Emma, una chica carismática con una voz de ensueño que quiere ser la mejor terapeuta para niños con discapacidad tiene una gran particularidad, es sorda.
Michael un sexi profesor de psicología e ingeniero físico es el encargado de una nueva tecnología que ayudara a un amigo de toda la vida. poder adaptar su estudio de grabación para su hija sorda que termina siendo su alumna universitaria.
La atracción surge de manera inmediata y estas dos personas no podrán hacer nada contra ella.
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capitulo 8
Por la mañana me despierta la alarma programada. Los recuerdos del día anterior me invaden como flechazo. Siento como la amargura hace su entrada y trato de reprimirla. Miro a mi lado, toma una de sus almohadas y la abrazo notando que su perfume es más fuerte en ella. Aspiro sintiéndome un poco mejor. Me levanto y me dirijo a la ducha con imágenes del día anterior grabadas en mi retina.
Rápidamente salgo del baño y me visto. De pronto necesito escapar de sus recuerdos, me siento agobiado y necesitado.
Al entrar a la cocina me encuentro con franco. Me mira, estudia mi cara y espero lo que sea que tenga que decir.
—Mierda, sabía que había pasado algo, pero nunca pensé que te habrías metido con mi niña de esa manera.
—No es una niña —digo sabiendo que eso no me beneficia para nada.
—Para mí lo es —aprieta la mandíbula y asiento entendiendo su punto—. Como sea, no es momento para enojarme por eso, además sé que mi hija estaba interesada en ti, pero te juro que si la lastimas yo mismo me ocuparé de que te arrepientas —señala.
—Yo mismo me castraría si llegara lastimarla —admito, el me mira retador y luego asiente.
—Supongo que tienes clases —dice cambiando de tema.
—Si, volveré a mi departamento a la universidad y cuando termine mi horario iré al hospital, te mantengo al tanto —suspiro—. Supongo que necesitas estar con tu padre cuanto antes.
—Si, es complicado mi viejo, no se deja ayudar —asiento comprendiendo—. Jean ya me ha llamado, está cansado de renegar con él y solo llevo unas horas fuera.
Nos despedimos y me dirijo al departamento de la universidad para dejar mis cosas y luego me dirijo al edificio para comenzar con mi día.
La primera hora fue dura, mirar su lugar vacío fue chocante y más cuando note que su amiga ya había vuelto y no sabía nada. Termino mi turno y salgo para cuanto antes estar en la clínica, pero me detengo al ver a la amiga de mi chica.
—¡Profe! —la veo nerviosa, un chico está a su lado, como protegiéndola, supongo que será su novio.
—¿Sí? —miro su indecisión—. Tubo un accidente el día de ayer, está internada en terapia intensiva. Estoy saliendo para allá en este momento.
Su mirada perpleja me estudia como buscando comprender a que me refiero.
—¿Cómo? —pregunta dudando.
—Emma —digo mirando hacia otro lado para que no note lo que me afecta.
—¿Que ella qué? —chilla— ¡Dígame que está bien! ¿Qué paso?
—En este momento llevo prisa, prometo ponerte al tanto de lo ocurrido, pero tranquila que se encuentra bien, recuperándose —digo para calmarla y me alejo, necesito estar cuanto antes al lado de mi mujer.
Llego a la clínica y me recibe la misma enfermera de ayer. Llego junto a mi amada y me siento en una silla que se encuentra al lado de su cama. La miro un momento y tomo su mano con delicadeza.
Una hora más tarde llega el médico y me habla de su evolución favorable y que empezaran a sacarle la medicación para que despierte, su cabeza ya está mejor. Solo resta que despierte.
Le escribo un mensaje a su padre para que sepa la nueva información y tarde en la noche me vuelvo a mi departamento para tratar de dormir algo.
Estoy agotado, pero me cuesta conciliar el sueño y cuando lo logro solo tengo pesadillas.
En la mañana me despierto sintiendo que el cuerpo me duele, no he podido descansar por las continuas pesadillas que acudían a mí. Llego a mi trabajo y noto la ansiedad en la mirada de mi alumna, amiga de Emma.
La clase comienza y sinceramente no se ni lo que digo, es como si de pronto se encendiera en mi un botón de automático y cuando al fin la clase finaliza casi respiro aliviado. Necesito un café cargado.
Me dirijo a la sala de profesores en busca de un café. Necesito que sea lo más fuerte posible y luego vuelvo al salón para mi siguiente clase. Así hasta que llega el medio día.
Con una nueva taza de café humeante me dirijo a mi despacho y cuando doblo la esquina esta la amiga de Emma esperando. Llego donde está y mientras abro ella no deja de mirarme.
Le cedo el paso, pero no cierro la puerta cuando ingreso. Le indico la misma silla en la que estuvo sentada su amiga y hago lo propio en mi lugar. Dejo la taza a un lado y suelto un suspiro, dándome valor para referirme al accidente de su amiga, el amor de mi vida.
—Emma sufrió un accidente, un camión la atropello —menciono y la chica en frente de mi chilla horrorizada, cubriendo sus labios con su mano.
Tomo una caja de pañuelos descartables que tengo guardado en uno de los cajones y se lo alcanzo. Enseguida toma unos paños y limpia sus ojos. Le cuento todo lo ocurrido hasta ahora y cómo evoluciona favorablemente.
—¿Porque esta tan informado? —pregunta luego de un largo silencio en que asimila todo lo que le he dicho.
—Soy amigo de la familia, su padre está en la ciudad con un problema familiar y ella está a mi cargo por el momento —odio como suena todo lo que digo, pero Emma no deja de ser mi alumna por más que su padre haya aceptado mi relación con ella, a medias.
—¿Solo eso? —pregunta la niña en frente de mí, su mirada me estudia y yo no digo más nada—. Bien, es bueno saber que tiene alguien que la protege.
—No creo ser buen protector —me sincero mirando mis manos.
—¿Lo dice por el accidente? —nuevamente el ratón me comió la lengua, ella prosigue—. Usted más que nadie debe saber que no fue su culpa.
—Eso no quita que me sienta culpable, si ella se hubiera quedado conmigo mientras yo terminaba mi turno, no estaría en esa clínica —resoplo—, mi deber era cuidarla.
—¿Por qué? —pregunta, creo ver un destello de sonrisa en sus palabras.
—Como que porque, se lo prometí a su padre —respondo sintiendo como mi corazón quiere saltar de mi pecho.
—No creo que sea solo por eso —dice y nuevamente esa mirada inquisidora puesta en mí.
Me quedo callado mirándola, hasta que tengo que desviar la mirada. Es como si supiera todo lo que pienso, supongo que con su amiga es igual por eso estos días Emma se encontraba tan perdida sin ella.
—Puedo ver que eres una buena amiga, pero debes saber que dentro de la institución soy muy profesional —no sé porque tengo que aclarar eso, pero siento que debo justificarme.
—¿Y fuera de ella? —claramente a adivinado que las cosas con su amiga no son como deberían.
—Fuera de ella solo soy un hombre que se ha enamorado de una chica doce años menor que él —y con esta declaración no se si me he cavado la fosa.
—La edad solo es un número, pero que pasará cuando las cosas se compliquen —creo que no estoy preparado para esta conversación.
Claramente es una pregunta que empujo lejos de mi mente, no sé cómo puedo llegar a reaccionar si algo se interpone entre Emma y yo. Lo único que sé es que necesito tenerla conmigo.
—Creo que lo sabremos llegado el momento —murmuro.
—Pues debería pensar que hacer, odiaría ver sufrir a mi amiga —finaliza y con eso se despide saliendo de mi oficina.
Termino mi café olvidado a un lado, helado de por sí y luego continúo con mi trabajo programado, sin dejar de pensar en ese pequeño cuestionario. ¿Qué haría si realmente las cosas se complican?