Isabela es una enfermera experimentada, especializada en cuidados especiales, acostumbrada a tratar con pacientes en condiciones graves y delicadas. Cuando es contratada para cuidar a Renato, un joven que lleva 10 años postrado en cama debido a un accidente, enfrenta el trabajo con la seriedad y profesionalismo de siempre. Sin embargo, lo que comienza como una rutina tranquila de cuidados pronto toma un giro extraño. Isabela empieza a escuchar una voz misteriosa dentro del cuarto de Renato, pero al mirar alrededor, se da cuenta de que está sola con el paciente. Inicialmente escéptica sobre la posibilidad de que existan espíritus, se ve desafiante a enfrentar algo que no puede explicar. La voz parece dirigirse a ella, como si el propio Renato, en su estado inmóvil, fuera capaz de comunicarse de una manera que ella jamás imaginó posible. La enfermera se ve dividida entre su cordura y lo que parece una conexión sobrenatural. ¿Es víctima de un delirio, o Renato realmente está intentando hablar con ella, de una forma que trasciende la lógica médica? Día tras día, la línea entre lo real y lo inexplicable se vuelve más tenue, e Isabela debe enfrentar sus propios miedos y dudas para entender lo que está sucediendo.
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Capítulo 13
A la hora del almuerzo, Renato seguía en silencio, verifiqué sus signos vitales, comprobé que la cama estuviera limpia y esperé a que Julia viniera con mi comida y la de él, como todos los días puse la mesa y dispuse su dieta para que la fuera tomando y me senté a comer, quité la tapa y me deleité con el olor, strogonoff.
_ Renato, hoy hay strogonoff uno de mis platos favoritos, cuando mi madre vivía y nos peleábamos, hacía strogonoff porque sabía que yo vendría con el olor y la perdonaría o le pediría perdón, dependiendo de cuál de las dos estaba equivocada.
_ Sé que estás enojada conmigo, pero míralo bien, eres la única amiga que tengo, y si para estar cerca de ti tengo que casarme, que así sea, y así elegiré quién te cuidará, podré elegir a tus médicos y todo lo demás, nadie más te hará daño, vuelve a hablarme.
_ Volveré porque también me encanta el strogonoff, y el de Julia está buenísimo. Un día, si me despierto, podremos comer juntos, y podremos hacer otras cosas también.
_ Renato, no quiero hablar de eso, nunca pensé en ti de esa manera.
_ Pero es bueno que empieces a pensarlo, porque si te casas conmigo y me despierto, querré enseñarte a hacer el amor y mucho más.
_ Para Renato, me estás incomodando.
_ Te lamería el labio para sentir si tu sabor es tan bueno como parece. Luego te besaría la boca y metería mi lengua en la tuya para que nuestras lenguas puedan jugar. ¿Alguna vez te has dado un beso con lengua? No hay nada más sensual e íntimo.
_ Sal de mi cabeza, deja de hablar, no quiero escucharte.
_ Como no quieres escucharme, estás aceptando casarte conmigo, te contaré todo lo que haré contigo, mi enfermera sexy.
_ Solo estás haciendo esto para asustarme, seguro que no lo harás.
_ Ah, ¿no? Entonces, debo continuar, ¿dónde me había quedado? Ah, sí, en nuestras lenguas jugando juntas.
Cuando te ablandes en mis brazos, meteré mi mano por debajo de tu blusa y la subiré hasta quitártela, me detendré un momento apreciando la visión de tus pechos aún dentro de tu lencería, ¿qué color de lencería te gusta? Prefiero negra o roja, con esa piel clara estarás tentadora de rojo. ¿No me vas a responder? Por favor, no me digas que te gusta el beige, pero si lo es, no importa, me lo quitaré de todas formas.
_ Me gusta el blanco, pero ya puedes parar, quiero almorzar en paz y no me estás dejando.
_ Pararé solo porque lo has pedido con cariño, pero nuestra sesión todavía no ha terminado, de hecho, solo acabamos de empezar.
Se quedó en silencio, pero el efecto de las cosas que Renato dijo sigue dentro de mi mente, nunca me he besado con lengua y ahora tengo ganas de hacerlo, me estoy volviendo loca, me va a volver loca.
Terminé de comer, organicé todo, su dieta también había terminado de pasar, le cambié el agua y revisé que todo estuviera bien con la cama, que no se hubiera derramado nada. Cuando quité la sábana, Renato volvió a hablar.
_ Vamos mi enfermera, agarra mi polla, y hazme sentir placer.
_ Cállate la boca, Renato, deja de hacer eso, no me rendiré.
Tomé su pene en mi mano y fui a cambiarle la sonda urinaria, ya estoy sin aliento con todas las tonterías que me ha dicho hasta ahora, de repente empieza a gemir y a decir mi nombre como si yo le estuviera haciendo sentir excitado.
_ Eso es, Isa así, muévelo hacia arriba y hacia abajo, vamos Isa, no pares, continúa, así disfrutaré.