Después de la muerte de su padre, Naomi es llevada por su padrino a la Villa Lupinville, un misterioso lugar habitado por hombres lobos, que, hasta ahora, ella creía que solo existían en los cuentos. Pero pronto, Naomi descubrirá que su conexión con este lugar siempre estuvo ligado con ella, atrapándola en una antigua profecía, que parece señalarla como la clave de una batalla y la disputa de dos lobos por ganarse su corazón.
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CAPÍTULO OCHO: LA HUMANA, ME PERTENECE. 3RA PARTE
NARRADOR OMNISCIENTE
Ajeno de la visión de todos, una figura permaneció oculta entre los árboles observando desde las sombras a Naomi. Quien la miraba no podía creer que estuviera vivo para contarlo. Cuando le informaron que había una humana en la villa Lupinville, le costó mucho asimilarlo. ¿Sería posible?
Decidió comprobarlo por sí mismo. Cruzando el río que lo separaba de sus tierras, llegó a la villa y, con sus propios ojos, corroboró que era cierto. Después de un siglo de espera, había una humana en la región. Y no era cualquier humana. Era ella. No había duda ello. A pesar de que en el pasado lucía diferente, con ropa de época, su apariencia no había cambiado en nada. Los mismos ojos, la misma sonrisa, el mismo aura.
Sus ojos seguían cada uno de sus pasos, mientras su mente divago en aquellos recuerdos que yacían en los viejos libros polvorientos sobre su escritorio.
Aquellos eventos del pasado, tan vívidos como si hubieran ocurrido ayer, le erizó la piel. Una vez más las escenas de la esclavitud, las torturas y el sufrimiento de la esclava, se entrelazaron con la imagen de Naomi.
Quien la observaba cerró los ojos por un momento, tratando de sofocar la oleada de recuerdos que lo invadió. Recordaba las noches de llanto, las súplicas por misericordia, y el inquebrantable espíritu de aquella joven que nunca se rindió, a pesar de todo. Y ahora, ella estaba aquí una vez más, ignorando su destino.
De repente alguien más se acercó sigiloso, avanzando con cautela entre los árboles.
—¿Constataste las marcas?—preguntó aquel individuo con la mirada fija en Naomi. No se inmuto de su presencia, lo había escuchado.
La otra persona asintió. —Sí, están en su espalda. No hay duda de que es ella.
—Eso quiere decir que Albert está muerto.— se lamentó en voz alta, soltando un suspiro.
La otra persona al escucharlo confirmó con un leve movimiento de cabeza. —Lo está, el mismo Alpha le dio sepultura junto con su hija.
El observador, no pudo evitar preocuparse. La muerte de Albert no era una coincidencia. Todo indicaba que ya la habían encontrado y que pronto vendrían por ella.
¿Habría hablado Albert? ¿Le habría contado todo antes de morir? Pensó para sí mismo.
La persona que lo acompañaba, lo capto en el aire y como si pudiera leer su mente, dijo: Ella no sabe nada.
Aquel se giró para mirarlo, buscando revalidación en lo que acaba de decir.
—Albert hizo un gran trabajo ocultándola. La humana ignora completamente el mundo en el que vive, nuestra naturaleza y su historia. Sospecho que nunca asistió a una escuela y dudo que haya tenido amigos fuera del pequeño círculo que Albert tenía.
—El Alpha. —dedujo. La otra persona, asintió nuevamente.
—¿Dónde estuvo todo este tiempo? —pregunto volteándose, mirándola de nuevo.
—En la Patagonia, aislada en un territorio humano.
—No le quites los ojos de encima. Ahora, solo es cuestión de tiempo para que la historia se repita.
—No te preocupes, no lo hare. —le aseguro.
—Ya es hora. Si no quieres que tu ausencia llame la atención, únete con los demás invitados. La ceremonia acabara pronto. — le auspicio.
—Entendido — fue lo último que respondió antes de desaparecer silenciosamente entre los árboles, regresando hacia el bullicio de los invitados.
[…]
≈NAOMI≈
—Y bien ¿qué dices?
—¿Tengo opción? — embrome —No pareces ser una persona que acepte un no por respuesta.—¿Y eso es malo?
—Depende del punto de vista que se lo mire. Si no temes que te pise los pies y quedar en ridículo conmigo, no veo cual puede ser el problema.
—No te preocupes —dijo tomándome de la mano. —También es mi primera vez bailando.
—¿De verdad? —pregunte poniéndome de pie, riéndome.
—No, no es cierto —reconoció con una encantadora sonrisa, —pero si es primera vez bailando con una humana.
—Supongo que somos dos entonces. También es mi primera vez bailando con… un humilde hombre lobo.—Admití.
—Bien, vamos entonces. —dijo marchando.Seguí a Geral unos cuantos pasos mientras se encaminaba en dirección al jardín. Pero, llegado el momento por más que intente avanzar, mis piernas se negaron a moverse. A pesar de estar a una distancia considerable pude dar por hecho que no fuimos ajenos a las miradas de algunos invitados.
Y hablando enserió, sus miradas no eran las únicas señales de que no era bien vista, sus gestos hacia mi hablaban por si solos A pesar de que estaba lejos pude ver cómo fruncían el ceño, se cruzaban de brazos, sacudían la cabeza o simplemente murmuraban entre ellos tapándose la boca.
Geral, no tardo en darse cuenta, y dándose la vuelta regresó a mí.
Poco después sus ojos encontraron los míos y una leve sonrisa apareció en sus labios.
—¿Sabes? No es necesario que nos unamos con los demás para bailar, — dijo guiando mi mano, alrededor de su cuello. —Bailaremos aquí, ¿te parece? —Asentí en silencio.
Desde nuestro lugar, con la música apenas audible, Geral colocó sus manos en mi cintura y comenzó a guiarme lentamente. El contacto físico me puso los nervios de punta, mi cuerpo se sentía extraño, las manos me sudaban y el ritmo cardiaco de mi corazón se tornó insoportable. No entendía porque él me hacía sentir así, no tenía sentido, apenas acababa de conocerlo.
Lo único que me quedo pensar, fue que tal vez todas estas sensaciones eran producto de mi inexperiencia.
Si, no es que fuese una monja o algo parecido, pero no estaba muy lejos de serlo. La verdad es que nunca me relacione con nadie y mis amistades de toda la vida se limitaron a dos viejos ancianos que vivían al otro lado de la colina, Catalina y Benito, y una joven novicia, Erika, que vivía en el viejo convento del pueblo. Eso era todo. Nunca había experimentado la sensación de un primer amor, un primer beso, nada de eso. Y Geral... ¡Demonios! ¿Esto era normal? ¿Debía sentirme así por alguien al que apenas conozco?
Respiré hondo tratando de dejar de pensar.
En cierta medida funciono, nuestros movimientos comenzaron a volverse más fluidos y poco a poco, comencé a olvidarme de todo.
Pero claro, eso no hubiera sido posible si Geral no hubiera improvisado.
Si, increíblemente él no tuvo mejor idea que comenzar a tararear la melodía que sonaba de fondo en voz baja, como si hubiera leído mis pensamientos con la intención de que solo disfrutara. Lo consiguió sin dudas, cuando lo escuché cantar, no pude evitar reír.
—Eres bueno. — reconoci, mirándolo directamente a los ojos. Geral levantó una ceja y esbozó una sonrisa coqueta.
—¿Como dices?
—Dije que realmente eres bueno. —repetí sintiendo como mis mejillas comenzaban a arder—Sabes cómo hacer sentir cómoda a una mujer. ¿Siempre sueles ser así con las mujeres?
—No realmente. —rio sutil —Solo con quien tengo interés en conocer.
—¿Quieres decir que te interesa conocerme? — Pregunte sintiendo un cosquilleo en el estómago. El asintió.
—¿Crees que tengo una oportunidad?
—Es posible, — respondí con un tono juguetón.
¡Oh dios!¿Desde cuándo era tan osada?¡¿Qué me estaba pasando?! ¡Yo no soy así!
Geral se acercó un poco más al escucharme y a pocos centímetros de mi oído, susurró;
—Prometo que no te decepcionare. —Sin embargo, antes de que pudiera responder, la voz de Úrsula rompió la magia del momento.
—¡Demian! ¡¿A dónde vas?! — Exclamó para sorpresa de todos.Con Geral nos giramos automáticamente en dirección al jardín, y al igual que nosotros, el resto de los invitados que estaban ahí se quedaron perplejos. Las miradas de desconcierto se contagiaron y todo aquel que estaba cerca de él se apartaron rápidamente, algunos hasta se trastabillaron torpemente con tal de alejarse de su camino.
Al principio no entendí porque lo hacían hasta que, en un arrebato de rabia, Demian lanzó una mesa por los aires y continuo con todo lo que se atravesaba en su camino. Geral al verlo, afianzo sus manos en mi cintura y comenzó a retroceder como si sospechara de lo que estaba a punto de suceder.
Demian marchaba iracundo, tanto que sus pasos parecían retumbar en el suelo. Mi padrino, que estaba a unos pocos metros, parecía contenerse con dificultad. Su rostro estaba tenso, tenía los puños apretados en ambos lados y de no ser porque Lesly lo retuvo hablándole, dudo que hubiera evitado que vaya tras su hijo.
De repente, para mi sorpresa el cuerpo de Demian comenzó a deformarse sobre la marcha. Su figura se contorsiono, sus músculos se dilataron y se abultaron de tal manera bajo su piel, que parecían que iban a reventar por tanta presión. Pero lo que más me impresiono de todo fue cuando su rostro se alargó, su piel se cubrió de un pelaje espeso y claro, sus huesos crujieron y su ropa se rasgó incapaz de contener su nueva forma, la de un lobo.
El caos acabo por apoderarse del jardín después de eso, Demian soltó un aullido tan estridente que las ventanas de las mansión comenzaron a estallar. Todo el mundo se alarmo, especialmente los pequeños niños que se vieron envueltos por los brazos de sus padres que intentaban protegerlos. Sin embargo, a Demian poco le importo quienes estaban ahí o si alguien salía lastimado, el simplemente no miro atrás. Atravesó el portón, se lanzó de un gran salto en dirección al bosque y en cuestión de segundos, se perdió ante la vista de todos.
[…]