Corazón De Cristal

...SANDRA:...

Me dejé llevar por el miedo y terminé en los brazos del General Itans, sentí terror, esa serpiente casi me muerde, no pude evitar aferrarme a él como si fuera mi salvación, lo era, pues nuevamente me había salvado de la muerte, cada vez estaba más en deuda pero el destino parecía confabular para ponerme en riesgo cuando el General Itans estaba cerca de mí.

El miedo se convirtió en otra cosa, mientras estaba en sus brazos mi cuerpo volvió a esa estado en el que parecía agudizar las sensaciones que me atravesaban, el corazón volvió a repicar y mi respiración se tornó de nuevo a ser constante y pausada.

Mis ojos estaban clavados en los de él mientras se me salían las lágrimas, no era solamente por el susto si no por lo que me estaba sucediendo con aquel hombre de mirada profunda y cabellos dorados, no me moví y más cuando sentí sus dedos en mis mejillas, acompañadas de la dulce calidez de su respiración. trazó sus dedos por la piel de mi rostro mientras me observaba detenidamente.

Rodeé su espalda, la piel bajo la tela parecía acero.

Lo colocó debajo de mi labio, los abrí y me recorrió la misma necesidad que se aglomeró en el centro de mi cuerpo y más cuando deslizó su pulgar en el contorno de mi labio, cerré mis ojos, perdiendo por completo la razón, sumergida en las sensaciones intensas y abrumadoras, dispuesta a recibir mi primer beso.

Me sentía tan viva y quería más, quería sentir mucho más, sentí algo firme contra mi abdomen y mi vientre dió una punzada o más bien más abajo.

Esperé pero el beso no llegó, los brazos se alejaron de mí con tanta rapidez que pensé estar soñando, la calidez de su cuerpo se alejó y abrí mis ojos, regresando de nuevo a la realidad, regresando de nuevo al inmenso campo lleno de árboles y los caballos dándose un banquete con la yerba alta.

El General Itans, me observó de nuevo, tan alejado, parpadeó varias y veces, volviendo a su serenidad, como si lo anterior solamente hubiera sido una fantasía mía.

Sentí vergüenza de nuevo, observé hacia abajo, a la serpiente muerta. Recogí mi sombrero y me coloqué para tratar de cubrir el rubor de mis mejillas.

— ¿ Está bien? — Preguntó, refiriéndose a mi pánico.

— Lo estoy... Tengo sed — Jadeé y me moví hacia mí caballo pero recordé que no había traído agua, el General Itans me dió la espalda y se acercó a Josefino, llevaba el sombrero colgado de su cuello en su ancha espalda, jamás pensé que un hombre luciera tan bien con una ropa tan sencilla.

Buscó en su silla, llevaba una cantimplora colgando allí y volvió, me la ofreció, la tomé pero la tensión entre ambos no se aligeró, al menos ya no estaba haciéndome preguntas sobre mi vida y sobre Derek.

Abrí la cantimplora de cuero y bebí un largo sorbo, tanto que me ahogué.

— Debió hacerlo con calma — Dijo.

Se la devolví mientras soltaba una tos, él bebió un sorbo y luego la colocó en su lugar.

— General Itans... — Susurré y me observó por encima de su hombro, estaba dudosa de terminar la frase y más ante el peso de sus ojos.

— ¿ Qué sucede? — Preguntó y me armé de valor.

— Lo que pasó hace un momento... — Empecé a decir y tensó sus hombros.

— Era mi deber...

— No me refiero a la serpiente — Sostuve su mirada, apretó su mandíbula y se quedó callado.

— No sucedió nada — Cortó y me quedé desconcertada.

Abrí mi boca — ¿ No ?

— No, no hay nada que explicar porque no sucedió nada — Dijo simplemente y me sentí desilusionada.

— Sí, tiene razón, fué un impulso de mi pánico, espero que no lo malinterprete — Dije, elevando mi barbilla y asintió con la cabeza.

— Descuide, ya sé que debo pensar dos veces antes de sacar mis propias conclusiones.

La tensión seguía aumentando y me acerqué a mi caballo, se había alejado, caminé por el pasto largo y tomé al caballo de las riendas. No quería dejar de comer así que

Volví, el General Itans seguía junto a Josefino.

— Tengo hambre, voy a volver, si gusta puede quedarse un rato más — Me excusé mientras trepaba el lomo de mi montura.

— No, volveré con usted — Dijo y fruncí el ceño pero tomé la delantera, cabalgando con suavidad entre los árboles.

Llegué rápidamente a la entrada de la casa.

— Oh no — Susurré cuando observé que Derek estaba en el patio junto a mí padre.

El General Itans me alcanzó, ambos hombres dejaron de hablar entre sí y observaron hacia ambos. Me bajé de la montura y me acerqué.

— Sandra, precisamente le estaba diciendo a Derek que habías salido a cabalgar — Dijo mi padre, Derek me observó con el ceño fruncido cuando notó que el General Itans bajó de su caballo.

— Si, quería salir un rato.

— Sandra, hubieses esperado a que yo llegara y hubiésemos salido juntos — Se quejó Derek, cruzando sus brazos, sin dejar de observar al general, él se mantuvo al lado de Josefino.

— No sabía que venías.

— Señor Cuper, no me parece apropiada que Sandra pase tiempo con su socio — Se atrevió a reclamar a mi padre.

— Derek, mi hija y el General Itans no tienen más que una amistad...

— Él no debería estar a solas con ella... No es apropiado, ni bien visto — Derek estaba tan enojado que señaló despectivamente al general, él solo se quedó callado — Mucho menos ir a cabalgar.

— Claramente tenemos formas muy diferente de pensar, Derek, confío en mi hija, ella no estaba haciendo nada malo y también conozco al General Itans, él es una buena persona, un caballero incapaz de ponerle un solo dedo a Sandra así que por favor cálmate — Dijo mi padre con mirada firme.

Derek apretó sus puños — El General Itans me dió su palabra de no acercarse a Sandra...

— ¿ Usted hizo eso ? — Preguntó mi padre con el ceño fruncido, él cuadró sus hombros.

— Sí y la mantengo, no le he faltado el respeto... Él cree que yo tengo pretensiones con su hija, lo cuál no es cierto pero él piensa que sí... tuve que darle mi palabra... — Dijo él.

Recordé nuestro acercamiento.

— Ves Derek, solo estaban cabalgando... Sabes muy bien que no somos como las demás familias, nuestras costumbres son diferentes y puede que eso te parezca malo pero si quieres estar al lado de mi hija tendrás que acostumbrarte a su modo de ser... Ella no querrá que le prohíbas nada — Explicó mi padre, Derek no se tranquilizó pero si asintió con la cabeza.

— Está bien... pero si los llego a ver juntos de nuevo...

— Sin amenazas en mi casa — Lo interrumpió mi padre.

— Lo siento — Derek palideció.

— No debes ponerte celoso, si Sandra te aceptó es porque te quiere — Dijo mi padre con una sonrisa cálida, le dió una palmada en el hombro.

No me sentía tan segura de esa decisión.

Derek le devolvió la sonrisa.

Sentí la mirada del general en mí.

— Yo me retiró, llevaré los caballos al establo — Se ofreció el general mientras tomaba a ambos caballos de las riendas.

— Muchas gracias — Dije pero se marchó.

— Necesito hablar con Sandra ¿ No tienes problema en esperar un momento aquí? — Dijo mi padre y él asintió con la cabeza.

— Descuide.

Mi padre me hizo un gesto y entramos al interior de la casa, me observó detenidamente antes de acercarse y hablar en voz baja.

— Espero que estés haciendo lo correcto y que tus sentimientos hacia ese chico sean verdaderos — Susurró mi padre.

— Padre... ¿ Qué te hace pensar que no lo son ? — Pregunté, fingiendo que no sabía nada.

— Me percaté de que el General Itans y tú se miran con atracción — Dijo y me sentí nerviosa pero negué con la cabeza.

— No... Padre...

— No intentes mentir... Solo te aconsejo que detengas lo que estás haciendo con Derek, no juegues con ese chico, si no sientes absolutamente nada debes hacer lo que te digo, rechazarlo es lo más adecuado... No tienes porque estar obligada a aceptarlo... Serás infeliz si no lo haces... No importa que sus padres desprestigien nuestra familia... Lo único que importa eres tú misma... — Me aconsejó mientras tomaba mi mano.

— Padre... No lo sé.

— Puedo ir ahora mismo a correrlo de aquí y prohibirle la entrada si no te atreves a rechazarlo — Propuso y negué de inmediato.

— Solo dame tiempo — Dije y me observó como si no comprendiera.

— ¿ Tiempo para qué?

— Para que mis sentimientos se aclaren.

— Posponer lo hará más difícil.

— Derek es mejor que nada — Lo observé de forma firme, mi padre no parecía estar de acuerdo con mi decisión.

— Está bien, como quieras — Acepto y luego me besó la frente — Espero que estés segura de lo que haces.

— No hay nada de lo que crees, el General Itans... — Intenté explicar.

— Él está aquí por asuntos de trabajo, se marchará cuando termine... Es mejor que no te compliques la vida.

— Sí, lo sé — Murmuré, no pude evitar sentirme triste.