Stalker

Stalker

1.

...Tomamos siempre decisiones. Decisiones que cambian nuestras vidas. Pero a veces... Nuestra vida cambia sin que podamos evitarlo....

...Me gustaría haber podido evitar todo esto....

...Mi nombre es Levi....

Conduzco a través de esta carretera sin final aparente, no sé a dónde lleva. Mis ojos se sienten pesados y secos, mi cuerpo entumecido y mi mente confundida. Traigo en el asiento trasero a esta chica que está agonizando del dolor... Mis manos en el volante escurren su sangre, y me pregunto... ¿Cómo llegué hasta aquí?

Bueno... Sé bien cómo llegué hasta aquí.

Llegó el momento de aceptarlo.

Hace 6 meses me mudé a la ciudad de Cuzfield, llevaba una vida relativamente normal, me mudé para iniciar mi trayectoria universitaria, ya saben, como cualquier chico normal.

Mis calificaciones no fueron algo de otro mundo, así que esta universidad no era la más sobresaliente, pero de cierto modo, no estaba mal con eso.

Recibí una beca pequeña, bien ahí, mi madre no podía costear toda una carrera universitaria. Entonces una semana antes de iniciar, tomé mis cosas, las llaves de mi auto y a mi perro, me despedí de ella, y viajé para establecerme en esta nueva ciudad.

Era una ciudad mucho más grande de la que yo venía. Rutilante, bulliciosa, iluminada de esquina a esquina, con mucha vida y yo estaba básicamente perdido.

Si uno siempre pensara en que las apariencias engañan... No se les llamarían apariencias... ¿Verdad?

— Disculpe, ¿Dónde queda la calle Esi? — Pregunté por la ventanilla del auto a una señora que iba pasando. Ya estaba en la ciudad, pero a penas tenía un papel con la dirección de mi habitación, y no, nunca supe usar maps.

— Sí, vas bien, sólo debes entrar por la tercera calle desde aquí a tu derecha.

Agradecí y seguí conduciendo hasta que llegué a mi nueva vivienda.

Estaba oscureciendo, estaba muy agotado, sentí paz al escuchar el traqueteo de la cerradura abriéndose para dejarme entrar a lo que sería mi habitación.

Era un espacio pequeño, pero acogedor, estaba iluminado de forma cálida, realmente era lo que necesitaba, aunque admito que era un poco pequeño para Reno, mi perro.

Sí, el perro se llama Reno. Es un San Bernardo.

Mi vejiga pedía clemencia así que fuí al baño, y al salir, la vejiga de Reno también pedía clemencia, entonces decidí llevarlo a pasear.

Mi cansancio era mucho, tanto que ni siquiera pensé en bajar mis cosas del carro, sólo quería dormir, ya luego me preocuparía por eso.

Reno estaba haciendo lo propio en un árbol y yo me dispuse a revisar todos los mensajes que no había podido hasta ahora, cuando del otro lado de la calle, unos niños jugaban con fuegos artificiales. Claro que no le dí atención.

Honestamente pensándolo ahora, no sé a qué echarle la culpa. No sé si a mí mismo por despistado, no sé si al cansancio, no sé si a los niños. Sólo sé que en un descuido, sus cohetes vinieron a parar hacia nosotros, y Reno corrió asustado.

¿Alguna vez han intentado frenarle la correa a un San Bernardo que corre con todas sus fuerzas? Porque yo no era el ejemplo perfecto de fuerza, era el ejemplo perfecto de cansancio, y se me zafó de las manos. De haber tratado de sostenerlo habría terminado en el piso probablemente.

Lo ví correr calle abajo y suspiré en ese momento, también me había sobresaltado por el ruido de los cohetes, pero estábamos en este sitio que no conocía y necesitaba buscar a Reno.

Bajé por la calle y ya no ví más que su celaje. En ese momento me asusté.

Seguí buscándolo por un rato más, pero no pude encontrarlo. Decidí gritar su nombre, seguramente al escucharme podría venir, pero hasta yo me encontraba perdido entonces.

Pasaron horas... Era muy de noche, empecé a pensar en la posibilidad de volver y buscarlo quizás desde el auto.

Las calles cada vez se hacían más oscuras y solas.

De repente escuché un chillido que provenía de un callejón angosto.

Me acerqué y ahí estaba Reno. Suspiré de alivio, se había escondido y temblaba. Al verme tuvo esa mirada de culpa, como si hubiera hecho algo mal. Me acerqué y lo acaricié para que se calmara. Entonces ví en mi teléfono la hora.

1:30 A.M

— Tchs. Reno, es muy tarde, debemos irnos.

Volví a sujetar su correa y me dispuse a salir del callejón, cuando escuché el llanto de alguien.

El callejón se seguía extendiendo por un tramo de algunos metros, y mis sentidos se agudizaron al escuchar ese gimoteo que provenía de más profundo en él. Me levanté muy despacio y Reno me miró con confusión.

Este es el tipo de situaciones en las cuales alguien me diría que simplemente saliera de ahí, que me fuera a mi casa, pero no fué eso lo que hice.

Le hice señas a Reno para que no se moviera, era un perro bien entrenado y se sentó inmóvil.

Me acerqué a paso lento hasta lo profundo del callejón. Mientras caminaba los ruidos se hacían más y más audibles. Era como si estuvieran arrastrando algo por el asfalto. Mi vista aún no se acostumbraba a la oscuridad del callejón. Veía muy poco.

El aire se ponía muy pesado, una brisa fría erizó mi cuerpo y escuché de nuevo ese ruido, como un jadeo, como un quejido.

Al fin pude observar una silueta. Era un hombre, estaba en el suelo, se había apoyado en la pared al final del callejón.

Pero no estaba sólo. Frente a él había otra silueta, era una chica. Una chica encapuchada. Su cabello cubría su rostro y parecía estar hablando con este hombre.

Todo en mí entró en estado de alerta. Mis ojos, mejor acostumbrados a la oscuridad pudieron distinguir mejor las figuras en medio de la noche. El hombre estaba muy golpeado, se le hacía difícil hasta respirar, se sostenía el abdomen, su camisa blanca estaba manchada de carmesí, al igual que su cabeza.

La chica frente a él permaneció en silencio, y él con dificultad por algún motivo esbozó una sonrisa.

Me sentí confundido, estuve a punto de acercarme, pero la chica entonces apuntó con un arma al hombre frente a ella.

Mi cuerpo se congeló, mis manos empezaron a sudar, mis piernas no respondían. Apreté mis manos contra mi boca, ahogando el susto. Esta chica se veía muy delgada y aquel hombre muy robusto. Mis ojos se abrieron como platos. ¿Qué estaba ocurriendo? Todo en mí me pedía correr y salir de aquel callejón, pero simplemente no podía.

Hasta la brisa se detuvo, pero... El silencio no duró mucho.

Aquella mujer disparó al hombre frente a ella. Disparó varias veces. El ruido se volvió ensordecedor, mi reacción al instante fué agacharme y cubrirme, no sé si había una razón real para eso.

Los disparos dejaron de sonar.

Me levanté nuevamente y esta chica se acercó al hombre, se agachó frente a él y observó su cuerpo, ahora muerto.

El cuerpo de aquel hombre empezó a llenarse de sangre, manchando su camisa ahora llena de agujeros de bala.

Yo no pretendía quedarme más tiempo en ese callejón que se volvió una pesadilla en segundos.

Di un paso muy lentamente hacia atrás. Mis piernas decidieron responder.

Caminé hacia atrás sin despegar la vista de aquella mujer, grave error.

Tropecé y caí, caí y de forma muy ruidosa, dejando escapar un grito ahogado.

Inmediatamente la chica volteó a verme.

Mi percepción del tiempo estaba alterada, para mí pasaron minutos, que seguramente fueron instantes. Pero la ví. Ella se levantó y la ví.

Una chica delgada, de cabello castaño y ondulado, con ojos hundidos y expresión inanimada, cuya cara estaba manchada, probablemente con la sangre de aquel hombre.

Mi corazón quería salir de mi pecho. Mis piernas en un intento de recobrarme, empezaron a patalear para buscar ponerme de pie, y mi único impulso fué correr fuera de ahí. Sí, lo mismo que tuve que haber hecho muchísimo antes.

Corrí fuera de ese callejón.

Casi en la entrada, obediente pero asustado, seguramente por también haber oído los disparos, Reno me esperaba, echado en una esquina. Tomé su correa y jadeando le pedí que corriera para irnos de ese lugar.

Nunca había corrido de esa forma en mi vida. Mi cuerpo ignoró todo el cansancio y sólo siguió, arrastrado por Reno, quien tiraba de mí, por ser más rápido.

Corrí y corrí, sin saber qué hacer, corrí hasta volver a algún sitio que me resultara más conocido.

Luego de ubicarme mejor, pude regresar a mi habitación.

Tenía las piernas entumecidas, mis manos temblaban, pero sentí alivio de ver mi habitación nuevamente.

No procesaba nada de eso. No sabía si llamar a la policía.

Miré la hora.

2:30 A.M

Había pasado una hora ya...

Pero no podía quedarme así, estaba recién llegado a este sitio, y esto podría tener consecuencias.

Llamé a la policía.

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Comments

Ashley R

Ashley R

es muy interesante 😯

2024-06-08

2

Krisnay

Krisnay

Ojalá tener un perrito como Reno/Whimper/

2024-05-12

4

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