta es mi decisión.
La dejé allí, mirándome con los ojos llenos de lágrimas, mientras subía a mi habitación para empacar mis cosas. Sabía que ella iría a hablar con papá, pero nada de lo que dijeran cambiaría mi determinación.
......................
NARRADORA
Isabel entró al despacho de Fabián, claramente molesta. Cerró la puerta detrás de ella con un golpe seco, cruzando los brazos mientras lo miraba con frustración.
— ¿De verdad piensas dejar ir a nuestra hija sin decirle nada? — comenzó, su voz cargada de reproche. — ¿No piensas hablar con ella, tratar de convencerla?
Fabián, sentado tras su escritorio, no levantó la mirada de los documentos que revisaba. — No... Déjala que se vaya, Isabel. Que viva su vida, que aprenda lo dura que es la realidad. Cuando se sienta atascada, cuando no sepa cómo salir adelante, volverá. Y ese día entenderá lo que realmente es ser adulta.
— ¡Pero Fabián, es nuestra hija! ¿Cómo puedes ser tan frío? — Isabel dio un paso adelante, exasperada. — No estamos hablando de cualquiera, estamos hablando de Zaira. No puedes ignorarla como si solo estuviera haciendo un berrinche.
Finalmente, Fabián levantó la mirada, su expresión severa, casi indiferente.
— Isabel, no estoy dispuesto a perder mi tiempo en lo que claramente es un berrinche. Nuestra hija se está dejando llevar por emociones sin sentido. Que se vaya si eso es lo que quiere. Te aseguro que en menos de un mes estará de vuelta pidiéndonos ayuda —dijo, con la convicción de un hombre que siempre ha tenido el control.
Isabel respiró profundamente, tratando de calmarse, pero la tensión entre ambos seguía creciendo.
— No entiendo cómo puedes ser tan insensible. Lo que Zaira necesita ahora es apoyo, no rechazo. ¿Y si no vuelve? ¿Y si decide nunca regresar porque siente que no la quieres aquí?
Fabián se levantó de su silla y se acercó al ventanal, su mente visiblemente ocupada en algo más que la discusión familiar.
— Tengo cosas más importantes en las que pensar ahora, Isabel. El crecimiento de Textil Bonelli es alarmante. Nos están ganando terreno, y si no nos enfocamos en cómo contrarrestarlos, nuestra empresa podría estar en serios problemas.
— ¿De eso se trata? — replicó Isabel, con incredulidad.— ¿Estás tan preocupado por esa maldita empresa que ni siquiera puedes preocuparte por tu propia hija?
Fabián suspiró, irritado.
— ¡Esto no es solo una empresa, Isabel! Estamos hablando de la estabilidad de nuestra familia, de nuestros recursos. Textil Bonelli está en plena expansión, y lo están haciendo a una velocidad que ni siquiera entiendo. Antes éramos líderes en moda de lujo, pero ahora, ellos están ganando popularidad entre los jóvenes, sacando colecciones frescas, renovadas y lujosas. Si no hacemos algo pronto, Fabiano Moda va a caer.
Isabel lo miró, atónita.
— ¿Y entonces qué hacemos? ¿Dejamos que nuestra familia se desmorone mientras tú te concentras solo en los negocios?
Fabián la miró con dureza.
— No voy a dejar que todo por lo que he trabajado se venga abajo por sentimentalismos. Zaira tiene que aprender que la vida no es fácil, y yo tengo que salvar esta empresa.
Isabel lo miró un momento en silencio, su frustración transformándose en algo más profundo, una tristeza que no pudo ocultar.
— Tal vez tengas razón sobre los negocios, Fabián. Pero te estás olvidando de lo más importante... nuestra familia. Y cuando te des cuenta de lo que has perdido, quizás sea demasiado tarde.
Sin esperar una respuesta, Isabel se dio la vuelta y salió del despacho, dejándolo a solas con sus pensamientos, los ecos de su discusión resonando en la fría habitación.
Fabián se quedó mirando por la ventana, apretando los puños con fuerza. Sabía que Isabel tenía razón en parte, pero su orgullo y su obsesión con el éxito le impedían ceder. Ahora, más que nunca, tenía que enfocarse en cómo derrotar a Textil Bonelli.
......................
NARRADORA
Al día siguiente, Zaira tomó sus cosas y se despidió de su casa. Fabián, le había ordenado a Tomas, que la llevara hacia su destino. Mientras el auto recorría las calles, Zaira se sentía una mezcla de nervios y emoción, sabiendo que finalmente estaba dando el paso que tanto había esperado. Al llegar a la pequeña casa que compartiría con Valentina, la sensación de libertad la invadió completamente.
Una vez allí, ambas se dedicaron a organizar y decorar la habitación que sería el nuevo refugio de Zaira. El espacio era modesto, pero acogedor, y ambas amigas compartían risas mientras colocaban cuadros y pequeños adornos por toda la habitación.
— ¡Listo, así quedaría! —exclamó Zaira, sonriendo satisfecha mientras daba un paso atrás para admirar el resultado.
— Sé que no es la gran cosa, pero se ve bonito —dijo Valentina, mirando la habitación con una sonrisa de satisfacción.
— Sí, quedó precioso. Me gusta mucho —respondió Zaira, con una expresión de felicidad.
Valentina se sentó en la cama, aún sorprendida por lo rápido que todo había ocurrido.
— Aún me sorprende que tu padre te haya dejado irte así de fácil —comentó, mirándola con curiosidad.
Zaira se sentó a su lado, suspirando.
— A mí también me sorprendió. Pensé que iba a ser mucho más complicado salir de casa, pero supongo que ya aceptó que era lo que tenía que hacer. Lo importante es que estoy aquí ahora, y eso me hace sentir libre —dijo Zaira, sonriendo con alivio.
Las semanas pasaron rápidamente, y Zaira comenzó a tomar los pasos necesarios para establecer su independencia. Una de las primeras cosas que hizo fue solicitar una beca universitaria para aliviar los gastos. Recordando lo que Valentina le había mencionado antes, Zaira se informó sobre las becas basadas en méritos académicos. Con sus calificaciones, sabía que tenía una buena oportunidad.
Zaira se dirigió a la oficina de asistencia financiera de la universidad, donde se informó sobre las becas disponibles. Sabía que si mantenía su promedio alto, podría calificar para una beca parcial o incluso completa, lo que cubriría su matrícula y algunos de los materiales necesarios para sus estudios de arte. Presentó su solicitud, adjuntando su historial académico, cartas de recomendación de sus profesores, y una declaración personal en la que explicaba sus metas y la razón por la que la beca era esencial para ella.
En menos de dos semanas, Zaira recibió la noticia de que había sido aprobada para una beca parcial, lo cual era un gran alivio para ella. Esto no solo le permitía concentrarse en sus estudios sin preocuparse tanto por el costo, sino que también la acercaba un paso más a su independencia.
Pero Zaira no se detuvo ahí. También entregó su currículum para buscar trabajo en la empresa donde trabajaba Valentina, que le había recomendado. Era un pequeño estudio de diseño gráfico y fotografía, llamado "Visual Arts Studio", especializado en la creación de campañas publicitarias y contenido visual para redes sociales. El trabajo implicaba tareas como edición de imágenes, creación de bocetos y ayuda en la producción de sesiones fotográficas. Los horarios eran perfectos para ella: los sábados 8:00am y 3:00pm y en la semana excepto los jueves 3:00pm 7:00pm lo que le permitía asistir a sus clases por la mañana y trabajar por las tardes.
Zaira fue a la entrevista en el estudio, nerviosa pero con la confianza que Valentina le había transmitido. La entrevistadora, una mujer joven y energética llamada Laura, le explicó las funciones del puesto y le preguntó sobre su experiencia y habilidades artísticas. Zaira habló con entusiasmo de sus estudios, sus proyectos personales y su pasión por el arte, lo que impresionó a Laura.
— Tienes justo el perfil que estamos buscando, Zaira. ¿Te gustaría empezar la próxima semana? —le preguntó Laura con una sonrisa.
Zaira no pudo evitar sonreír, sabiendo que, por fin, tendría ingresos propios.
— ¡Sí, claro! Me encantaría.
Cuando salió del estudio, Zaira sentía una inmensa satisfacción. No solo había logrado asegurar su beca, sino que ahora tenía un trabajo que le permitiría ganar dinero y seguir aprendiendo en el campo que amaba. Caminó por la ciudad, sintiendo el aire fresco de la tarde, más libre que nunca.
......................
MARCK
— Se ha ido de su casa — dijo Fabricio, sentándose a mi lado mientras desayunábamos. En la mesa había una variedad de panes con mermelada, yogur y fruta fresca. Tomó un sorbo de café antes de continuar.
Lo miré, interesado.
— ¿Por qué se fue?
— Al parecer — comenzó, mientras se servía más yogur —, su padre y sus hermanos la tienen demasiado controlada. No la dejan vivir su vida, y eso la ha hartado. Así que decidió tomar sus cosas y largarse.
Una sonrisa apenas perceptible cruzó mi rostro.
— Eso es excelente... — dije, tomando un trozo de lasaña que había quedado de la noche anterior. — Si está sola, será mucho más fácil acercarme a ella. No tendré que preocuparme de que su padre o sus hermanos me descubran y arruinen mis planes.
— Te has estado demorando — dijo Fabricio, mirándome con una mezcla de expectativa y cautela. — ¿Cuándo piensas dar tu primer paso con ella?
— Hoy mismo. — Respondí, con absoluta seguridad en mi voz. — Cuando salga de la universidad, me acercaré. No planeo dejar pasar más tiempo. Con suerte, en unos meses ya estaremos casados.
Fabricio levantó una ceja, sorprendido por mi confianza.
— ¿Y qué piensas hacer con ella cuando todo esté dicho y hecho?
Hice una pausa, saboreando la última parte de la lasaña antes de responder.
— La voy a apartar de su familia por completo. Jorge me dijo que su madre y su hermano viven en Nueva York. Planeo llevarla allá. Cuando Fabián esté hundido y encarcelado, no sabrá nada de su querida hija. Quiero que se retuerza de impotencia, sin poder hacer nada por su "princesa". Quiero verlo desesperado, sabiendo que no solo perdió su fortuna, sino también a su hija.
— Asegúrate de que no te encariñes demasiado con ella, Marck — advirtió. — Esa chica es inocente en todo esto.
Lo miré fijamente, con los ojos fríos.
— No te preocupes. Zaira es solo una pieza más en el tablero. Y voy a jugarla hasta el final.
Pasaron unos minutos más y me levanté de la mesa para dirigirme a la oficina. El día estaba lleno de pendientes.
......................
NARRADORA
— Tatiana, vas a perder el tiempo — le dijo su mejor amiga al otro lado de la línea mientras ella terminaba de ajustarse el vestido frente al espejo.
— No puedo perderlo... Sabes bien cuánto me costó avanzar con él, lo que hice para poder subir de estatus. Estoy de nuevo en el punto de partida. Además... lo amo... — dijo, mientras tomaba su bolsa con determinación.
— Ay amiga, solo te deseo suerte, porque la vas a necesitar.
Tatiana frunció el ceño.
— No la necesito. No pudo haberme olvidado de la noche a la mañana .
Su amiga soltó un suspiro.
— Tatiana, ya ha pasado mucho tiempo desde que rompieron, casi 1 año desde que se fue a Italia. Es muy probable que ya esté con otra.
Tatiana, alterada, apretó el bolso.
— ¡No digas eso! Yo sé que no. Solo voy a hablar con él, aclararemos todo. Si no consigo nada hoy, te aseguro que regresaré para intentarlo de nuevo.
Colgó el teléfono, guardándolo rápidamente en su bolso, antes de salir del hotel y tomar un taxi que la llevó directamente a Textil Bonelli. Treinta minutos después, llegó a la recepción, decidida a enfrentar a Marck.
En cuanto entró, preguntó a la recepcionista por su oficina, y aunque le indicaron el camino, Margarita, la secretaria de Marck, intentó detenerla.
— Señorita, no puede entrar.
Tatiana la miró con furia contenida.
— ¿Disculpa? ¿Sabes quién soy?
— ¿Tiene una cita? — preguntó Margarita, intentando ser cortés. — Si no tiene una cita o no es parte de la familia del señor Aragón, no puedo permitirle pasar.
Tatiana se cruzó de brazos, elevando la voz.
— ¡Soy su novia! Y si no me dejas pasar, haré que te despidan de inmediato.
Margarita, aunque algo nerviosa, intentó mantener la compostura.
— Lo siento, señorita, pero las reglas son claras...
Antes de que pudiera terminar, Tatiana la empujó, irrumpiendo en la oficina. Marck, que estaba revisando unos documentos en su escritorio, levantó la mirada al escuchar el alboroto. Su expresión se tornó seria al verla.
— Lo siento, señor. La señorita entró sin mi permiso... — comenzó Margarita, pero Marck la interrumpió con un gesto.
— No te preocupes, Margarita. Puedes retirarte.
Margarita asintió y salió de la oficina, dejando a Marck y Tatiana solos.
— Qué secretaria tan insolente. Deberías despedirla. Me trató fatal, — comentó Tatiana con desdén, mientras se acercaba a Marck.
Él se puso de pie y la enfrentó, cruzando los brazos.
— ¿Qué haces aquí?
— Mi amor... — dijo Tatiana suavemente, intentando acercarse más. — Te extraño... Por favor, hablemos. Todo esto ha sido un malentendido.
— Si viniste aquí para rogarme que volvamos, estás perdiendo tu tiempo. — Su tono era frío y distante.
— Yo te amo, Marck. — insistió ella, buscando tocarlo.
Él se apartó con un movimiento brusco.
— No me amas a mí, amas mi dinero. Y eso lo sabemos los dos.
Tatiana lo miró, dolida, pero no dispuesta a rendirse.
— Eso no es verdad... — su voz temblaba — Te extraño, te necesito... Solo déjame demostrarlo.
Ella dio un paso más hacia él, tomando su rostro y estampando un beso en sus labios. Marck, lleno de repulsión, la apartó con brusquedad, limpiándose los labios como si sintiera asco. La mirada de Tatiana se llenó de sorpresa y humillación.
— Nunca me has gustado, Tatiana. Solo estuve contigo para complacer a mi madre, cumplir su deseo de casarme y darle nietos. Pero tú... — la miró de arriba abajo, como evaluando cada parte de su cuerpo — no sirves para eso. Vete, tengo trabajo que hacer.
Dio la vuelta, dispuesto a volver a su escritorio, pero Tatiana lo agarró del brazo.
— Es otra mujer, ¿verdad? — preguntó, su voz teñida de celos y rabia. — Es por otra que no quieres volver conmigo. Si es eso, te juro que no importa quién sea, se las verá conmigo.
Marck se de y giró violentamente y la tomó del cuello, comenzando a asfixiarla. La furia y el temor de que Tatiana arruinara sus planes con Zaira lo consumieron por completo.
— Escúchame bien, zorra, — gruñó entre dientes.
— Marck... suéltame... no puedo respirar... — jadeó Tatiana, sus manos intentando liberarse del agarre.
— Si haces algo que ponga en peligro mis planes, te juro que te arrepentirás de haberme buscado. — Su voz era un susurro cargado de veneno.
La soltó de golpe, y Tatiana se desplomó, tosiendo y tratando de recuperar el aliento. Se frotaba el cuello, claramente asustada, pero no vencida.
— Entonces sí es otra mujer... — dijo con voz rasposa, entre toses. — No me importa tus amenazas, Marck. Por ahora disfruta de tu nueva aventura, porque esto no se quedará así.
Recogió su bolso del suelo y, lanzándole una última mirada llena de desprecio, salió furiosa de la oficina. Marck observó cómo se iba, su mandíbula apretada.
......................
MARCK
Después de la salida de Tatiana, me quedé solo en mi despacho. Continué revisando informes, revisando cada pequeño detalle de la expansión en Italia. Sin embargo, cada pocos minutos mis ojos se desviaban al reloj de mi muñeca. Aunque me decía a mí mismo que era solo una parte del plan, algo dentro de mí no dejaba de pensar en Zaira. Su belleza, su elegancia... ninguna mujer se comparaba con ella. Algo en mí se inquietaba, y esa sensación me preocupaba. No podía permitirme un desliz emocional. No ahora. No cuando estaba tan cerca de cumplir mi venganza.
Cuando finalmente llegó la hora, me levanté de mi asiento, cerré mi computadora y salí de la oficina de Textil Bonelli. Subí a mi auto y conduje hacia la universidad de Zaira. El tráfico era pesado, pero mi mente estaba enfocada. Aparqué a un lado, un poco alejado de la entrada principal, y me quedé fuera del coche, esperando. Pasaron algunos minutos hasta que la vi salir con una amiga. La reconocí de inmediato: su andar era elegante, con la cabeza alta y el rostro despreocupado.
No podía perder esta oportunidad.
Me acerqué, pero no de manera obvia. Caminé en su dirección, como si fuera casualidad, y justo cuando pasó a mi lado, fingí tropezar, chocando ligeramente con ella. Todos sus libros cayeron al suelo.
— ¡Oh, lo siento mucho! — dije con una mezcla de falsa sorpresa y encanto, agachándome rápidamente para recoger sus cosas.
Ella se inclinó para ayudar también, un poco sorprendida pero tranquila.
— No te preocupes — dijo con una voz suave, pero firme.
Le entregué sus libros, y mientras lo hacía, le lancé mi mejor sonrisa, esa que solía abrirme todas las puertas con las mujeres.
— De verdad, no fue mi intención. Permíteme invitarte a un café para compensarte. Estoy seguro de que podríamos pasar un buen rato.
Zaira me miró por un momento, su expresión no cambió.
— No es necesario, de verdad — dijo, levantándose mientras acomodaba sus libros contra su pecho. — Estoy bien.
Me quedé en silencio, desconcertado por su respuesta. Ninguna mujer hasta el momento me había rechazado así, con tanta naturalidad. Insistí, aún confiado en mi capacidad de persuasión.
— Al menos déjame llevarte hasta algún lugar, te aseguro que lo pasarás bien. No todos los días uno tiene la oportunidad de compartir una tarde agradable, ¿no crees?
Ella sonrió ligeramente, pero no fue una sonrisa de interés. Fue más bien una sonrisa de cortesía.
— Aprecio tu oferta, pero ya tengo otros planes. Gracias de todas formas.
Antes de que pudiera decir algo más, Zaira se giró y siguió caminando con su amiga, dejándome ahí, inmóvil. Me había rechazado. Yo, Marck, acostumbrado a que las mujeres cayeran rendidas a mis pies con apenas una palabra, había sido rechazado sin esfuerzo.
Por unos segundos, solo la observé alejarse. Algo en ese rechazo me hizo sentir más decidido. Quizá era su inocencia, su despreocupación, o tal vez simplemente era el hecho de que Fabián Ocampo era su padre. No lo sabía, pero lo que sí tenía claro era que no me detendría hasta tenerla completamente bajo mi control.